Un hombre en el sur. Su auto en la ruta 22. El cerro Tronador de fondo. Es un momento de calma, de "redención". Hasta que de pronto una presencia. Por el retrovisor, alguien acercándose. La música --que venía acompañado-- arranca un crescendo. Y machaca esta frase: "Quiero que se arranque mi piel". Cuatro veces: "Quiero que se arranque mi piel". Podría ser el comienzo de una película de Hugo del Carril. Uno de esos sobrios melodramas que filmó en blanco y negro como Amorina o Más allá del olvido. Pero no. Es "Paisajes del Sur", el nuevo tema de Fútbol. Y lo que sigue (un perro cimarrón observando la escena, las nieves eternas transmutando un perdón) alcanza el clímax de las grandes sinfonías, las epopeyas, sólo que desde la tracción a sangre y la dentada al hueso de este trío porteño, federal y argentino. Una banda que desde hace tiempo viene haciendo del imaginario nacional (su simbología, sus rincones, su suelo, pero también sus deformidades, sus héroes caídos en desgracia, sus fantasmas, sus seres corrientes experimentando tal vez una epifanía a la vera de una ruta patagónica) un material vivo de sus canciones.
"Si algo rescato de Fútbol es que se mete con temáticas que el rock nacional no se había metido mucho hasta ahora. Y de una manera no panfletaria. Porque no es que hacemos un tema de San Martín o de Ceferino Namuncurá bajando una línea. No. Para nosotros son personajes que nos inspiran". El que habla es Tiago Douton, letrista que canta desde la batería. Un poco como Javier Martínez de Manal pero más como Litto Nebbia por su ternura precisa, solemne e insobornable. Estamos en cuarentena y el resto de la banda sólo puede asentir a distancia: de un lado Gamba, guitarrista rubio y melenudo que hace la base rítmica. Un Yeti recién bajando desde el Aconcagua. Del otro, Fede Terranova, violinista que hace no tanto se cortó su larguísimo pelo y ahora luce como un post-punk de Caballito que puntea solos y tiene como referencia más obvia a Pinchevsky --sobre todo cuando le hace la segunda a Alejandro Medina--, pero que en realidad se inspira más en Stuka de Los Violadores, esos riffs melódicos y veloces.
Se llaman Fútbol y forman un triángulo escaleno; o sea, de tres lados distintos pero armando igual la figura geométrica que apunta al cielo. "Nos conocimos de adolescentes en el Club Italiano y tocando en diferentes bandas", cuenta Fede. "Después estuvimos un tiempo sin vernos hasta que a principios de los dos mil coincidimos en el cumpleaños de Matías Juanatey, un amigo en común (hoy guitarrista de Banda Argentina y bandoneonista de Orquesta Los Crayones), y dijimos: ¿por qué no hacemos algo? Y arrancamos". Al principio la cosa vino experimental. Pero no experimental tipo Soft Machine o Tangerine Dream; experimental tipo clase de actividades prácticas de séptimo grado. Mucho probar y jugar con lo que se tenía y daba gracia. Por eso títulos como "Al Sahara en globo" o "Dentro del ovni 54-40" para Elige tu propia aventura (2003), su puramente instrumental disco debut. "Queríamos hacer la banda de sonido de los libros", dijeron en su momento. Todavía no eran enteramente Fútbol por más que se llamaran así, aunque ese gesto de recuperar la famosa colección juvenil de los ochenta sí lo era. Para Más bambino que nunca! (2005), el siguiente disco, sin embargo, ya había dos temas cantados y un tercero, "Ábalos", que contenía ese ataque de guitarra y violín al unísono que luego se volvería característico. Pero todavía faltaba un paso más.
"Al principio la idea era seguir con la música más loca de Bambino", relata Fede. "Pero cuando tuvimos que tocarla en vivo algo no funcionaba. Y eso que insistimos. Pero a nadie le gustaba, nadie venía a vernos. Y los que venían se veían obligados a decirnos que la pasaban bien", recuerda con una sonrisa. "Hasta que en un momento aceptamos la cosa más directa que nos salía en los ensayos y lo llevamos al vivo. Y de repente empezó a venir más gente, la banda a hacerse más conocida y todos a estar mucho más contentos que antes. Nos dimos cuenta de que eso que rechazábamos por ser en teoría más pobre era en realidad mejor que lo estaba en los discos". ¿Para qué insistir con lo anterior?, se preguntaron. Y ahí sí nació Fútbol.
Papá se fue a Japón (2008), entonces, fue el disco que plasmó ese salto evolutivo hacia atrás: chau accesorios de teclados, bajo o sintetizadores y hola malón embravecido de guitarra, violín, batería y voces decidoras. "Tiago estaba en una búsqueda muy intensa respecto a cómo expresar las ideas que tenía. Y la banda ya había decidido qué tocar y cómo", cuenta Gamba sobre ese momento refundacional en que los planetas se alinearon, la tierra se abrió y nació ese torbellino enervando la sangre derramada que sería su marca sonora. Y que encontró su mejor versión en su siguiente álbum La Gallina (2011), un tour-de-force de revisionismo post-punk, ciencia ficción rosista y temas como figuritas de un álbum apócrifo sin terminar ("Nunca fuimos rigurosos en nuestro saber de historia, aprendimos sobre las batallas de la independencia leyendo la Anteojito", dice Fede). Y en Favio (2016), la reafirmación y síntesis de ese frenetismo expresionista --Color Humano encontrándose con La Polla Records; Nebbia abrazándose a José Hernández-- que puede pintar "un hombre topo" en las galerías de Leandro N. Alem (en "Hombre topo") y plasmar la típica postal en el Partido de la Costa ("Niños con sus tablas intentando barrenar/ padres en la orilla observándolos jugar/ buzo en los hombros por si llega a refrescar/ va cobrando vida el paseo peatonal" en "Sangre y vino").
"Empiezan a surgir letras que no sólo acompañan la música sino que valen por sí mismas", señala Gamba. Canciones que pueden poner el foco en un barquillero con "sueños de capitán de navío" o bien fijar la vista en puntos antojadizos del territorio nacional. "De Johnny Cash tomé eso de hablar de lugares fronterizos o algo olvidados", cuenta Tiago. "Así aparecen el cerro Champaquí, el Río Colorado, la localidad de Saladillo, el balneario de Aguas Verdes. Lo que un poco fuimos teniendo a mano después tantos viajes", cuenta en relación a las incursiones al interior que emprendieron casi desde que arrancaron. Y que al día de hoy les permitió armar una red de amistad con grupos de distintas regiones.
¿Qué sigue ahora? Por un lado, la pronta edición de un Ep que agrupará los temas sueltos que largaron el último verano (entre ellos "Paisajes del Sur") y por el otro la grabación de un disco junto a Shaman Herrera, el druida de las canciones de alma patagónica. "Hay mucha admiración mutua y también cierto entendimiento con Tiago por el lado de las letras", señala Gamba. "Ya tenemos dos temas terminados y estamos ilusionados con los que están saliendo ahora", amplía Fede. Para Fútbol, entonces, pese al horizonte sombrío de una pandemia que parece no detenerse, la música sigue. Y la vida también.