Debe ser de las pocas buenas noticias que trajo la pandemia: vuelve El Víbora, la emblemática revista española de historietas y humor gráfico. Como las aguas claras de Venecia, que son nomás porque la mugre decantó al fondo, aquí la revista-delfín de Ediciones La Cúpula vuelve a respirar, pero sólo en formato digital (y gratuito, albricias). La publicación llegará cada miércoles a Internet (aquí el primer número https://es.calameo.com/read/00153199109847fc6c051?authid=UIjCXKqyLuIo; esta semana saldrá su segundo) y el link se encontrará en las redes sociales del sello. Cada ejemplar virtual incluirá la obra de artistas españoles y del resto del mundo. El primer número, por caso, contó con firmas de la talla de Robert Crumb, Joost Swarte, Peter Bagge, Hernán Migoya y Miguel Ángel Martín, entre otros.

El Víbora es una revista significativa por varios motivos. En su país, fue la expresión del destape post-franquista. Apareció en 1979, poco después de la muerte del dictador e incluía una mezcla de cómics, humor y artículos totalmente impensable para el momento (incluyendo, por ejemplo, críticas de películas eróticas). Se publicó durante 25 años e incluso se plantó con un número especial contra el golpe de Estado de Tejero de febrero de 1981.

Por sus páginas pasó una generación de dibujantes españoles alternativos indispensables, de esos que hoy son referentes de los más jóvenes: Mauro Entrialgo, Max o Miguel Gallardo, y figuras fundamentales del cómic underground internacional, como Crumb, Bagge, Charles Burns, los hermanos Hernández, o el italiano Liberatore. Allí aparecieron títulos hoy emblemáticos, desde Peter Pank hasta Tank Girl. Al respecto, La Cúpula señala que “entre 1979 y 2004 compareció todos los meses en los quioscos de este país extraño para llevar a los lectores un contenido lúdico y hedonista, estrafalario y libertino, crítico y ácrata, subversivo y hasta vanguardista. Un cóctel de historietas donde se alternaba el escapismo, la crónica urbana, el humor, el erotismo hoy tan menospreciado y un sentir profundo de disidencia, de combate contra la realidad y lo establecido”.

En la Argentina la revista tuvo llegada e influencia. Es inevitable ver su huella en la generación fanzinera de fines de los ’90 (como el humorista Gustavo Sala, o Ernán Ciriani), por ejemplo, aunque la influencia puede verse más allá. Varios de sus autores también publicaron o expusieron en el país. Max, por ejemplo, tuvo recientes ediciones en el sello Musaraña Editora (¡Oh, diabólica ficción! y Vapor). La mítica edición 2009 del festival internacional Viñetas Sueltas incluyó Viaje con nosotros, una gran exposición de autores españoles de los ’80 que reunía a muchos de los referentes de la revista. Días antes de que las persianas bajaran por el coronavirus, Miguel Ángel Martín llenó (incluso para su propia sorpresa y de quienes lo convocaron) un espacio emblemático del circuito comiquero porteño.

¿Y qué puede decirse de la versión actual? Pues que aún tiene veneno.