Otoño de 1989. Un por entonces joven y desconocido director de cine llamado Richard Linklater llegó a Filadelfia para pasar un día con su hermana antes de seguir viaje rumbo a Nueva York. Sin planes determinados, la acompañó a una juguetería para comprar regalos. Pero mientras esperaba en la puerta se acercó una chica con intenciones de conversar. Las palabras fluyeron y las miradas se esquivaron: la química, sintió el director, era indudable. Entonces la hermana, el regalo y Nueva York desaparecieron del horizonte, y lo único que importó fue el presente del flechazo mutuo. La charla siguió durante una caminata nocturna que se prolongó hasta las seis de la mañana, cuando entre besos y abrazos se despidieron con la secreta esperanza de volver a cruzarse. Cuatro años después, con esa experiencia todavía enquistada en el corazón, Linklater quiso filmar algo que transmitiera las sensaciones de esas horas compartidas, sin saber que aquellos recuerdos serían la materia prima para un clásico imperecedero del cine romántico contemporáneo.
La película se llamó Antes del amanecer y se estrenó en la Argentina hace exactamente 25 años, tres meses después de inaugurar la edición de 1995 del Festival de Sundance, uno de los más importantes del cine independiente norteamericano. La recepción de la crítica fue, sin embargo, inversamente proporcional al apoyo del público: en su breve paso por las salas recaudó poco más de 17 de millones de dólares, un número bajo aunque redituable para una producción de apenas tres millones de presupuesto. Fue gracias a la rotación del cable y la circulación de VHS que se instaló en el inconsciente colectivo de millones de espectadores alrededor del mundo, convirtiéndose además en la nave insignia de una generación para la que desde entonces la idea de viaje no implica solo fotos y turismo; también romance y pasión. Una generación que, además, acompañó a Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) durante 18 años, ya que a Antes del amanecer le siguieron dos secuelas, Antes del atardecer (2004) y Antes de la medianoche (2013), que reencontraron a la pareja en distintas etapas de sus vidas.
La historia del film es conocida. Todo comienza con un viaje en tren rumbo a Viena en el que un joven norteamericano llamado Jesse conoce a la estudiante francesa Céline. Como en la anécdota de Linklater, ninguno de los dos quiere que la charla termine. Al llegar a la estación, entonces, él la invita a pasear por la ciudad durante algunas horas. “Consideralo como un viaje por el tiempo del futuro hacia ahora para saber lo que te perderás”, le propone. El sí de Céline es el primer paso para un relato centrado en el recorrido por distintos puntos turísticos mientras conversan sobre los temas más variados, siempre con una franqueza a prueba de todo, como si quisieran condensar todas sus experiencias de vida en pocas horas. El flechazo instantáneo hace que, a la mañana siguiente, ambos se despidan con la promesa de encontrarse seis meses en ese mismo andén.
¿Se habrán reencontrado Jesse y Céline? Si la pregunta queda flotando se debe a que Antes del amanecer es todo lo contrario a la acumulación grasosa de situaciones cursis y diálogos grandilocuentes sobre el amor y la vida que podía esperarse. Linklater aplicó una fórmula mágica para mezclar en dosis justas la idealización soñadora de la situación con la naturalidad y verosimilitud de esos veinteañeros que empiezan a darse cuenta que el mundo es muy distinto a lo que pensaban, que la adultez es un camino rugoso y complejo donde nada es sencillo, una fórmula cuya replicación en varias películas posteriores la ha convertido en una marca de agua de gran parte del cine independiente de fines del milenio pasado y comienzos de éste.
La naturalidad en los diálogos hizo que más de uno pensara que todo era fruto de la improvisación de Hawke y Delpy. Pero nada más lejos de eso. Si bien la idea original y los primeros esbozos del texto pertenecen al director, el film encontró su forma definitiva cuando como coguionista se sumó Kim Krizan, quien había trabajado con Linklater como actriz en Slacker y Rebeldes y confundidos. “En esas películas sentí que mi mirada masculina era predominante. Acá mi meta era tener una perspectiva femenina fuerte, y Kim era una de esas personas con la que después de 30 segundos de charla ya estabas hablando sobre algo sustancial. Eso me gustaba”, recordó el director en una entrevista a The New York Times a propósito del aniversario.
Es muy probable que sin ella Antes del amanecer no hubiera sido lo que fue. O, por qué no, que directamente no hubiera sido: si ya en ese entonces Linklater era un realizador de sensibilidad masculina interesado en filmar el tiempo, fue ella quien propuso como disparador del encuentro en tren. “Estábamos pensando en qué dirección ir, y yo dije: ‘Bueno, viajando en tren he conocido gente interesante con la que tuve charlas fantásticas incluso sabiendo que nunca los volvería a ver’. Las películas de Richard suelen tener historias que transcurren en un día, así que una vez que definimos eso apareció la estructura completa”, afirmó ella ante el diario estadounidense.
Para fines de 1993, la dupla ya tenía un boceto avanzado del guion y sabía que los protagonistas debían ser un chico norteamericano y una chica europea, o al revés. La elección de Viena como escenario, motorizada por la empresa productora Castle Rock Entertainment, inclinó la balanza hacia la primera opción, dando paso a un casting de seis meses que incluyó un desfile de más de 10 mil actores y actrices. Fue el propio director quien se acercó a Hawke, que en ese momento empezaba a recibirse de rostro emblemático de la Generación X, para convocarlo a la audición. Delpy, por otro lado, era una joven actriz recién llegada de Francia, igual de soñadora que su personaje y con un acento ideal para enamorar a su compañero de viaje. El realizador reconoció que todavía guarda fotos del casting de varias actrices que con los años se hicieron famosas, como por ejemplo Gwyneth Paltrow y Jennifer Aniston.
Krizan, Linklater y la dupla actoral ultimaron detalles del guion, y se dispusieron a filmar durante 25 días siguiendo un orden cronológico casi similar al del relato, aunque siempre dejando abierta la posibilidad de alguna modificación de último momento. Así fue que llegaron al último día con la escena del final pendiente, grabada a las apuradas en medio de la salida y llegada de trenes. Todo culmina con la partida de ella y una promesa cuya resolución tardó nueve años en revelarse. La trilogía le reservó a Jesse y Céline un final distinto al de la historia de la juguetería del principio. Mientras ellos terminan reencontrándose en París (Antes del atardecer) y formando una familia (Antes de la medianoche), la chica de Filadelfia, llamada Amy Lehrhaupt, falleció en un accidente de moto poco antes del inicio del rodaje de Antes del amanecer. El cine, una vez más, reparando los caprichos del destino.