“No queremos que el comedor termine siendo un caldo de cultivo del virus”, señaló David Lugones, vecino del barrio Padre Mugica–Villa 31. En el barrio son 63 los comedores que están funcionando a pesar de la cuarentena, pero 42 de ellos advierten que no reciben asistencia suficiente por parte del Gobierno de la Ciudad. “Sin un plato sobre la mesa es muy difícil cumplir con el aislamiento”, afirmó Lugones, que ayuda a su madre a coordinar y administrar el comedor infantil del sector Güemes, que alimenta cada día a 130 chicos y chicas.
Como la madre de Lugones, que administra el comedor hace 20 años, está dentro del grupo de riesgo ante la covid-19, no está yendo pero mantiene sus tareas de coordinación desde la casa. Él vive con su compañera y sus tres hijos adolescentes, a pocas cuadras del comedor donde cada mediodía la fila para retirar el almuerzo se extiende un poco más. “No nos dieron barbijos ni protecciones para el pelo, ni hablar de alcohol en gel. La primera semana nos llegaron unos frasquitos pero ya se acabaron y el comedor tiene que seguir funcionando igual”, detalló Lugones.
“¿Cómo le explicás a una persona que tiene cinco hijos en la casa y nada para comer que se tiene que quedar adentro y no salir a trabajar?”, se pregunta. Desde hace un mes, cada vez reciben más chicos y tienen que recortar las raciones, algo que, señaló, “es como ponerlos a dieta”.
Durante el fin de semana, un grupo de organizaciones barriales coordinadas por el Comité de Crisis del barrio hizo ollas populares en distintas esquinas. “Vino más gente de la que esperábamos y no llegamos a repartir para todos. Muchos traían tuppers para llevar comida a los que se habían quedado adentro de las casas”, relató Lugones. “La olla popular es para reclamar pero también para resolver una situación concreta, que es que los fines de semana no hay comedores abiertos”, explicó Raul Rajneri, profesor de educación física en el barrio y parte del Comité, que se creó el 25 de marzo, tras el desabastecimiento de los comedores y la falta de respuesta del gobierno porteño.
En el comedor que funciona en el sector Barrio Nuevo también se alargan las listas de los que se anotan para recibir la comida diaria. “Tenemos capacidad para 90 raciones, y estamos entregando 155”, relató Rajneri y agregó que “lo ideal no serían las viandas congeladas sino los alimentos para poder cocinar un menú semanal, como tienen los comedores que sí reciben asistencia”.
Algunos espacios, como el comedor que funciona en la Casa Trans dentro del barrio, articularon con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad para recibir viandas. “Realmente el colectivo trans y villero es el que más padece estas situaciones, porque muchas compañeras trabajan en la calle”, relató Martina Pelinco, referente del espacio. "Estamos todas en red para que las que no tienen casa se queden en las habitaciones o casas de las que sí tienen, o que al menos reciban un abrigo y la comida de todos los días”, explicó Pelinco.
El 1 de abril el Comité de Crisis envió una carta a María Migliore, ministra porteña de Desarrollo Humano y Hábitat, para solicitar asistencia a los 42 comedores. “Nos dijeron que iban a hacer un relevamiento, pero mientras tanto la cuarentena sigue y la demanda en los comedores no para de aumentar”, señaló Lugones.
Informe: Lorena Bermejo.