Nunca hubo tanta actualidad en la TV abierta como hoy en día. El interés por el coronavirus, el aislamiento preventivo obligatorio y la necesidad económica de los canales fueron los ingredientes de un combo que transformó a la pantalla chica argentina en lo más parecido a un noticiero en continuado. Todos los canales de TV abierta modificaron sus programaciones, sumando horas informativas a sus grillas diarias. En todas las pantallas, el contenido periodístico le gana en volumen al entretenimiento. Además, por primera vez en la historia de la TV argentina, en el prime time de todos los canales hay más programas periodísticos que de cualquier otro género. Este escenario de inédita sobreinformación cuenta además con otro ingrediente que lo vuelve objeto de estudio: la agenda televisiva gira en torno (casi) exclusivamente al coronavirus, como si ninguna otra cosa pasara en la realidad. La TV argentina se volvió monotemática. Y la “panelemia” -esa epidemia que azota a la pantalla chica desde hace tiempo- está a la orden del día.
Basta repasar algunos datos para comprender la magnitud de la transformación de una pantalla chica en la que no hay lugar (ni plata ni planificación) para contenido grabado que vaya por otros carriles. La programación “en vivo” y monotemática se convirtió en regla. En la actualidad, América cuenta con 14 horas diarias periodísticas dedicadas al coronavirus; El Nueve supera las 10 horas por día, incluidos ciclos de entretenimiento que súbitamente viraron sus contenidos hacia la información sobre la pandemia; El Trece ya alcanza las 8.30 horas diarias exclusivas al Covid-19; Telefe programa 8 horas periodísticas, y desde la semana próxima sumará una más. La realidad se impuso por interés del público y pragmatismo artístico. Una relación de conveniencia que, sin embargo, no siempre resulta conveniente. ¿Es saludable que los canales vuelquen casi todo su contenido a informar y analizar sobre un tema que genera tanta incertidumbre como el coronavirus? ¿Hay tanta información sobre la pandemia como para estar desde hace más de un mes sin otro tema?
El caso de Telefe, la señal líder de la TV argentina, es sintomático del momento. A diferencia de otro período de su historia, cuando la información le pasaba de costado, el otrora “canal de la familia” fue el que más modificaciones sufrió en su programación. A medida que la “cuarentena” se extendía, la pantalla de Viacom fue flexibilizando a sus programas y sumando ciclos periodísticos a su oferta. Su primera movida fue extender la duración del noticiero central de Telefe Noticias, que desde hace semanas se convirtió en el programa más visto de la TV argentina. El periodístico conducido por Rodolfo Barili y Cristina Pérez ahora se emite de 20 a 22, sumando 45 minutos a los habituales. El acompañamiento de la audiencia llevó a Telefe a sumar otro periodístico, en este caso el especial Juntos podemos lograrlo, que diariamente se emite de 9.30 a 11. La sumatoria de noticieros relacionados a la covid-19 llegó, incluso, al fin de semana, programando noticieros nocturnos los sábados y los domingos.
Como si no fueran suficientes ediciones, desde el lunes Telefe incorporará otro noticiero diario, que completará tres de las cuatro horas del prime time dedicadas a la pandemia. La emisión nocturna de Juntos podemos lograrlo será conducida, a las 22, por Santiago Del Moro, que de esa manera volverá a encabezar un periodístico tras su paso por Intratables. Del Moro estará acompañado por los periodistas Melina Fleiderman y Paulo Kablan, el doctor Guillermo Capuya y las crónicas en escritor de Roberto Funes Ugarte, además del humor de Nacho Bulian. En total, serán más de 9 horas diarias de programación periodística dura, que todas las noches se cierra con Staff de noticias, con Gisela Busaniche y Nacho Girón. Además, cuenta con un ciclo como Cortá por Lozano, con Vero Lozano, que tiene la flexibilidad necesaria para adaptarse a lo que la realidad mande, en ese mix de humor y actualidad que tanto le rinde en audiencia.
Otra de las pantallas que sufrió una transformación brusca de su programación fue la de El Nueve. El canal no solo sumó horas periodísticas, llegando a un total de 10 diarias, sino que además volcó casi toda su programación a la pandemia. A las cuatro ediciones habituales de su noticiero, le sumó una de tres horas los sábados y domingos (de 16 a 19) y otra de Quédate en casa (con Luis Bremer y Tatiana Schapiro) en ambos días del fin de semana, a las 21.30. Además, readaptó programas puros de entretenimiento a lo periodístico, como El show del problema y Mejor de noche. Una jugada arriesgada, considerando que Bendita es el programa que más rating hace, sin haberse corrido de su estilo humorístico girando en torno a lo que sucede en la pantalla chica. ¿Los televidentes buscan informarse con ciclos que durante años entretuvieron y que de la noche a la mañana cambiaron bruscamente su formato?
En El Trece hay en la actualidad 8 horas y media diarias de puras noticias. Su mayor transformación se dio en el prime time, donde al igual que Telefe tiene tres de cuatro horas de noticieros. A la extensión hasta las 22 de Telenoche (ahora va de 20 a 22), el canal del Grupo Clarín adelantó para las 23 su noticiero de cierre En síntesis, dejando como único programa de entretenimiento a Todos a bordo, el ciclo de Guido Kaczka que fue -bajo rating mediante- reduciendo su tiempo al aire. Para sumar contenido informativo, el canal pateó la repetición de la novela turca Las mil y una noches para después de la medianoche, que ahora cierra su programación diaria. Además, tanto Nosotros a la mañana como Crónicas de la tarde suelen adaptar su contenido a la información referida al coronavirus.
Si bien su pantalla es “en vivo” desde hace años, América TV también sufrió algunos cambios. Las 14 horas y media informativas-periodísticas son flexibles a la actualidad, incluso para ciclos como Intrusos y el inefable Polémica en el bar. El primer gran movimiento que provocó al pandemia fue la finalización del ciclo de Moria Casán, Incorrectas, y su reemplazo por un periodístico más duro como Fantino a la tarde, que marcó el regreso a la pantalla del exanimador de Animales sueltos. Además, la señal del Grupo Vila completó su noche de domingos con dos periodísticos tradicionales, con Antes de mañana (con Antonio Laje) y Living en América (con Fantino y Débora Plager). América es el canal que más horas y paneles le dedica al coronavirus.
Por su parte, la TV Pública fue otra de las pantallas que el aislamiento condicionó visiblemente, pero en este caso por el gran volumen de horas de su programación destinadas a Seguimos educando. El contenido para los tres niveles educativos producidos por el plan educativo del Ministerio de la Nación y la Secretaria de Medios y Comunicación Pública trastocó su programación habitual. En su caso, en materia informativa la pantalla estatal también decidió extender su noticiero central, que ahora se emite entre las 20 y las 22.
El interés periodístico de los canales tiene su lógica: el coronavirus es una de la principales preocupaciones de los argentinos. Las plantillas de audiencia de Kantar Ibope Media así lo demuestra: los noticieros de cada canal se transformaron en los programas más visto de cada pantalla. Según un informe publicado por la empresa que mide la audiencia, del 2 de marzo al 19 -ya en cuarentena- todas las ediciones de los servicios informativos de la TV incrementaron su rating: las de la mañana crecieron un 31%, las del mediodía un 48%, las centrales un 83% y las de la medianoche un 42%. Además, las señales informativas de TV paga en ese período tuvieron un aumento de su audiencia del 133%. La pregunta que el correr de los días seguramente se responderá es si, acaso, tanta actualidad informativa alrededor de la covid-19 no agotará a la audiencia. ¿El pueblo únicamente quiere saber de qué se trata o también necesita entretenerse en su aislamiento preventivo obligatorio?
Sobredosis de TV
Por Santiago Marino *
En el marco de la cuarentena el sistema de medios se expone dinámico ante un mundo en pausa. Las audiencias parecen haber “vuelto” a la TV. ¿O en realidad nunca se habían ido? Se escucha más radio “en la radio” y menos podcast. La música no está sólo en Spotify, donde las listas se volvieron más melancólicas. Aparece compartida y en las redes, con versiones “en aislamiento” (no se pierdan las de Divididos, El Plan de la Mariposa, Sting, Jimmy Fallon y otres).
La TV local ofrece distintas formas de adaptación al contexto. Con sus estrellas extrañamente fuera de la pantalla. El "Rey Marcelo" está en crisis con el Grupo Clarín, lejos de volver (de Esquel) y con incertidumbre sobre su futuro. Susana y Mirtha (también Moria), con edades que las ubican “población de riesgo”, (no) se ven desplazadas y sin fecha de regreso.
Hay decisiones tácticas, de reacción y ¿corto? plazo. Son ejemplos los cambios en las grillas, en la propia dinámica y estructura de los programas, la suspensión de la ficción (de las pocas horas que se producían en el país). Otras definiciones parecen estratégicas, estructurales y para el largo plazo, que será quién sabe cuándo. Entre ellas asoman los acuerdos empresarios de productoras y canales, la llegada de Pluto TV y el crecimiento del audiovisual ampliado.
La pantalla se llenó de contenido sobre la emergencia, con cualidades y respeto a la responsabilidad social algo dispares. Sin resolver el dilema sobre qué fue primero -¿el huevo o la gallina?-, la teoría sostiene que en las industrias culturales la oferta condiciona la demanda, mientras que los jugadores del mercado expresan que las audiencias “piden más” de esto.
Así, por ejemplo, la mayoría de los canales de TV abierta y de las ¡seis! señales de noticias de la TV paga (A24, C5N, TN, Crónica, Canal26, CNN) de o con producción local, llevan adelante –con excepciones- un modelo de cobertura que impacta por el morbo y la personalización. Se sostiene en “historias de vida” a las que agregan críticas sobre diferentes cuestiones (la cuarentena en sí, temas sanitarios) que exponen desconocimiento y ponen en duda los aportes de especialistas a quienes consultan.
Eso convive con el escaso uso que realizan de un recurso de la comunicación pública muy destacable en estos días. Lo lleva adelante Carla Vizzoti, Secretaria de Acceso a la Salud del (recreado) Ministerio de Salud de Nación. Su conferencia matinal es clara, concreta, ofrece datos de modo sistemático. Los acompaña de especialista en temas tan diversos como el cuidado para adolescentes, la vacunación contra la gripe, recomendaciones para coberturas periodísticas y el sexo virtual en el aislamiento. Solo la TV Pública la transmite cada día en vivo. Ningún medio privado comercial audiovisual lo aprovecha. Es gratis, lo tienen ahí. Vizotti informa con registro mediático (fue columnista en Radio Con Vos antes de regresar a la gestión pública). Pero no, pues se aleja del morbo. Es un botón muestra de lo que sobresale en esta sobredosis de covid-19 por TV. Que pase pronto. Ojalá.
* Docente e investigador UBA-UNQ
Viejos problemas
Por E.R.
La TV en cuarentena mutó hacia una dimensión desconocida. El aislamiento social, preventivo y obligatorio no sólo impuso la era de la “recontrainformación” en la pantalla chica, sino que también modificó visualmente a la TV abierta argentina. La de los cronistas de exteriores guarecidos de todo tipo de tapabocas y de anteojos -en algunos casos-, sumado al poco glamoroso y elegante papel film envolviendo el capuchón de los micrófonos, será una de las imágenes de esta pandemia en la pantalla chica. Los micrófonos con largas e improvisadas cañas para mantener la distancia, también. Claro que no serán las únicas. Si algo quedará en la retina de muchos televidentes es esta particular televisión producida a distancia, con conductores, columnistas o entrevistados saliendo desde sus casas mediante videollamadas.
La imagen pixelada una y otra vez, el uso de la plataforma Zoom básica y gratuita cortando cada 40 minutos las transmisiones colectivas, los diálogos imposibles entre los que están en el estudio y quienes salen desde sus casas -delay y sonido entrecortado, incluidos- volvieron imposibles ver algunos programas. La pandemia no solo expuso las limitaciones de la televisión a distancia y del uso de la tecnología; fundamentalmente, lo que dejó en evidencia en estas semanas es la falta de recursos de la industria argentina, tanto tecnológicos como económicos para afrontar este escenario inédito e incierto. Esos primeros planos espantosos de invitados siendo entrevistados desde sus casas, convirtiendo a las bibliotecas de cada cual como “la” escenografía de estos tiempos, marcan cierta carencia artística de quienes hacen TV argentina hoy en día. A un mes de que se decretara el aislamiento obligatorio, nada cambió desde entonces. En la era del HD y el 4K, la pandemia devolvió a la pantalla local los problemas de aquellos viejos años del blanco y negro y la perilla del horizontal / vertical en el televisor.