Hoy que el mundo es un lugar vedado es muy valioso el gesto de un grupo de fotógrafos -nueve hombres, nueve mujeres- que desde doce países latinoamericanos está contando la pandemia. Muchos son reconocidos y premiados, pero el urgente colectivo, cuyo Instagram es COVID LATAM
, trabaja e intercambia pareceres en el sano tejido de la autogestión. Si bien el foco del recorrido narrativo es el impacto social del coronavirus, esta ventana a la región se permite también ribetes íntimos: imágenes del propio aislamiento, a lo mejor con un vuelo más artístico.
La idea fue del argentino Sebastián Gil Miranda y enseguida prendió entre sus colegas, distribuidos por Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Cuba y México. La mayoría trabaja de manera free lance. Otros salen a cubrir diariamente para medios específicos. Cada caso es particular, como lo es la situación de cada país. Según Gil Miranda, el proyecto está “atravesado por las dificultades de registrar la situación”. Un dilema ético invade a quienes no se desempeñan para un medio en especial: ¿cumplir con el ejercicio de documentar la realidad o quedarse en casa por el bien de la salud pública?
La página ofrece una narrativa coral, potente, abrumadora, distópica, también melancólica. Un respiro poético en algunas imágenes de familiares o vecinos. Alguna humorada aislada. Y sobre todo, la expresión de una desigualdad social en su esplendor. ¿Crisis social o de salud? "Crisis social ligada al tema de salud”, define sin vueltas el colombiano Federico Ríos Escobar. Y así grafica algo del espíritu de esta plataforma “pensada no desde el privilegio sino desde el otro, desde las familias que no tienen techo ni plata para comprar en el mercado”.
Calles siempre transitadas por multitudes y ahora vacías. Aeropuertos, estadios y fronteras también desérticos, transportes con poquitos pasajeros con tapaboca. Sepelios exprés, sepultureros con trajes protectores, desinfección de espacios públicos. Vendedores ambulantes en la difícil lucha diaria. Supermercados, largas colas con distanciamiento social, esperas eternas para conseguir lo necesario. Los que viven en las calles y no tienen otro remedio que continuar deambulando, los que llegan a refugios y son atendidos por médicos. Los extraños looks de la pandemia. Agentes migratorios apuntando con escáneres térmicos (“las armas de nuestro tiempo”, dice el texto que acompaña la imagen), operativos policiales y un largo etcétera puede encontrarse en este crisol de enfoques que cristaliza tanto similitudes como diferencias.
Cada foto está acompañada de una leyenda más o menos extensa. Desde Costa Rica, Glorianna Ximendaz sintetiza que COVID LATAM pone en imágenes “aspectos políticos, sociales, sanitarios, cotidianos e íntimos” del coronavirus. Y que, así, “permite conocer a grandes rasgos las diferencias y similitudes del impacto global, por zonas, según condiciones, miradas y respuestas de cada país”. Un eje de la propuesta es la igualdad de género: se buscó un equilibrio en la mirada, algo que puede no suceder en medios masivos. "La página da visibilidad a muchos trabajos que quedan afuera de los medios", agrega Rodrigo Abd. La situación laboral del gremio está "difícil". En medio de la desesperanza, el grupo aparece como refugio colectivo -modo de construir indispensable en toda crisis- y reafirma la admiración entre colegas con inclinaciones afines. Además, la página podría colaborar para que "clientes y medios vean el trabajo de cada uno".
Desde el punto de vista de la producción, pueden distinguirse tres tipos de abordaje: trabajo de campo, registro de lo íntimo y una suerte de "mix". Este último caso es el de quienes salen poco y, cuando lo hacen, espían escenas en comercios o veredas. Gil Miranda
se viene moviendo en este terreno, pero también estuvo en la Villa 31 y se topó con un "submundo". Llegó interesado por el trabajo social de bomberos voluntarios que ofrecían chocolatada caliente y comida a los habitantes del lugar. "Ahí la cuarentena no existe; es otra cosa", sintetiza el fotógrafo, que suele poner el ojo en temáticas sociales y humanitarias, como sus colegas. También ambientales.
Federico Ríos Escobar recorrió las calles vacías de Bogotá para una producción de The New York Times. Ahora está guardado en Manizales, pequeña ciudad en medio de las montañas cafeteras, para después reecontrarse con su familia sin riesgos, en Medellín. "Estoy justo en la ciudad donde nací. Nunca pensé que iba a volver una temporada tan larga, solo y encerrado", expresa. Desde un escenario de saqueos y protestas por falta de ayuda en los barrios populares, no es casual que advierta sobre este tema: "Las ciudades grandes tienen espacios marginales complejos, mucha gente con hambre. Estoy temeroso de que las cosas se puedan romper muy fácil. Porque la gente está en una disyuntiva entre el hambre y el coronavirus: el hambre está obligándola a movilizarse". Como contracara percibe una tendencia a la solidaridad.
Contundente es la definición que aporta Ana Carolina Fernandes desde Brasil, país con más casos (superó los 40 mil) y muertes (cerca de 3 mil) en América latina: "Este proyecto está haciendo un mosaico de lo que podría ser una explosión de esta desigualdad social, humana y ambiental frente a todos nosotros y ante los ojos del mundo y su salvajismo capitalista. América latina es la región más desigual del mundo. COVID LATAM propone una reflexión profunda sobre esto". Puede entonces que el espacio esté funcionando como advertencia. Como un grito en imágenes cuando lo peor está por llegar. Al momento del intercambio de Fernandes con Página/12, San Pablo, ciudad más grande y corazón financiero del país, tenía el 93 por ciento de las camas ocupadas en hospitales públicos. Esto preocupaba a la fotógrafa, quien sentenciaba: "Brasil tiene el peor gobierno elegido democráticamente (!) en el mundo. Una política genocida. Jair Bolsonaro no tiene la capacidad de gobernar un país, mucho menos en una pandemia. Sus posiciones contra el aislamiento social y la cuarentena no sólo van en contra de todos los grandes jefes de Estado del mundo, sino principalmente contra la ciencia y la Organización Mundial de la Salud".
"Si tus fotos no son lo suficientemente buenas no estás lo suficientemente cerca" es una máxima de Robert Capa que la guía en su labor. Utiliza teleobjetivo y sale con "todo el cuerpo protegido". De regreso a casa, la espera "una larga función de limpieza de equipos". Uno de sus intereses está en los proyectos independientes que surgen en las favelas, "que marcan la diferencia en lugares donde el gobierno nunca ha estado presente". Un ejemplo es una limpieza sanitaria en la favela Santa Marta (Río de Janeiro), autogestionada por dos hermanos, habitantes de la comunidad.
Como fotógrafa independiente, Sara Aliaga -fundadora de War-MiPhoto , primera colectiva de fotógrafas bolivianas- se halla en un dilema: "Nunca había considerado que podría ser un vector de contagio y por otro lado tengo la necesidad de trabajar". Intenta mostrar "la transformación de la vida cotidiana" en La Paz. En este sentido, el cambio más importante que nota es que la habitual amabilidad de la gente mutó en "miedo e incertidumbre". Respecto de la situación política, opina que el gobierno de Jeanine Añez "ha dejado en manos de Dios" el destino de los bolivianos. "Ha implementado medidas que muchas veces parecen replicadas y no aplican a la realidad de este país. El problema no es en su totalidad la pandemia sino todas las deficiencias que saldrán a la luz y que no se van a poder cubrir, como el precario sistema de salud y la falta de capacitación del personal médico, la falta de apoyo a la economía informal, motor principal del país", amplía. En sintonía con Ríos Escobar, detalla que los campesinos "tienen más miedo a no vender su producción y a las deudas que al propio virus".
Largas colas con distanciamiento social, policías llevándose personas por violar el toque de queda en las afueras de Lima, miembros de la iglesia católica con tapaboca, la Plaza de Toros devenida refugio: tan sólo algunas de las postales de Rodrigo Abd -ganador de un Pulitzer por su cobertura de la guerra de Siria-, quien trabaja diariamente para AP. En el segundo país en cantidad de infectados en la región -hay más testeos que en otros-, al borde del colapso sanitario, el trabajo de Abd es "intenso". Se va moviendo "sin guión determinado" y afectado por la tensión que le producen los cuidados personales; sobre todo porque convive con su mujer y su hija. "Eso es muy agotador", reconoce. Como ahora está en plena producción, le cuesta detenerse a reflexionar y encontrar "un hilo" en lo que viene haciendo. Sin embargo, propone algunos disparadores. En principio dice que el virus permite "entender mejor cada país de Latinoamérica". "Estamos en un continente que hoy no es foco de la noticia, pero eso no debe interesarnos. Sí cómo nuestra mirada puede aportar al resto del mundo", analiza.
"Los más jodidos son los que tienen que estar en la calle, en los mercados populares, en Lima la única forma de poder llegar a fin de mes", destaca. Le preocupa "el discurso oficial" que está "adelantándose a la catástrofe económica". "El sistema político, económico, social, está muy supeditado a la empresa privada, al Estado chico, que no soluciona ni regula mucho. El gran costo lo van a pagar los peruanos que viven al día. A nivel social hay incertidumbre y temor. Miedo de volver al Perú de los '80, '90", concluye.
Desde Costa Rica -622 casos confirmados y seis muertes-, Glorianna Ximendaz advierte de los riesgos de que la cuarentena no sea obligatoria: aunque el gobierno llamó a la población a quedarse en su casa, gran parte de la sociedad "no ha hecho mucho caso". En la ciudad de San José "se aglomera, no toma distanciamiento, llena los supermercados". Los hospitales "ahorita no están saturados, pero si la población sigue inconsciente esto puede estallar", se adelanta Ximendaz. Teme una "crisis humanitaria" en las fronteras y llama la atención sobre el desempleo: cerca de 10 mil personas fueron despedidas, de más de 300 empresas. "Las cosas van calmadas pero no se sabe en qué momento esto puede tener un estallido social", concluye. El colectivo de COVID LATAM se completa con Tamara Merino, Fabiola Ferrero, Joâo Pina, Pablo Piovano, Matilde Campodónico, Ale Cegarra, Victor Moriyama, Andrea Hernández, Daniele Volpe, Johis Alarcón, Iván Valencia y Eliana Aponte.