Irán es el país más afectado por el coronavirus en Medio Oriente. Su gobierno se enfrenta al doble desafío de contener la pandemia y sobrellevar una enorme crisis económica. Esta empezó en 2018 cuando Estados Unidos le impuso duras sanciones alegando el incumplimiento de un acuerdo nuclear firmado entre Irán y las grandes potencias. El bloqueo de la administración Trump significó para el país la imposibilidad de entablar relaciones comerciales con buena parte del mundo. Ante este panorama el presidente de Irán Hasan Rohani viene llevando adelante una estrategia muy criticada: mantener en fruncimiento la economía para no profundizar la crisis. Esto le valió muchas críticas ya que el gobierno aún no decretó el aislamiento obligatorio. Irán es el octavo país a nivel mundial con más personas infectadas: 79.494. El número de muertos escaló a 4.958.
El peso de las sanciones
En la última semana la cifra de fallecidos por Covid-19 en Irán no sobrepasó los dos dígitos, algo que no ocurría desde mediados de marzo. Ese dato llevó a las autoridades a plantear un panorama optimista para el futuro. Pero detrás de los números sale a la luz la enorme fragilidad de la economía iraní. El gobierno se mueve en la delgada línea de intentar cuidar la salud de su población sin apagar la economía. "No hay otra opción", dijo Rohani. "Queremos mantener al mismo tiempo la mayor actividad económica posible y la lucha contra el coronavirus", declaró hace algunos días el mandatario.
Para eso, el gobierno determinó un cese parcial de actividades donde los principales motores productivos continuaron en funcionamiento. No se decretó el aislamiento obligatorio sino una “separación social inteligente” que pide a las personas mantener una distancia razonable entre sí. En cuanto a las empresas, el gobierno determinó que las actividades catalogadas como de “bajo riesgo”, que estaban paralizadas, vuelvan a funcionar en todo el país salvo la capital, Teherán. Para eso tuvieron que inscribirse ante el Ministerio de Salud y cumplir ciertos protocolos sanitarios. La medida se aplica desde el sábado pasado y empezará a regir en la capital a partir del 18 de abril. "La reanudación de la actividad no significa ignorar las consignas sanitarias", declaró Rohani hace algunos días.
El cese de actividades significó un golpe muy duro para una población ya de por sí muy precarizada. Por eso el gobierno lanzó líneas de crédito orientadas a trabajadores de la construcción, del turismo, jornaleros, vendedores ambulantes, taxistas y personal de restaurantes. Se estima que alrededor de tres millones de personas se beneficiarán con la medida. Las familias de bajos recursos recibirán bonos que van desde los 16 dólares, para una personas, hasta 43 dólares, para grupos familiares superiores a cinco o más personas.
Irán está teniendo serios problemas para importar medicamentos, equipos sanitarios y de higiene debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos. El PIB cayó un 4,8 por ciento en 2018 y un 9,5 en 2019, según las últimas cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este organismo preveía una estabilización de la economía en 2020, pero la crisis sanitaria hizo que los buenos augurios quedaran en el olvido. A principios de marzo Trump le ofreció a Rohani ayuda humanitaria usando como interlocutor al gobierno suizo. “Todo lo que tienen que hacer es pedir”, había dicho el mandatario. Nunca detalló en que consistía el ofrecimiento. Rohani les respondió el 4 de marzo que la mejor forma de colaborar sería levantar las sanciones. “Aquellos que han hecho las cosas más dañinas contra la nación iraní en los últimos dos años parecen estar usando la máscara de la simpatía”, sentenció el mandatario.
Esperando al FMI
En este contexto, el 12 de marzo Irán recurrió al FMI para pedir una ayuda económica. El presidente le reclamó a este organismo un préstamo urgente de 5.000 millones de dólares para luchar contra la pandemia. "Exhorto a todas las organizaciones internacionales a asumir sus responsabilidades. Somos un miembro del FMI (...). Si hubiera discriminación entre Irán y otros para la concesión de créditos, ni nosotros ni la opinión pública general lo toleraríamos", dijo Rohani. La última vez que Teherán recibió un préstamo de esta institución fue en 1962, antes de la proclamación de la República Islámica en 1979, según datos del FMI.
Por el momento el país está recibiendo ayuda de China. Además empezó a producir sus propias pruebas de diagnóstico. También encaró la fabricación de ventiladores para las unidades de cuidados intensivos, mascarillas y trajes protectores. El lunes fue inaugurada en la provincia norteña de Alborz, limítrofe con Teherán, una fábrica de producción de mascarillas levantada en un mes. Su responsable, Mohamad Mojber, afirmó que la planta tiene la capacidad de producir 4 millones de mascarillas por mes y que cuando empiece a funcionar Irán no necesitará importar este producto, según la agencia Tasnim.
El plan bajo la lupa
Las críticas a la administración Rohani se replican tanto fuera como dentro de Irán. El hecho de que no se haya ordenado el confinamiento en las ciudades más afectadas está en el centro de los reclamos. En cambio, el gobierno implementó restricciones progresivas como el cierre de escuelas, universidades, mezquitas, sitios de culto, cines, centros culturales, estadios y otros lugares donde se concentra un gran número de personas. A fines de marzo, cinco exministros de Salud y varios médicos reconocidos enviaron una carta al presidente pidiéndole que restrinja los viajes, limita el acceso a las ciudades y cierre los centros comerciales, informó el diario El País de España. A esto debe sumarse las restricciones a las libertades que vive el pueblo iraní, donde los presos políticos se cuentan de a centenares. Las autoridades no reconocen su existencia y acusan a los países occidentales de etiquetar así a las personas que atentan contra la seguridad nacional. Sin embargo, ese tipo de delito cubre un abanico tan amplio de actividades que el gobierno lo utiliza para silenciar a las voces críticas.
Mientras tanto el coronavirus sigue su paso implacable por todo el país. En las últimas 24 horas el portavoz de portavoz del Ministerio de Salud, Kianush Yahanpur, informó que los nuevos contagios fueron 1.494. Los muertos durante la última jornada ascendieron a 89. El gobierno está incrementando el número de pruebas diarias con el objetivo de efectuar al menos 20.000, incluso a personas asintomáticas. Mientras tanto, Rohani sigue esperando la vital respuesta del FMI para poder hacer frente a la pandemia.
Informe: Juan Manuel Boccacci