“Giallo” (amarillo) es el nombre que se da en Italia a la novela negra. Así como el término “Pulp” en Estados Unidos se usaba para los folletines hechos en papel de pulpa de madera, “giallo” remite al color de las revistas que difundían malas traducciones de cuentos y novelas policiales en Italia durante el fascismo. En tiempos de coronavirus, recomiendo dos series de “giallo” para leer. En este texto, va la primera y en próxima entrega, la segunda. 

Los protagonistas son dos policías italianos que, si bien son muy diferentes, tienen varios aspectos en común. Y no, no se trata de Salvo Montalbano, el famoso comisario siciliano creado por Andrea Camilleri. Son el comisario Luigi Ricciardi y el “vice-questore” Rocco Schiavone. A diferencia de Montalbano, un bon vivant, tanto Ricciardi como Schiavone tienen algo que los atormenta, y ambos tienen relaciones disfuncionales con las mujeres. 

Ricciardi heredó de su madre una maldición: puede ver los últimos momentos de vida de quienes mueren en situaciones violentas. Esto no le permite identificar al asesino, pero sí entender las sensaciones del muerto. Como resultado, su vida es un penar constante, presenciando crímenes y escuchando las últimas palabras de los muertos. Ricciardi es un solterón a sus escasos 30 años y vive cuidado por una anciana, Rosa, cuya principal preocupación es que Ricciardi se alimente bien y consiga novia. Pero Ricciardi sólo cultiva una relación platónica con una joven vecina, con quien intercambian miradas tímidas a través de sus ventanas. Ricciardi pertenece a una familia acomodada, nobiliaria, de Nápoles, pero es un hombre extremadamente austero y metódico. Uno de sus hábitos (y placeres) es sentarse a tomar un café acompañado de una sfogliatella (una pasta de hojaldre) en el elegante Café Gambrinus, donde reflexiona sobre el caso que tiene entre manos. A pesar de su condición económica y su carácter esquivo, Ricciardi enfrenta la violencia cotidiana y la miseria en la Nápoles de la década del ’30 y a su inescrupuloso jefe fascista que capitaliza políticamente la increíble capacidad de Ricciardi para resolver casos complejos. Las historias son fabulosos retratos de época, que describen la desigualdad social en la Nápoles del fascismo, adentrándose en los populares Quartieri Spagnoli, ubicados a pocas cuadras de las casas de la alta burguesía. Ricciardi resuelve crímenes apelando a su minuciosidad y a la información que recibe de los muertos, lo que inspira terror y respeto a su alrededor, salvo a su fiel lugarteniente, el sargento Maione.

El autor, Maurizio de Giovanni, es también napolitano, y publicó su primer libro a los 48 años, tras haber ganado un concurso literario. Los cuatro primeros libros componen la serie de “Las estaciones del comisario Ricciardi”. Gracias a mi amigo Esteban Serra por presentarme a Ricciardi. 

“El invierno del Comisario Ricciardi”, de Maurizio de Giovanni, Editorial Lumen, 2012.