Mañana se cumplirán 25 años del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires. Como siempre, a las 14.30, la hora del atentado, se realizará un acto de recordación en la esquina donde estaba la delegación diplomática, Posadas y Suipacha. La lógica indica que, como ocurrió en todos los años desde 1992, los discursos pondrán el acento en la falta de resultados de la investigación: nunca hubo una prueba concreta que señalara a los culpables, nunca hubo un detenido y las órdenes de captura que emitió la Corte Suprema –encargada de investigar el ataque– se basaron apenas en informes de inteligencia, no en evidencia judicial. La hipótesis oficial es que el atentado fue cometido por integrantes de la organización libanesa pro-iraní Hezbollah por lo que se pidió la captura de su jefe militar. Y muchos años después se habló de un misterioso testigo aparecido en Jordania, pero que nunca declaró en la causa. Finalmente se ordenó la captura del supuesto organizador del atentado contra la AMIA, Samuel Salman El Reda, al que también se le adjudicó la autoría del ataque contra la Embajada. Los actuales fiscales de la Unidad AMIA establecieron que el nombre está equivocado, aunque se trataría de alguien cercano a Samuel Salman. El plan principal pasa hoy en día por hacer aprobar en el Congreso la ley de juicio en ausencia, que se aplicaría con retroactividad tanto al caso AMIA como a la Embajada, con lo que se le daría un punto final a ambas investigaciones.
Acto
El acto por el 25 aniversario será encabezado por el director general de la Cancillería de Israel, Yuval Roten, quien también será uno de los oradores. Además hablarán uno de los familiares de las víctimas, posiblemente el arquitecto Gabriel Pichón, y el embajador de Israel en Buenos Aires, Ilan Sztulman. Comprometieron su presencia la vicepresidenta Gabriela Michetti y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
El presidente Mauricio Macri recibirá a la delegación israelí y a los familiares también mañana, a las 9, en la Casa Rosada y hay versiones que indican que el mandatario se haría presente en el acto.
Es seguro que a la concentración se acercarán figuras de la oposición, pero la relación con el kirchnerismo está deteriorada. La ruptura se produjo esencialmente a raíz de la firma del memorandum de entendimiento con Irán, al que Israel se opuso en forma categórica. El gobierno de Benjamin Netanyahu no sólo puso el grito en el cielo por el tratado rubricado por la Argentina, sino que sigue furiosamente en contra del que firmaron Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido con Irán. Por el lado del kirchnerismo se piensa que Israel operó contra el gobierno de Cristina a través de Alberto Nisman, de Jaime Stiuso y de la oposición macrista y que hoy lo sigue haciendo fogoneando las causas judiciales contra la ex presidenta.
Fracaso
Queda claro que a 25 años del atentado, el caso de la Embajada de Israel está marcado por el fracaso de la investigación. Nunca hubo un detenido, ni siquiera un sospechoso real. Hace dos años, el titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, protagonizó un gravísimo blooper cuando dijo que el caso de la Embajada era cosa juzgada, algo así como caso cerrado. La afirmación causó estupor porque nunca se averiguó nada. Poco después, la propia Corte dio a conocer un informe para arreglar el desaguisado. Dijo entonces que la causa seguiría abierta pero que está claro que el atentado se cometió con una camioneta Ford F-100 comprada en la avenida Juan B. Justo, que se estacionó en un parking de la avenida 9 de julio, que alguien sacó el vehículo de allí minutos antes del atentado, lo llevó hasta el frente del edificio de la embajada y accionó los explosivos que estaban dentro de la camioneta. La metodología fue muy similar a la que se usó en el atentado contra la AMIA. Hasta hoy no está claro si hubo un suicida o no y la investigación oficial tardó cinco años para determinar que los muertos no fueron 29 sino 22.
De aquel informe, emitido 23 años después del ataque surgió un dato asombroso: que en 2001 se le tomó declaración en Jordania a una persona llamada Hussein Mohamad Ibrahim Suleiman, quien admitió que le dieron explosivos en Foz de Iguazú, los pasó en autobús a la Argentina y fueron usados en el atentado. Nadie explicó como Suleiman nunca declaró en la causa judicial ni siquiera por qué no existe una orden de captura. Tampoco tiene explicación que lo hayan dejado ir después de semejante confesión. Pese a todo eso, la Corte tomó su testimonio como una evidencia.
Para redondear y sólo en función de informes de inteligencia, el máximo tribunal imputó al jefe militar de Hezbolá, Imad Mughniyeh, a quien asesinaron en Damasco, Siria, en febrero de 2008, poniéndole un explosivo en el apoyacabezas de su asiento en una camioneta. El otro imputado es Salman El Reda, al que el fiscal Alberto Nisman señaló como el organizador del atentado contra la AMIA. Se ve que la Corte consideró –sin prueba alguna– que los dos ataques tuvieron el mismo formato y el mismo organizador.
El nuevo equipo de fiscales de la Unidad AMIA, trabajando con Interpol, demostró que el nombre de Samuel Salman El Reda está equivocado y que el prófugo real, el sospechoso, tiene otro nombre que, por ahora, se mantiene en reserva. Como se ve, las pruebas casi no existieron, el único testigo que parece tener datos de relevancia no apareció nunca ni declaró en la causa, se acusó a un jefe militar de Hezbolá sin evidencias y se busca a un prófugo con el nombre equivocado. Lo único existente son informes de inteligencia, no pruebas judiciales.
Final
En 25 años no se pudo avanzar, en esencia porque no hubo voluntad política de investigar durante el gobierno de Carlos Menem, es decir cuando se produjo el atentado. El caso se dejó en manos de Israel que ya en dos oportunidades dejó entrever que ejecutó a los autores, aunque nunca habló de nombres. Por lo menos parece que opinaron distinto que la Corte ya que el verdadero El Reda supuestamente vive en El Líbano o Irán.
En cualquier caso el gobierno de Mauricio Macri tiene tomada la decisión de avanzar con la ley de juicio en ausencia, presentada esta semana en el Senado. La mayoría de los juristas, incluyendo al ex presidente de la DAIA, Jorge Kirzembaum, consideran que se trata de una norma inconstitucional –no se juzgó en ausencia ni siquiera a los represores de la dictadura– y que, además, no correspondería aplicarla en forma retroactiva, pese a que se trata de una norma procesal. En países como Francia o Italia existe el juicio en ausencia, pero ya la Corte Europea exigió la presencia de los imputados en el juicio y lo mismo ratificó la Corte Suprema de Estados Unidos. Más allá de todo, la idea es condenar a los sospechosos iraníes del atentado contra la AMIA –que serían los mismos de la Embajada– y dar por cerrados ambos casos. De eso también se escuchará hablar mañana en el acto.