Pronto, entrarán en circulación en Estados Unidos preciosas estampillas que permitirán enviar misivas con guiño a cierto capítulo de la historia del arte: el que tiene por protagonista a la artista Ruth Asawa (1926-2013), conocida por sus esculturas de alambre, aéreas, intrincadas, delicadas, inspiradas en sinuosas formas orgánicas, que diseñase aplicando técnicas de tejido de tradicionales cestas mexicanas. “Me interesa la economía de la línea, y con ella lograr algo en el espacio, encerrarlo sin bloquearlo, que mantenga la transparencia. Estas formas mías que se entrelazan y entrelazan solo podía conseguirlas con una línea porque puede ir a cualquier parte”, dijo antaño quien naciera en California, hija de inmigrantes japoneses granjeros, que fue obligada a permanecer con su familia en un campo de trabajo durante la Segunda Guerra Mundial. Años más tarde, estudió en el mítico y experimental Black Mountain College, donde se iniciase con dibujos a tinta, tanto figurativos como abstractos; entre sus profesores: Merce Cunningham, Josef Albers, John Cage, Buckminster Fuller.
El viraje definitivo de su obra se dio a fines de los 40s tras un viaje a México, donde artesanas aztecas le enseñan cestería, y ella aplica ese conocimiento a esculturas que, en ocasiones, recuerdan a nidos, crisálidas, planetas de árboles, crisantemos; también a linternas o cúpulas, tan diáfanas que una brisa pasajera puede hacerlas girar. Entre fardos de alambre, con gran destreza técnica, Ruth Asawa plasma lo que observa en su jardín: “la concha en espiral de un caracol, la luz a través de las alas de los insectos, las arañas reparando sus telas temprano en la mañana”. Como firme creyente del potencial radical del arte en la educación, también se dedicó a crear programas formativos y talleres; incluso jugó un papel decisivo en la apertura de la primera escuela secundaria pública de artes de San Francisco, en 1982, que en 2010 fuera rebautizada Escuela de Artes Ruth Asawa.
Hoy sus obras integran las colecciones de instituciones como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Guggenheim, el Whitney, el Museo J. Paul Getty en Los Ángeles, el Museo Young en San Francisco, entre otros. Y en este 2020, serán encantador aditamento a colecciones de filatelistas, conforme ha anunciado el Servicio Postal norteamericano que, en plan homenaje, seleccionó 10 piezas de la artista para su flamante set de estampillas.