“Y de pronto, un día de marzo, el telediario nos anuncia que hay que ‘guardar casa’. Como en el poema de Mario Benedetti, el tiempo se detiene entre nuestras paredes y nos deja inmóviles, figuras temerosas del castigo bíblico que, por su curiosidad, condenó a Edith a convertirse en sal para siempre…”, anota la galerista española Blanca Berlín en el catálogo de Esta es mi casa detenida en el tiempo. Exhibición donde reúne a una treintena de artistas -algunxs emergentes, algunxs reconocidxs- “en un intento por atrapar el tiempo y mostrar la mirada de la fotografía sobre este exilio interno”. Exilio intramuros en espacios habitados en soledad o en compañía que, aunque fueron capturados tiempo atrás, son reflejo de circunstancias y sensaciones que embargan nuestros días hoy.

Una mujer anónima que asoma desde una ventana; una cama partida en dos; detalles de un baño; perros copulando en un salón comedor; el afuera visto desde un vidrio intervenido; escaleras internas; un bebé que llora; persiana y radiador: apenas algunas escenas capturadas con vuelo y poesía, colgadas virtualmente en la paredes online de la galería Blanca Berlín, seleccionadas con mimo por su dueña y fundadora, especialista en fotografía. Que obligada a cerrar su espacio en la Calle del Limón, en Madrid, por obvias razones, ofrece la alternativa web.


Lulu, de Sylvia Plachy (1972)

“Cada gesto, cada espacio vacío, cada grito son signos que colisionan hasta convertir la casa en un organismo vivo, cada uno inmóvil en el lugar donde le ha tocado quedarse. Historias anónimas, no exentas de humor a veces, que nos hablan del paso por la vida, de la búsqueda de resguardo en momentos de incertidumbre, de lo perturbador y frágil de la existencia”, señala Berlín, que reúne en esta muestra destacadas piezas de la fotógrafa húngara Sylvia Plachy, la mexicana Flor Garduño, las españolas Isabel Muñoz, Ma Casanova y Ouka Leele, la marfileña Michèle Maurin, la argentina Veru Iché, la estadounidense Jennifer B. Thoreson, por citar unos pocos nombres. Cuyas piezas invitan a ver con pausa, de otra forma, de nuevo; en las ajustadas palabras de la galerista: “Obligados a detenernos, respirar, observar nuestro cuerpo y reconectarnos con nuestra condición transitoria, volveremos pronto, tal vez para contemplar el mundo con los códigos cambiados y una nueva mirada, quizás más limpia, quizás más generosa. Guardemos casa”.

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