“Si no hay concepto, no hay nada”. Andreas Kisser defiende los atributos de Quadra, el decimoquinto disco de Sepultura, con un convencimiento y una calma que suenan genuinos a través del teléfono. En efecto, éste se perfila como el mejor trabajo en mucho tiempo para un grupo que, a más de 20 años de la ruptura de su formación emblemática, sigue acosado por viejas reyertas, incluidos tironeos sobre la paternidad y la legitimidad del uso de su nombre. Quadra podría valer, quizá, como un punto y aparte para aquello. “Estamos mejor que nunca”, promete Kisser, acuartelado junto a su familia en São Paulo, donde aprovecha para estudiar música y aprender italiano.
Las ventas fueron de la mano con ese entusiasmo, a lo que el guitarrista le encuentra una sola explicación: “Porque es muy bueno”, dicta, hasta amortiguar con una risa retraída. Según él, la causa no son los grandes cambios, sino la longevidad de 10 años de una misma formación -con el original Paulo Jr., Derrick Green y Eloy Casagrande-, más de una década junto al sello alemán Nuclear Blast, y Jens Bogren nuevamente al otro lado de la pecera, igual que en Machine Messiah (2017). “Es un disco honesto, que no busca fórmulas ni pretende imitar lo que hicimos hace 20 años”, subraya el también miembro del supergrupo De La Tierra.
La leyenda de la banda se basa en una tirada de obras maestras de variado alcance -thrash, death, hardcore, industrial, nü metal- que va desde Beneath the Remains (1989) hasta Roots (1996), el último registro de estudio antes de que Max Cavalera creara Soulfly. Aunque la huella sería indeleble, las posteriores divisiones y algunos fallidos artísticos erosionaron la atención sobre su actualidad. Mientras que los hermanos Cavalera volvieron a unirse entre sí para recordar por un rato aquellos gloriosos tiempos, Kisser y compañía descartan los homenajes para seguir su ruta. “El presente siempre fue muy importante para Sepultura, estamos muy vivos y en nuestro mejor momento como músicos”, carga nuevamente, para soltar su mayor anhelo en tiempos de aislamiento: “Ojalá pronto podamos estar de gira, soy músico para estar arriba de un escenario”.
Lanzado el 7 de febrero de este año, Quadra asomó como una grata sorpresa en un mundo que empezaba a sorprenderse mucho menos gratamente. Se planteó desde el inicio como un disco conceptual, recurso ya aplicado por el cuarteto en otros trabajos, como A-Lex o Dante XXI. “El concepto está muy definido", explica el artista. ‘Quadra’ es una palabra portuguesa que refiere a un lugar donde se practican deportes, un área delimitada con un conjunto de reglas. Eso aplica para las leyes y los conceptos que tenemos en nuestras vidas, por qué creemos en lo que creemos. Somos consecuencia de la cultura y educación de cada lugar, no existen las verdades absolutas, sólo puntos de vista. Debemos respetar eso, sin crear fobias ni estereotipos”.
-También el número 4 aparece como organizador. ¿Por qué?
-El concepto sale del libro Quadrivium, que relaciona a la música con la matemática, la geometría y la cosmología. Entonces dividimos al disco en cuatro partes. La primera tiene mucha influencia de nuestro pasado y la vieja escuela del thrash, discos como Beneath the Remains o Arise. La segunda se vincula más con la percusión y la música brasileña, con reminiscencias de Chaos A.D., Roots, o A-Lex. La parte tres suma temas instrumentales, con una impronta un poco más prog, guitarras acústicas, violines, orquestas, cuestiones más técnicas. La última nos lleva al groove. Todas son cosas que Sepultura ha hecho a lo largo de su historia. Con este disco traemos varias capas del pasado, pero con la actitud y las ideas de hoy.
-¿El concepto estuvo antes que la música?
-Sí, fue perfecto. Si no hay concepto, no hay nada, sólo riffs sin dirección, sin mensaje. El concepto es todo en el arte. Si sacás el amor de The Beatles, The Beatles no existen. Lo mismo con Slayer y el ocultismo. En cada canción hay un mensaje, que ayuda mucho a elegir si el tema es más rápido o más lento, si va una guitarra pesada o acústica, porque riffs yo hago todos los días, pero si voy a trabajar con Sepultura, algunos no me sirven. Sí pueden servir para De La Tierra, o la banda sonora de una película.
-La primera canción que suena es “Isolation”, es decir “Aislamiento”. Suena premonitorio…
-¡Claro! Ahora tiene sentido (se ríe). Fue pensado para describir la situación del sistema carcelario norteamericano, donde hay superpoblación, y la gran mayoría son negros pobres. Pero aislamiento, cuarentena, todo en el arte puede ser reinterpretado por el momento que vivimos. Escuchar una música, una letra, son formas de no quedar paranoico. Acá hay mucha confusión, desinformación, y personas que no están preparadas para gobernar. No pasa solamente en Brasil, también en Estados Unidos. Hay gente que está haciendo un trabajo coherente, otros están haciendo mucha mierda, se toman decisiones por dinero, ganancias, negocios, no por la salud del pueblo. No es sorpresa, siempre están las grandes corporaciones detrás.
-¿Alguna vez imaginaste presentar un disco en una situación así?
-No, pero creo que era inevitable. Y nos permite pensar por qué corremos tanto, por qué tenemos que comprar un auto nuevo todos los años. Estamos muy prendidos con la rutina, el trabajo, pagar las cuentas, y olvidamos que también formamos parte de la naturaleza. Mirá cómo está São Paulo ahora, sin tantos coches en las calles, el medioambiente está respirando un poco. Creo que se va a generar algo interesante en los artistas, que estamos en nuestras casas, con posibilidad de conectar ideas y grabar tranquilos. Podemos extraer cosas positivas de este problema serio.