En esta temporada otoño-invierno de pandemia 2020, les diseñadores, fabricantes de indumentaria independientes y emprendedores de la moda tuvieron que adaptarse a las circunstancias, cerrar sus locales y/o showrooms y reducir el tamaño de la moldería para manufacturar barbijos de diversas telas, estampas y todo tipo de diseño que los distingan de los que se consiguen en las farmacias. Además, tuvieron que aferrarse a la tecnología y transformar las redes sociales como principal medio de ventas, como también acudir a les amigues y clientes a que “corran la voz” y así sobrellevar esta enorme crisis sanitaria, social y financiera.

Fue así fue como supe de Brizza Thais, más conocida como “Blondie”.

Un amigo y ocasional compañero de trabajo me envió el link de su perfil de Instagram junto con el epígrafe “Barbijos más cool a pedido”. No fueron sólo los productos que exhibe en sus fotos los que me encandilaron, sino también la misma vendedora y modelo de sus prendas casi tan únicas como ella.

A los pocos minutos la contacté, diseñamos juntas mis futuros “tapabocas” charolados por WhatsApp (ademàs de ser buena vendedora, es muy simpática y conversadora), y a la mañana siguiente coordinamos con un delivery que me entregó velozmente mis nuevos y fundamentales accesorios fabricados a medida y listos para acompañarme al exterior.

Blondie es una transexual de 39 que pasó la primera mitad de su vida en Paraguay y la segunda en Argentina. Sin cabello y con un cuerpo escultural completamente cubierto por tatuajes (recientemente coronada como Miss Tattoo Show 2020), se autodefine como “andrógina, androide, reptiliana”: en pocas palabras, no convencional y orgullosa de serlo. Aquí se formó como maquilladora, peluquera y fabricante de arneses, vestuarios y otros accesorios de corte simple. Cuenta que durante su infancia ya jugaba a inventar prendas influenciada, principalmente, por una tía modista.

Envuelta por la crisis del Covid-19 como tantxs comerciantes, Blondie puso la cabeza en frío y se mentalizó: “Voy a usar esta pandemia a mi favor, ya que alguna enseñanza me traerá”.

Se puso a investigar e indagar sobre cómo “romper” con los barbijos clásicos que, además de ser incómodos para el habla y para quienes tienen problemas para respirar por la nariz, le remiten a la tristeza. “Me fui hasta la Edad Media, donde los médicos que combatían la peste negra usaban máscaras con forma similar a la del pico de un ave”, cuenta. Recordemos esas llamativas máscaras creadas a partir de una de las más devastadoras pestes que azotó siglos atrás la región de Eurasia.... Pero volvamos a los festivos barbijos de esta exuberante diseñadora, quien toma este contexto como una oportunidad para reinventarse más allá del coronavirus. “Si tenemos que taparnos la mitad de la cara para cuidarnos, que sea con algo fashion, que cada vez que tengamos que salir y nos veamos reflejades en alguna ventana o vidriera pensemos en lo bien que nos vemos en lugar de tener miedo a enfermarse”, pide.

Blondie vive junto a sus perritos y fieles compañeros -cuyos nombres son tan largos que obviaré - y admite no sufrir la cuarentena obligatoria por estar acostumbrada a trabajar desde su casa y disfruta de estar sola. La diseñadora asegura que sus tapabocas, además de ser modernos y reutilizables, pueden ser considerados como un objeto fetichista. “Se pueden usar hoy o en un par de años para cuidar nuestra salud o como objeto de moda sin la necesidad de llevar puesto lo mismo que el resto de la población. No siempre lo nuevo es mejor y por eso también me baso en un modelo tan remoto. No olvidemos que la moda vuelve y se fusiona”, dice.

Los barbijos, a su vez, son un accesorio muy requerido por tatuadores. Múltiples usos para un objeto que a Blondie le puede salvar la economía y al resto dejarnos seguir siendo víctimas de la moda pero no del corona.