La voz del argentino Martín Ceballos, gerente para Centroamérica de Techint, sonó rotunda: "Paolo Rocca no va a perder. O ustedes aceptan cobrar el 40 por ciento del sueldo o cerramos". Del otro lado de la línea, Abel Díaz, vicepresidente del Sindicato de Trabajadores de Ternium (SintraTernium) de Guatemala se quedó estupefacto. Los 90 quetzales diarios que ofrece Paolo Rocca apenas alcanzan para sobrevivir.
Peor aún le fue a Walberto Marrugo, del Sintratucar (Sindicato de trabajadores de Tenarios y Tubos del Caribe) de Colombia. A él ni siquiera le atendieron el teléfono. De manera unilateral, la filial de Techint dice que le pagará cero pesos colombianos a sus trabajadores, pero que sí les ofrece un préstamo por el equivalente a la mitad del sueldo. El dinero se les descontará de ingresos futuros. Como es obvio, los trabajadores necesitan la plata, pero firmar el préstamo es convalidar el manotazo de Techint, aceptar sus condiciones.
En Italia, donde el grupo de Paolo Rocca presionó en marzo para no cerrar la empresa pese a la pandemia, las actividades se están retomando, aún cuando el virus sigue circulando en Bérgamo, donde se produjo una inmensa catástrofe. La pelea entre el sindicato y los capataces es palmo a palmo --cuenta Stefano Maruca, dirigente de los metalúrgicos italianos--, porque hay medidas de seguridad generales, pero en cada sección es una batalla. La exigencia parece elemental: vestuarios y comedores con distanciamiento; máscaras, guantes y uniformes para enfrentar el virus. "A nivel internacional, Rocca utiliza a su favor cualquier mecanismo y, principalmente, el lobby sobre los gobiernos", advierte Jorge García Orgales, ex dirigente internacional de los sindicatos metalúrgicos.
Ferocidad
El despido de 1.450 trabajadores de la construcción de Techint en la Argentina fue sólo el botón de muestra y una manera de sentar posición a nivel internacional. Donde pudo, donde los gobiernos no pusieron ningún obstáculo, los hombres de Paolo Rocca fueron feroces y en muchos casos directamente descarados.
En Cartagena, Tenaris le mandó una carta a los trabajadores con el siguiente inicio: "esta empresa, por mera liberalidad y haciendo enorme esfuerzo, otorga un préstamo por el tiempo en el cual sus contratos estén suspendidos, equivalente al 50 por ciento de su salario básico".
Walberto Marrugo, en diálogo con Página/12 desde Cartagena, donde funciona Ternium, lo explicó así: "Suspendieron a la mayoría de los trabajadores y nos ofrecen un crédito por el 50 por ciento del salario. No sólo significa que te roban la totalidad del sueldo sino que si aceptas el crédito, estás legitimando lo que hacen. Y el problema es que la gente necesita el dinero. Mientras tanto, se niegan a negociar. Todo es unilateral. Además, no se sabe hasta cuándo va a regir esto: no ponen siquiera una fecha. Al personal administrativo directamente lo están despidiendo con convenios de finalización de contrato. O sea, no les pagan el sueldo y el que necesita el dinero de forma desesperada, termina aceptando. Ya lo firmaron 50 de los 200 que hay".
"Estamos pensando en encadenarnos frente a la fábrica --redondea Marrugo-- para que la empresa y el gobierno acepten sentarse a una mesa y negociar. La empresa es muy poderosa y presiona fuerte".
Decidan
Martín Ceballos, gerente de Tenaris para América Central fue muy claro: "les adelanto que Paolo Rocca no va a perder un peso en esta situación. Si los trabajadores no aceptan reducir el 60 por ciento de los costos laborales, lamentablemente el 40 por ciento tendrá que quedar en la calle". La propuesta inicial fue despedir a todos los que están jubilados y siguen trabajando y a todos los que son contratistas. Para los restantes, turnos rotativos. Al que le toque trabajar, cobrará el 60 por ciento y el que no trabaja el 40 por ciento".
"Anoche nos llamó Ceballos y nos ofreció 90 quetzales por día (unos 300 dólares por mes) --le cuenta a Página/12 el dirigente Abel Díaz--. Con eso es muy difícil vivir. Es algo que está entre el 40 y el 60 por ciento de nuestro salario, según la categoría. Se apoyan en que el gobierno los autorizó a suspender y nos amenazan con cerrar la fábrica".
En Guatemala, ni bien se formó el sindicato, Rocca despidió a todos los dirigentes. Hubo ocho años de idas y vueltas hasta que, finalmente, el sindicato terminó siendo reconocido. Un dato curioso es que algo tan elemental como el convenio se terminó debatiendo en Luxemburgo, la sede legal del grupo Techint.
Catástrofe
El conmovedor relato de Alba Sidera en ctxt.
es, transcripto en este
diario por Alfredo Zaiat
, pintó con precisión la masacre de Bérgamo, donde
nunca se declaró la zona roja por presión de los empresarios, esencialmente Gianfelice
y Paolo Rocca, es decir el grupo Techint. Recién se frenó la producción el 31
de marzo cuando ya había 6.700 contagiados y tras semanas en que Confindustria
Bérgamo, la agrupación empresaria, llenó los medios con su campaña
publicitaria: "Bérgamo non si ferma"
(Bérgamo no se cierra).
"Acá la epidemia no pasó, pero Tenaris ya está funcionando con el 40 por ciento del personal --le dice a Página/12, Stefano Maruca, dirigente de los metalúrgicos italianos--. Fue una batalla porque la empresa quería ponerse en marcha con la totalidad de los 1.900 trabajadores, pero nosotros exigimos que las pautas las marcara el gobierno y no la empresa. Primero empezó a trabajar el 20 por ciento, porque en Tenaris fabricamos tubos que se utilizan para el oxígeno en los hospitales y para el gas. Se los consideró servicios esenciales. Ahora consiguieron autorización del gobierno para aumentar al 40 por ciento. La discusión es por las cuestiones de seguridad. Nosotros exigimos la distancia en los vestuarios, en los comedores y en el trabajo mismo. También máscaras, guantes y trajes. La empresa dice que no es fácil conseguir eso en la Italia de la actualidad. O sea, presionan para que se vuelva a trabajar, pero no están las condiciones dadas".
"Los trabajadores suspendidos cobran aproximadamente el 80 por ciento del salario --sostiene Maruca--. Pero no paga la empresa, sino un fondo que maneja el estado y que se formó con aportes, todos los meses, de la empresa y los trabajadores, para afrontar estas situaciones".
Presiones
Nada es fácil con Techint. La presión es inmensa para volver a trabajar en un país --Italia-- y en una región donde hasta este viernes seguían muriendo 575 personas por día, según el informe oficial.
En la Argentina, como adelantó Página/12 este jueves
, Techint suspendió a 5.000 trabajadores y les paga el 75 por ciento del salario neto por los días en que están suspendidos. De entrada nomás, ni bien estalló la epidemia, patoteó al gobierno y a la sociedad con el despido de 1450 trabajadores de la construcción.
"En Colombia, Canadá, Brasil, Argentina, Japón e Italia, el Grupo Rocca utiliza cualquier mecanismo en la legislación a su favor y realiza un poderoso lobby con los gobiernos -- redondea el ex dirigente internacional de los metalúrgicos, Jorge García Orales, al que llaman Flower, desde Canadá--. Se vio en Lombardía, con la catástrofe. Había 800 muertos por día y presionaban para seguir y seguir, con más poder que los gobiernos locales. Son un suprapoder al que enfrentamos los sindicatos y frenan pocos, muy pocos gobiernos".