Ayer nomás…

Con bombos y platillos tuiteros, el escritor especialista en tecnología Alex Wiltshire anunciaba días atrás la salida de su más reciente libro en su natal Gran Bretaña. Se trata de un tomo de cuidadísima edición que aborda -en sus exactas palabras- “la historia de la computadora hogareña con bellas imágenes que harán las delicias de aficionados al plástico beige, los teclados de goma y las inescrutables placas traseras de 100 modelos, desde la SDC Minivac 601, de 1961, hasta la Apple iMac G3, de 1998”. Y es que, con su monona colección de imágenes, Home Computers no deja de ser una propuesta celebratoria que pone el freno de mano a la vertiginosa industria PC para recordar un pasado relativamente reciente, donde “no había aún convenciones de diseño ni reglas sobre cómo debían lucir estas máquinas domésticas”. Hits masivos del mercado, rarezas y especímenes únicos han sido seleccionados con mimo para este compendio visual, que incluye detalles de interruptores y enchufes, de tempranas interfaces, logotipos y etiquetas (una breve historia de cada invención, en resumidas cuentas, con sus innovaciones, creadores, influencias), zambulléndose en el rompedor chiche desde los iniciáticos 70s hasta los 90s. “Este libro ofrece una reflexión sobre cuán lejos hemos llegado y una mirada nostálgica sobre un momento en que los mundos digitales estaban contenidos en una caja, ¡que se apagaba! en vez de permanecer omnipresente las 24 horas del día, cada día de la semana”, destacan las páginas del compendio vintage que revisa preciosidades como la Commodore PET 2001 (1977), la Intertec Superbrain (1979), la Dragon 32 (1982), la Matra Alice 90 (1985), la Acorn A3010 (1992), por mencionar algunas de las cien propuestas que oficiaron de nacimiento de la todopoderosa computadora hogareña, sintonizando la revolución digital, el diseño industrial de punta, la tecnoutopía…

Las heroínas de Manara

“En los últimos 50 años, el historietista italiano Milo Manara ha bosquejado personajes femeninos que pertenecen a un pasado colorido; en ocasiones, fantástico, mitológico. Pero muy recientemente, en los estadios tempranos de la pandemia, se sintió obligado a retratarlos de una manera bien distinta: de forma actual y real”, introduce el Washington Post al referirse a la tarea que ocupa las horas del maestro de la historieta erótica, autor de clásicos como El clic o El perfume del invisible. En estos días turbulentos, ha querido homenajear el artista a las heroínas invisibles que se arriesgan cotidianamente en pos de asistir a los demás: personal de limpieza de hospitales, cajeras de supermercado, policías y guardias de seguridad, empleadas del servicio postal, conductoras de ambulancia, enfermeras y médicas, barrenderas… A diferencia de lo que habitualmente se observa en su obra, las ilustra con… ¡pilcha!, enfundadas en los uniformes de sus ocupaciones y oficios, que de tan relevantes, no se han visto interrumpidos por el brutal avance del coronavirus en Italia. Recluido con su esposa Luisa en su casa de campo al norte de Véneto, explica el celebérrimo varón que -frente al desolador panorama en su país natal- le sentaba fatal seguir con su faena habitual. Decidió, entonces, poner el lápiz al servicio de “estas luchadoras anónimas, indispensables, que diariamente arriesgan su propia salud por los demás”. “He dedicado prácticamente toda mi carrera a celebrar la belleza femenina; era tiempo de que celebrase otros de sus atributos, como el coraje y el altruismo, una deuda pendiente”, reconoce Manara, de 74 años, que seguirá ampliando una serie que comparte regularmente en su cuenta de Facebook. “Tengo laburo para rato. Iré dibujándolas una a una, para que dentro de algunos años nos acordemos de lo que hicieron por nosotros. Quien sabe: quizás hasta nos enseñen a entrar a un mundo nuevo, mejor”.

Inédito Nascimento

Varios meses atrás, mientras recorría puestos de antigüedades en Río de Janeiro, se topó el carioca Rafael Cosme con una maleta repleta de fotografías viejas en la Rua do Lavradio. Aficionado a las imágenes antiguas -que sube a su cuenta de Instagram @villalobos y que le han servido para escribir una “guía turística del Río que ya no existe” a partir de postales rescatadas de los 50s en adelante-, hizo lo que acostumbra: hurgar. “Había miles”, cuenta, y pronto subraya que tras revisar y revisar dio con un hallazgo sensacional: “En medio de tantos paisajes y rostros desconocidos, me encontré con una cara familiar. Cinco registros de un joven Milton Nascimento”. En una, se ve al músico con un sombrero playero de diseños geométricos, sin camisa, serio; en otra, sentado en el banco de una plaza nevada, vistiendo un sobretodo abrigado. Los tesoritos activaron el costado detectivesco de Cosme, que raudamente preguntó a la vendedera si sabía dónde habían sido tomadas, quién era el fotógrafo, de qué año eran. Nada sabía la mujer, así que le pagó unos billetes Cosme y volvió a su hogar. Recurriendo luego a la mejor fuente posible: el propio Nascimento, artistazo que creciera en Três Pontas, pequeña ciudad del interior de Minas Gerais, autor de tan preciosos discos como Minas, los Clube da esquina (1 y 2), Geraes. “Al año siguiente de participar del Festival Internacional de la Canción de 1967, viajé a Estados Unidos para hacer el disco Courage. Recuerdo que pasé por Nueva York y luego fui a Los Ángeles, donde grabé en los estudios del legendario Rudy Van Gelder. Un momento muy intenso: viví allí al mismo tiempo que Tom Jobim estaba en la ciudad trabajando con Eumir Deodato, que también producía mi álbum. Y hasta hoy no había visto ningún registro fotográfico de esa época, excepto la portada de Courage, tomada por el gran Pete Turner. Así que se podrán imaginar mi sorpresa al conocer la maravillosa historia de este muchacho, Rafael Cosme, encontrando imágenes mías en una valija perdida por las calles de Río”, compartió con palpable emoción el músico a través de su cuenta de Facebook. Agradeciendo también a Marina Amaral, artista a la que recurrió Cosme para restaurar las fotos inéditas. Tan inéditas que no solo Milton no sabía de su existencia: tampoco recuerda quién las tomó. Sin más pistas que el lugar y la fecha -“1968, primer viaje al exterior de Nascimento”, recapitula un Cosme investigador-, el misterio continúa. Pero el muchacho carioca no baja los brazos: se ha dado a la misión de continuar indagando hasta dar con la identidad del fotógrafo. Sobra decir que aprovechará el descubrimiento para acercarle los originales a Milton nomás pase la pandemia y así conocer a uno de sus músicos preferidos. Anima (1982), reconoce, es su disco favorito de todos los tiempos. En miras de todo lo acaecido, una verdadera pena que no sea Courage…