Los militantes eternos, los utópicos combatientes por un mundo mejor, a menudo se olvidan del temor y se lanzan al futuro aunque su cuerpo los traicione. Si el motor de esa mística militante es la salud y la justicia social, entonces el militante eterno no desfallecerá hasta agotar su último suspiro. 

Si la vida es demasiado corta, si te arrebata las fuerzas en la víspera de cumplir 39 años, entonces la vida del militante eterno deberá ser un frenesí de amor, compromiso y compañerismo

Nuestro militante eterno, Federico Kaski, nos dejó a sus compañeros los abrazos, las ideas, las convicciones y la energía para luchar. Empezando por transformar la medicina en una medicina social o conquistar el derecho a la salud mental. Luchó como nadie por medicamentos accesibles y justos, como un bien social. Que hayamos tenido tratamiento para la hepatitis C en Argentina fue mérito de él, así como que los jubilados tengan medicamentos gratuitos desde el PAMI.

Nuestro militante eterno transcurrió rápido la vida fundando, creando, inaugurando. Siempre sabiendo y transmitiendo que había que militar y construir en todas las situaciones y que siempre se podía ayudar un poco más. Fundó la agrupación estudiantil Síntesis en la UBA, luego fue parte de La Cámpora y creador de la Fundación Soberanía Sanitaria. Como médico psiquiatra nunca abandonó el hospital público, como docente, las universidades públicas y como militante, los territorios. Como sanitarista también se destacó como subadministrador de la ANMAT, como secretario de Programas y Políticas Sanitarias del Ministerio de Salud de la Nación, como subsecretario de Educación Médica de la Facultad de Medicina de la UBA y finalmente como secretario general técnico médico del PAMI.

Quizás una de las características más admirables era su capacidad de ser duro con los poderosos y sensible con los necesitados. De ser incansable con la voluntad de unir, nuclear, construir y consolidar todos los espacios que tuvieran como perspectiva garantizar el derecho a la salud.

Transformar la vida de todos los que caminamos junto a él es también otra de las tareas de nuestro militante eterno. Nos enseñó a ser amigos, compañeros, leales y coherentes en todo momento. A entender en la propia carne la idea superadora de la construcción colectiva. A nunca, nunca, tener miedo.

Como última enseñanza sanitaria, nos mostró que cuando una enfermedad no puede ser curada lo único sano que se puede hacer es luchar y que, mientras más te consuma, más a fondo es la lucha.

La lucha es salud y se siembra en medicamentos para los y las jubiladas. Se siembra en miles de militantes que tomarán el nombre de nuestro militante eterno hasta conseguir lo que siempre dijo: la salud es un derecho, no una mercancía.

Nicolás Kreplak es viceministro de Salud bonaerense.