Desde París

Tiempo después. Un tiempo mucho más breve que los 8 siglos de vida de la catedral de Nôtre-Dame devorados por las llamas hace un año ha dejado al monumento francés en una inmovilidad absoluta. El coronavirus interrumpió la marcha de la catedral hacia su renacimiento. La aureola de la catedral de Nôtre-Dame, oscura y ceñida por las sombras, ni siquiera sobresale en este París vacío, empujado por la pandemia a quedarse en casa. Todo está inmóvil, como congelado en un bloque de cenizas. Un año después del incendio de Nôtre-Dame, el coronavirus confinó también a la catedral hacia un segundo plano. Este miércoles 15 de abril debió inaugurarse el acceso a la explanada exterior. Pero está todo quieto. La monumental grúa erigida a un lado del monumento, reservada al retiro de los andamiajes montados antes del incendio, sigue allí, cuando debió ser retirada a finales de marzo. Se ha paralizado también la investigación que debía determinar las causas oficiales del incendio. El motivo oficial continúa bajo el sello de “indeterminado”. No se puede aún acceder a la zona “nuclear” donde se desató el fuego porque los andamiajes no fueron desmontados. Las 500 toneladas de material fundido tal vez encierren el secreto.

Lo único que sigue en pie es el sueño de restaurarla en los plazos fijados, o sea, cinco años. El presidente francés, Emmanuel Macron, prometió que así sería. ”He prometido que reconstruiríamos la catedral en un plazo de cinco años y haremos todo para respetar ese plazo”, dijo el jefe del Estado en un video grabado especialmente para este siniestro aniversario. Por ahora, Nôtre-Dame duerme su eterno sueño de piedras y de fe. Desde el pasado 16 de marzo los trabajos están paralizados para proteger de la pandemia a los setenta obreros encargados de los trabajos. No se puede decir “restauración” porque esta etapa ni siquiera ha comenzado. Precisamente, para que se inicie el renacimiento de Nôtre-Dame era imperativo, antes, extraer las 40 mil piezas de metal que ya fueron “estabilizadas”. La expansión de la pandemia interrumpió esa preetapa esencial. El general Jean-Louis Georgelin, presidente del ente  público para la restauración de la catedral, reconoció que “ha habido un poco de atraso” en esta etapa decisiva. La importancia es doble: acceder al foco del incendio y dar comienzo a la verdadera reconstrucción de la catedral. Con todo, en una entrevista con el semanario conservador L’Express, el general nombrado por Emmanuel Macron consideró que era perfectamente “posible devolver la catedral al culto dentro de cinco años”. Jean-Louis Georgelin prometió que el 16 de abril de 2024, o sea, cinco años después del incendio, se celebrará en la Catedral un Te Deum ”entre las 11 y las 11 30 de la mañana”. Dinero no falta, al menos por el momento. Las megamillonarias donaciones aportadas por las grandes fortunas del país como el grupo de lujo LVMH (200 millones), la familia Pinault (100 millones) o los herederos de la multinacional L’Oréal, familia Bettencourt (200 millones), siguen en pie. En total, las promesas de donaciones alcanzaron 900 millones de euros. Esa cifra desató en Francia un inmediato debate. La suma imponente dedicada a reconstruir un monumento considerado patrimonio de la humanidad era muchísimo más elevada que la que se entrega para proteger a la misma humanidad, o sea, los pobres.

Nôtre-Dame está suspendida en el tiempo del incendio y en el de la pandemia. Pero no silenciosa ni abandonada. Antes del coronavirus miles de personas se acercaban cada día a presenciar los trabajos. Este miércoles, a las 8 de la noche, la Catedral se sumó al homenaje diario que, cada día a esa hora, la población le ofrece al personal médico. El tañido de la segunda campana más grande de Francia, situada en la torre Norte de  Nôtre-Dame retumbó anoche junto a los aplausos y los bocinazos que celebran a quienes preservan nuestras vidas.