Cuando al nuevo inspector general de Justicia Ricardo Nissen se le menciona la frase “el fútbol es un enorme campo fértil para embusteros”, pregunta con curiosidad quién la dijo. La cita del periodista Dante Panzeri lo sumerge en la historia del deporte y en especial del boxeo, del que recuerda peleas memorables que seguía a través de la radio en su niñez. Desde que asumió el gobierno de Alberto Fernández volvió a ocupar el mismo cargo por el que pasó entre 2003 y 2005 durante la presidencia de Néstor Kirchner. Dice que controlará de manera implacable a las sociedades offshore que en actividades lucrativas como el fútbol suelen hacer pingues negocios. Hace más de 15 años Página/12 pudo investigar y publicar durante aquella etapa de Nissen en la IGJ quién era el socio mayoritario de Blanquiceleste S.A., la empresa que gerenciaba Racing. Se trataba de un jeque multimillonario, el etíope Mohammed Hussein al Amoudi, quien mediante la compañía offshore Elmtree y asociado con otra llamada Bergo Anstalt controlaba el sello de goma a cuyo frente aparecía Fernando Marín.
--El 13 de abril el diario Ambito Financiero publicó una entrevista al agente de futbolistas Juan Cruz Oller que se titula “El coronavirus es una enorme oportunidad para que el fútbol argentino le abra la puerta a capitales privados”. ¿Estaría de acuerdo con que las S.A. se instalen acá con ese objetivo?
--Absolutamente no. Además hoy existen muchas razones que lo desaconsejan totalmente. En primer lugar el mundo ha cambiado en muchas cosas y la gente descubrió después del gobierno de Macri la verdadera importancia de las sociedades civiles y de las ONG. Eso terminó con los adoradores de las sociedades anónimas salvo que se trate de un ultracapitalista.
--Con la salida de Mauricio Macri del gobierno la chance de que se instalaran las sociedades anónimas deportivas se esfumó, pero los paraísos fiscales gozan de buena salud y muchas operaciones turbias en el fútbol se hacen desde ahí. ¿Cómo ve ese panorama?
--Le voy a contar una anécdota. En el 2004 estábamos convencidos de que detrás de las transferencias de los jugadores de fútbol había muchas offshore metidas como intermediarias. Por supuesto había un tema de lavado enorme y queríamos descubrir esa operatoria en la Argentina. Un día me fui solo como inspector general de Justicia mostrando mi tarjeta y me presenté en la AFA. Fui recibido por los abogados Schmoisman y Meiszner. Este último había sido presidente de Quilmes. Yo quería saber quiénes estaban detrás de las instituciones extranjeras que aparecían detrás de cada jugador. No me pude meter en eso porque eran demasiados los temas, pero siempre me dio la impresión de que la operatoria offshore en el fútbol es una de las principales actividades de lavado y opacidad. Hay muchos intereses contrapuestos en este tipo de operaciones que están disfrazadas.
--¿Cómo se entiende que las offshore aparezcan en el fútbol argentino cuando no hay S.A. y los clubes son sociedades civiles sin fines de lucro?
--Las offshore se manifiestan casi siempre en la compra y venta de jugadores y no importa la organización jurídica de un club. Hace 20 años o más Macri promovió un proyecto de Sociedades Anónimas Deportivas que era una farsa. Yo participé de la comisión que lo discutió pero no porque quisiera a las SAD sino porque quería participar en un proyecto debidamente interesante. Estoy de cuerpo y alma con las sociedades civiles porque así creció el país y así debería ser. Lo que pasa es que Macri tenía en ese momento el interés de que cualquier administrador podía ocuparse de un club.
--Ya como presidente de la Nación, durante su gobierno impulsó la figura del fideicomiso que tiene también cierta opacidad. River aprobó uno que después suspendió y levantó polvareda…
--Entre las SAD y la aparición del fideicomiso hay una figura importante que fue el gerenciamiento. Estaba a cargo de sociedades offshore. Nosotros atacamos eso y es porque en su momento había algunos totalmente truchos que llegaron a controlar clubes importantes de la Argentina.
--¿El de Racing fue el más grande, con Blanquiceleste, Marín y el jeque Mohammed al Amoudi a la cabeza?
--Puede ser… pero volviendo al fideicomiso es una manera de ocultar la titularidad de los bienes. Funcionaría bien si usted le encomendara a un tercero la administración de bienes para que el día de mañana, en un tiempo que normalmente es largo, termine transmitiéndoles a sus hijos esos bienes. Pero acá en la Argentina y sobre todo en la época de Menem hubo leyes económicas, societarias y comerciales que eran una presunción de fraude. La ley de quiebras o sobre todo la ley 24.441 de fideicomiso, que es una ley muy poco transparente, ni el Código Civil y Comercial de 2015 ayudó a transparentarla. Se convirtió lamentablemente en un instrumento de fraude y nunca estuvo bien controlado como las offshore, a pesar de que las offshore según el Código Civil tienen que inscribirse en el Registro Público, que nunca se organizó. Ahora lo estamos organizando nosotros porque todo esto nació opaco y es todavía opaco.
--Desde que asumió el presidente Alberto Fernández hubo miembros de su gabinete que dijeron haberse topado con tierra arrasada. ¿Cómo encontró la IGJ?
--Absolutamente igual.
--¿Nos daría un ejemplo?
--El ahorro previo. La competencia de la IGJ es local, o sea para la ciudad de Buenos Aires, no tenemos competencia federal. En Ahorro las instrucciones que se dieron durante los últimos cuatro años eran que había que desactivarlo y reducir su plantel. ¿Cuál era la función de ese sector? Ponerle límites a las concesionarias o administradoras de planes de ahorro que fijan el precio de manera totalmente unilateral. La IGJ no se metió durante cuatro años con la formación de precios de la cuota. En el área de Asociaciones Civiles y Fundaciones se persiguieron de manera acérrima a las instituciones de bien público que estaban vinculadas de alguna manera al peronismo y a las demás, como fue el caso de fideicomisos ciegos o la fundación de Gabriela Michetti, no se las investigó absolutamente para nada. Ni siquiera se les mandaba inspecciones, ni una cédula para que acompañaran un balance. Se las trataba a cuerpo de rey.
--Usted en una entrevista con este mismo diario en febrero utilizó el sustantivo “porquerías”, que se encontró con porquerías en la IGJ. ¿A qué se refería?
--No sé, en ese momento me salió esa palabra pero la Inspección no funcionaba. Este organismo es de 1892 y se constituyó por los abusos que se hacían desde las sociedades anónimas. Se llamó Inspección porque era un grupo de inspectores, pero luego el término de Inspección quedó consagrado. ¿Qué significa inspeccionar? No es archivar, especialmente en las épocas neoliberales en que se pretendió que esto fuera un archivo y que los terceros tengan un lugar en qué buscar, sin ningún tipo de sanción para el que incurra en incumplimientos. El control de las sociedades jurídicas importa una cuestión de interés nacional. Y eso no se cumplió en los últimos cuatro años. Acá se decía que Brodsky (el anterior inspector) era hombre de Angelici o de Richarte que estaba en la AFI. Se le atribuyeron montones de cosas pero lo cierto es que Brodsky no atendía a nadie. Esto era una especie de búnker en que uno debía traspasar tres puertas. Hoy este lugar es completamente distinto. El que llega al sexto piso me ve y tiene una reunión conmigo. Ahora se puede denunciar, antes no porque Brodsky no los recibía. Esto era un apéndice del Ministerio de Modernización de Andrés Ibarra.
--¿Qué está intentando cambiar?
--Yo inicié una cruzada personal contra las offshore, primero con Cromañón y después con los Panamá Papers. Si le doy trámite a las denuncias, la gente se va a animar a denunciar. Si saben que habrá una resolución, la gente se va a animar. Eso genera un efecto multiplicador. Desde que llegué tengo muchas más denuncias que en todo 2019. La gente se anima porque sabe que van a salir cosas de acá.
--¿Qué tipo de denuncias?
--Por ejemplo, denuncias de mal uso de las sociedades civiles. Denuncias de instituciones que habían obtenido la personería jurídica para hacerle la competencia a otras donde estaba interesado el macrismo, dándole aliento a la constitución de una nueva entidad civil que le hacía la competencia a otra vieja sociedad civil. La empezaban a perseguir para retirarle la personería jurídica como sucedió con la Confederación Argentina de Deporte, la CAD.
--Usted dijo que iba a tratar de ayudar con sus resoluciones a instituciones civiles como los clubes de barrio. ¿De qué manera?
--Ya saqué una resolución en que se pueden constituir por instrumentos públicos sin necesidad de recurrir a la escritura pública, con una resolución oficial. Muchos de los subsidios destinados a los clubes de barrio desde la secretaría de Deporte fueron destinados a los clubes de golf, de bridge, etc. Una vergüenza.
--El ex funcionario y agente de futbolistas Gustavo Arribas, que no estuvo en la IGJ pero sí en la AFI, utilizó sociedades offshore o clubes pantalla en el exterior como Deportivo Maldonado de Uruguay para triangular operaciones ¿Se podría saber si esas S.A. tienen relación con otras aquí de la Argentina?
--Eso no lo puedo saber yo. Acá no hay un registro de personas físicas para saber quienes son los que están en una sociedad, es un débito enorme que tenemos.