La pandemia, por supuesto, afectó totalmente al mundo del deporte. No solamente se suspendieron o pospusieron los espectáculos masivos multideportivos como los Juegos Olímpicos de Tokio o ligas de fútbol, básquet, etc., sino que también los deportistas vieron reducidas e imposibilitadas sus posibilidades para entrenar.
Sin embargo, el cumplimiento de las restricciones en el deporte no fue ni es cumplido por todos igual, al menos en natación. Entre los que cumplen las disposiciones se encuentran, por ejemplo, el múltiple campeón mundial y olímpico, el inglés Adam Peaty, quizá el mejor nadador del mundo de la actualidad, quien hace casi dos meses que no entrena en agua; o la rusa Julia Efimova, que realiza cuatro horas diarias de entrenamiento en seco, imitando los gestos deportivos de la natación.
Hay también quienes evaden la cuarentena de formas diversas. La campeona olímpica de Italia, Federica Pellegrini, entrenaba en plena pandemia en un centro acuático de Verona, ciudad con más de 150 muertos, mostrando un fuerte compromiso con su deporte, y al mismo tiempo una escasa noción de la terrible situación circundante.
Aquí en Alemania, según se difunde en las redes sociales y por comentarios de los mismos entrenadores, se entrena en centros de Berlín y Postdam, aparentemente sin hacer caso a las prohibiciones gubernamentales vigentes. La situación en algunos casos es más dramática, al entrenarse también deportistas con diversas discapacidades, una población que por sus patologías no debería ser arriesgada desaprensivamente.
Como se ve, hay de todo en este tiempo de cuarentena europea, deportistas y técnicos que solidariamente cumplen con las autoridades sanitarias, otros que buscan alguna ventaja a futuro, y también un grupo que arrastrado por la mala praxis de sus entrenadores y directivos se ponen en peligro a sí mismos y a los demás.
* Ex Director Nacional de Deportes.