El oficialismo busca aprobar un impuesto a los grandes patrimonios para financiar parte de las políticas públicas en el marco de la emergencia por el coronavirus. La parálisis de amplios sectores productivos por la cuarentena genera una brusca caída de la recaudación. Mientras, la necesidad de sostener los ingresos de la población que se mantiene en su casa sin trabajar, incrementa exponencialmente los gastos. 

El resultado es un salto brusco del déficit público que se proyecta en, por lo menos, unos 5 puntos del Producto Interno Bruto, sin contar los pagos de intereses que se espera posponer en el marco de la renegociación de la deuda.

El financiamiento del abultado déficit público por el Banco Central implica prácticamente duplicar la emisión monetaria. Esa liquidez alimenta los mayores ahorros de quienes, en el marco de la cuarentena, mantienen elevados ingresos pero ven reducidos su consumo a lo esencial. Como una parte importante de ese excedente se dolariza termina presionando sobre el dólar paralelo. La reciente suba del dólar “contado con liquidación” hasta los 110 pesos ampliando la brecha con el oficial al 70 por ciento es una muestra de ese proceso.

Para reducir esa presión sobre las cuentas públicas que termina alimentando la corrida cambiaria el oficialismo diseño el "Impuesto Patria” que grava a los mayores patrimonios. Los cálculos optimistas sobre cuánto se recaudaría por ese tributo estiman que sería 1,0 por ciento del Producto. 

De esa manera, si bien disminuye el problema no lo elimina. Otras alternativas, como facilitar la venta de dólares (eliminando el “parking”) de sectores que requieren enfrentar gastos y vieron reducidos sus ingresos puede colaborar. Lo mismo la compra de títulos en dólares por el Banco Central u otras entidades públicas, que disminuyan el valor del dólar contado con liquidación (que surge de la cotización de los bonos argentinos cuando se los compra en pesos o en dólares). También estimular una suba de tasas de los plazos fijos que hoy pagan hasta 30 puntos por debajo de la inflación, para retener los ahorros en el sistema local.

Volviendo al Impuesto Patria, ya cosechó el rechazo de la Unión Industrial Argentina, algunos integrantes de la Mesa de Enlace, economistas ortodoxos y medios concentrados, argumentando que desalienta la inversión. 

Es interesante que al abanico de quienes se oponen al impuesto a los grandes patrimonios para financiar la emergencia por el coronavirus sean los mismos que rechazan un incremento del déficit público por sus consecuencias inflacionarias.

Muchos economistas del establishment llegaron incluso a advertir sobre el riesgo de una hiperinflación por la crisis de las cuentas públicas que implica la pandemia. Parece que la ortodoxia monetaria se acaba cuando amenaza tocar sus bolsillos. ¿O acaso pretenden que el Estado se desentienda de la problemática y deje que el virus se expanda matando a parte de la población? ¿A eso están dispuestos a llegar antes de colaborar con un porcentaje mínimo de su riqueza para atender la emergencia de salud?

@AndresAsiain