En tiempos de pandemia ¿qué destino tienen las adicciones? Las adicciones nos conducen a pensar en los excesos. Encuentro aquí el contrapunto: se habla de adicciones generalizadas, de globalización del mundo y ahora llega esta pandemia que nos acecha como un enemigo (que puede ser el otro y uno mismo, potencial). Jugando un poco con los significantes, la “viralización” hoy afecta al mundo y a la vida cotidiana. También se han instalado restricciones a las que estamos todos sometidos.

Hay un exceso que toca las adicciones y también a una pandemia, como se indica en su definición misma: “abundancia excesiva de algo que se extiende de modo repentino”. De hecho, algunos programas políticos y antiguos paradigmas, hablan de “la epidemia de las drogas”, y “la guerra contra las drogas”. Entonces se impone una sintonía entre ambas, adicciones y pandemia (más prolífica y excesiva que la epidemia) que nos conducen a analizar sus cruces y bifurcaciones.

El adicto sufre de encierro y restricciones. Su goce lo confina a un aislamiento o sólo le permite hacer lazos con otros con los que comparte la misma sustancia o práctica y se encuentra por lo tanto, limitado en su capacidad de vivir y desear. Porque el goce del toxicómano nada tiene que ver con el deseo y el placer que nos abrocha a la vida.

Este es un momento muy especial e interesante. Algunos viven la pandemia como una coartación de la libertad, encuentran en el “cuidate y cuidá” un imperativo insoslayable. Otros sujetos, naturalizan el “quedate en casa” y logran ser obedientes a lo que se aconseja en diferentes espacios psi: tener una rutina, plantearse metas, pensarlo como algo transitorio, entre otros tips. Algunos más, realmente se desmoronan, caen en un abismo angustiante por no poder seguir gozando como antes: de un deporte, de una sustancia, de una práctica. Hay desestabilizaciones que conmueven toda la estructura de un sujeto y sienten la inminencia de la muerte hasta en el aire que respiran.

Nos toca a los practicantes del psicoanálisis, estar a la altura de esta época y reinventarnos. En las consultas online, porque ya no podemos poner el cuerpo, también aparecen sujetos ya no tan preocupados por ese único objeto al que se encuentran adheridos (juego, sustancias, alcohol), sino que su pensamiento gira en torno a un nuevo exceso que se impone, silencioso y omnipresente: “podría infectarme…”, “el virus está en todas partes”.

Si bien lo singular opera en la metabolización de este real insoportable, considero que los trabajos colectivos, desde los estados, las instituciones educativas, de salud, las psicoanalíticas, podrían conducir a encontrar modos de tratarlo, para una vez más, a lo largo de la historia de la humanidad, inventar o hacer algo con los estragos que producen los excesos y el goce solitario.

*Psicóloga. Psicoanalista. De TyA Rosario (Toxicomanías y Alcoholismo).