Hace un año el título Mr S.F. Leather estuvo en el pecho de Trevor Wisnieski, más conocido en San Francisco por su nombre de drag, Jem Jehova. Esta host de fiestas dejó pensando a alguno de los que buscan “masculinos x masculinos” en arnés de cuero y al obtener este galardón se festejó la flexibilidad entren los estereotipos del gay hipermacho a la drag con taco aguja. Acontecimientos como este florecen con éxito en el mundillo de las fiestas y juergas lgbt. Ru Paul de por medio, las drags se bajan de los escenarios, se van de fiesta, se aplauden y se aparean.
La primera vez que vi el video de “Let’s have a kiki” de Scissor Sisters fue a través de un link en un blog que, traduciendo a las apuradas, aseguraba que “kiki” era algo así como chapar dragueados. Después resultó que simplemente era una fiesta pero en la última Trabestia, al ver a dos drags a los besos no pude evitar comentar “mirá estás, kikeando”. En la noche porteña se concretó un fenómeno que se venía anunciando y adivinando gracias a muchas fiestas premonitorias. Marcando diferencia, desde la marquesina y el estandarte virtual, un labial subrayaba “Drag club”. ¡Bingo!
Trabestia desembarcó y alborotó el avispero porque no es solo un umbral donde ir a bailar, dar una vuelta, darse vuelta y ver si se levanta algo. Hay que ir en drag, inventarse un aura, mitificarse. Si no, no vale. En su sexta edición se respiraba algo de inaugural. No sé sabía cuándo se iba a hacer la próxima y, de repente, ya tienen anunciadas dos nuevas fechas.
El clima no es desaforado pero sí bullicioso. Hay muchísima camaradería y abanicos. Hay que besarse en el aire para no estropear el maquillaje. Hay levante. Hay grandes glorias y nuevas candidatas a mejores amigas. Hay un escenario que tiene un historial a respetar. La legión desembarcó de momento en Sitges y en sus camerinos se maquilla una nueva generación que incluye Drag Kings y Bio Queens.
Cuenta Lx Brujx, artífice del fenómeno: “Nos enteramos que Sitges había conseguido la habilitación como boliche (antes era bar) y, conversando con mi pareja en casa, nació lo de hacer un Drag Club. Laburamos en la noche desde hace años y conocemos mucha gente. Sitges tiene un historial grande de transformismo pero hay algunos de 18 años que no saben de Contramano, Kilómetro Cero, Bach... lugares que tienen una clientela estable”.
Sigue Lx Brujx: “La primera fecha se promocionó con tres meses de anticipación y se entendió que queríamos crear redes entre nosotras. Trabestia, es un medio, trasciende la fiesta. Es un ambiente muy jodido el del drag, no es el mejor pago del mundo. Son pocas las que laburan, cada una cuida su lugar, pero ahora ya no es que aprendés a ser drag porque te enseñó Menganita. Ahora se sabe cómo ser drag a puro tutorial. Hay gente que lo hace como un juego, que lo hace con amigos. Nos parecía muy importante incluir a las Bio Queens que siempre estuvieron pero el drag era una profesión de varones. Nos sorprende la cantidad de chicas que vienen. También los Drags Kings, que tienen una comunidad muy cerrada, que intentaron hacer movidas pero no habían tenido tanta convocatoria.”
En la quinta edición las chicas superaban en montaje a los chicos pero si hay un lugar donde no corresponde hacer esa división es aquí, así que hablemos de la música: los Djs son equilibristas con experiencia y tacto, saben que no pueden dejar a todxs contentxs y se las ingenian para que en la avalancha de hits icónicos cada quien pueda mostrar sus gracias. Trabestia logra unir el Orinoco con el Amazonas, las drags con el cosplay. Dice Lx Brujx: “La fusión con los cosplayers tiene su lógica. Es muy similar aunque consuman otra cultura, más del cómic. Hay un sector del cosplay que viene y le cabe lo drag”.
Para la sexta edición los shows estuvieron a cargo de Bio Queens y Drag Kings. La estrella protagonista de muchísimas fotos fue Asia Argenta, siempre presente como un imán: “En la primera Trabestia fue la primera vez que me monté. Me pidieron que hostee la segunda edición y ahí inventé mi nombre drag haciendo referencia a la directora de cine y representando más o menos lo que soy. Fue una manera de reconciliarme con mi identidad. Cuando era chica lo veía como algo muy conflictivo. En mi caso, que soy mujer cis, siempre sentí los límites. Mi ambiente familiar era bastante conservador y asiático. Cuando comencé a maquillarme fue un poco traumático porque al tener ojos asiáticos no necesariamente encajaban bien el tipo de maquillaje que veía en otras chicas. El drag fue liberador en ese sentido porque podés dibujarte la cara que vos querés. Yo estudio medicina y trabajo en otras cosas, así que esto también es una forma de acercarme al arte a través de una performance, de un personaje.”l
Próxima Trabestia: viernes 17 a la medianoche, Av. Córdoba 4119.