Nadie sabe cuánto durará la pandemia de Covid-19 ni cómo será el futuro. ¿Qué quedará en pie de las experiencias previas y qué nuevas “normalidades” surgirán? “¡Sálvese quien lea! del neoliberalismo nos curamos juntxs” es una iniciativa colectiva entre pequeñas y medianas editoriales, librerías y cooperativas (atendidas por sus dueños) y los lectores para poder encontrarse a través de los libros en tiempos de aislamiento físico y preventivo. La idea consiste en comprar al menos tres títulos “en adelanto” de los 120 ofrecidos por 27 editoriales a precios promocionales y definir en función de un listado previo de librerías dónde los retirarán una vez finalizada la cuarentena. El colectivo, Culmine, Rara Avis, La mariposa y la iguana, Ubu, Hekht, Del Signo, Muchas Nueves, Tren en movimiento, Ripio, La Libre Editorial, Batalla de Ideas, Razón y Revolución, Puntos suspensivos, Santos Locos, Milena Caserola, Alto Pogo, Mil Campanas, Madreselva, Alcohol y fotocopias, Dobra Robota, Anarres, Herramienta, Newen Mapu, Metrópolis, Dualidad y Sylone son las editoriales que participan.

Los libros se podrán retirar en las librerías Céspedes (Colegiales), Ritualitos (Liniers), La libre (San Telmo), Mandrágora (Villa Crespo), Musaraña (Vicente López), Luz artificial (Boedo), Kokoro (Almagro), Barrilete Libros (Parque Patricios), Gambito de Alfil (Flores), La Coop (Almagro), Corneja (Villa Urquiza), El Aleph (Almagro), De la Mancha (Centro), Otras orillas (Barrio Norte), Páginas Libres (Constitución) y CCC (Centro). A los cuatro años de crisis por la caída de las ventas de libros que venía padeciendo el sector, se suma un problema más: la parálisis que está generando el coronavirus por la imposibilidad de imprimir libros –que no han sido considerados “servicios esenciales”- y vender sólo con entrega a domicilio, habilitada recién esta semana, en el caso de las librerías. La supervivencia de muchos sellos autogestivos y librerías está en riesgo.

“Hay un recorrido, una historia, entre las editoriales, las librerías que participan y la comunidad lectora”, plantea Gonzalo Miranda, editor de Muchas Nueces. “Muchos nos mandan mailes y nos dicen ‘ustedes me avisan cuándo voy a buscar los libros’. Hay una solidaridad para cuidar estas experiencias y la comunidad lectora que nos sostiene es la que hace que nosotros, como responsabilidad ética, tengamos que proponer una salida juntos”, agrega el editor. Desde que se habilitó el formulario (https://bit.ly/2V3wIEy ) ya han vendido más de 300 libros en esta modalidad de compra a futuro, también implementada por librerías de espacios culturales, como La Librería del Conti del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, con cupones para canjear que van de 500 a 3000 pesos ([email protected] ). Entre las opciones que se pueden elegir del catálogo de las editoriales se destacan En casa, de Mona Chollet (Hekht); Travesti, una teoría lo suficientemente buena, de Marlene Wayar (Muchas Nueces); Poemas para no ir a trabajar, de Fernando Aita (La Libre); Ensayos en torno a la colonialidad del poder, de Aníbal Quijano (Ediciones Del Signo); y Simón, del poeta trans masculino Gaita Nihil (Puntos Suspensivos).

Marilina Winik, editora de Hekht, dice que hay una forma de pensar y actuar en conjunto de las editoriales que participan. Nadie se salve sole, solo, sola; eso es lo que pensamos y ponemos en acción un montón de trabajo que venimos desarrollando desde hace mucho tiempo, tanto con las librerías como entre las editoriales y las maneras en que nos acercamos a las comunidades lectoras. Hay un vínculo de ida y vuelta, que es multidireccional, en donde los libros que estamos tratando de publicar tienen una intencionalidad política, en estos tiempos en que efectivamente los paradigmas del mínimo comercio de la subsistencia caen porque no hay contacto con les otres”, explica la editora de Hekht, que ha publicado Defenderse. Una filosofía de la violencia, de Elsa Dorlin; y Guerrilleras, de Monique Wittig, entre otros libros. “Hay un compromiso fuerte con este entorno que hemos creado; todos somos parte de este mismo magma, estamos todes encerrades –advierte Winik-. Esta cuestión comunitaria no tiene que ver con el consumo, sino con qué resistencias se pueden construir, a pesar de un contexto totalmente incierto”.