Cuando Pendleton Ward —el creador de ese pequeño milagro de la animación llamado Hora de Aventura — decidió abandonar las riendas del show años antes de su final, aseguró que nunca más iba a crear series de televisión: “¡Nunca lo haré! ¡Eso sería una pesadilla!”, gritó a la prensa que le preguntaba atónita por la inesperada salida de su propio programa. En ese momento, los fans del show se volvieron un poco locos: Hora de aventura, la lisérgica serie de diez temporadas donde se pudo ver crecer a un niño de 12 años y su perro mágico en un desconcertante universo post-apocalíptico, fue una de las apuestas animadas más queridas del nuevo siglo.
Objeto de adoración, cosplay y merchandising millonario, sentó un precedente entre las series animadas contemporáneas decididas a abordar cierta sensibilidad adulta con la comedia y el sinsentido infantil, difuminando la barrera entre ambos públicos. Además, claro, de esa animación extraordinaria que se consumía alegremente como un cartoncito de LSD. Por todo eso, la sorpresa es grata para todos, ahora que —aunque aseguró que nunca más lo haría— Pendleton Ward ha vuelto al streaming a lo grande con The Midnight Gospel, un nuevo programa que desde esta semana se puede ver por Netflix.
Tanto amantes de la no-ficción como de la psicodelia desconcertante podrían potencialmente adorar este programa de ocho capítulos, ahora, decididamente destinado a un público adulto. Con su estructura inusual, The Midnight Gospel toma audios de entrevistas reales a personajes peculiares: exreos condenados a muerte que sobrevivieron, médicos a favor de las drogas, maestros de meditación y mindfulness o escritores alcohólicos, y los ubica en escenarios galácticos donde viven coloridas aventuras. La premisa en sí ya es de lo más simpática: Clay, el protagonista, es un conductor de podcast en el espacio. Y como si fuera un periodista gonzo futurista, viaja a galaxias alternativas para entrevistar a personajes inusuales y conocer sus filosofías de vida. En cada episodio, además vive una aventura absurda junto a sus entrevistados. Y así, en medio de reflexiones profundas sobre la existencia, también aparecen planetas de payasitos, zombies amables y villanos que asesinan con el trasero.
Con The Midnight Gospel, Pendleton Ward, que era el rey del sin sentido y la psicodelia, parece preguntarse: ¿por qué ocuparnos solamente en crear estas galaxias ficticias y alternativas cuando acá mismo, en nuestra realidad, tenemos todo? La filosofía, las experiencias cercanas a la muerte, la ciencia experimental, las teorías extrañas. Por eso, la serie nació de la cruza entre el artista y Duncan Trussell, un comediante de stand-up y popular conductor de podcast sobre filosofía, temas paranormales y meditación.
The Duncan Trussel Family Hour, el programa donde el comediante entrevistaba largamente a personajes peculiares y compartía teorías, existencialismo, metafísica y comedia, se hacía bastante conocido. Pendleton Ward lo admiraba y se acercó a él cuando todavía comandaba su aclamada serie. “Me voló la cabeza que me escribiera para felicitarme, soy muy fan de Hora de aventura. Que él estuviera escuchando estas conversaciones eternas que yo tenía con personas random fue tan increíble como aterrador. Así que, obviamente lo invité a venir a un episodio. Increíblemente aceptó”, se emociona Trussell. Más adelante, cuando abrumado por el éxito de Hora de aventura y el poco control que tenía sobre la serie Ward la abandonó, y juró no volver a hacer televisión, también invitó a Trussel a un café y le dijo: “No quiero hacer una serie, quisiera animar capítulos de tu podcast”.
El formato de The Midnight Gospel podría recordar a Slacker, de Richard Linklater, al improbable show de medianoche del Fantasma del Espacio, de Adult Swim, o incluso a Comedians in Cars Getting Coffee , de Jerry Seinfeld, pero ubicado en un universo paralelo. La misión le tomó a la dupla casi seis años desde la primera reunión. Tiempo en el que procrastinaron un poco, pero también se dedicaron a reimaginar y luego animar algunas de las entrevistas más interesantes del podcast de Trussel, originalmente de una hora, y convertirlas en despampanantes animaciones de 25 minutos con la explosión de psicodelia que caracterizaba a Hora de aventura.
Ahí, Ward tuvo libertad para jugar: cada universo que visita el personaje tiene sus propias reglas, mientras las voces de los personajes norteamericanos, bastante conocidos, son encarnadas visualmente en personajes que desconciertan. El popular doctor californiano Drew Pinsky, por ejemplo, es el presidente de una nación invadida por zombies mientras habla sobre sus teorías sobre el consumo de marihuana. Damien Echols, uno de “Los tres de West Memphis”, que en los noventas fue condenado a muerte por un crimen del que 20 años después fue declarado inocente, es encarnado en un personaje con cabeza de pecera que devanea sobre el dolor, la magia y la reencarnación. La escritora Anne Lamott charla sobre el alcoholismo y la creatividad en el cuerpo de un reno gigante a punto de ser triturado en una fábrica de carne, o la experta en meditación Trudy Goodman representa a una guerrera en busca de salvar a su novio devorado por el trasero de un villano, mientras revela sus técnicas de bienestar.
La extraordinaria interfaz de The Midnight Gospel hace que a la serie se entre muy rápido, sin embargo —y sobretodo por la enrarecida actualidad que habitamos— lo más aconsejable sería que se consuma lento y con precaución. Quizás, quienes estaban acostumbrados al universo lisérgico pero amable de Hora de aventura, ahora se verán avasallados por una profundidad y extrañeza que por momentos abruma. Además de la epilepsia de su animación, donde Ward demuestra que no tiene límites a la hora de crear, hay algunas ideas donde el concepto de mal viaje podría encarnarse de una forma muy concreta para el espectador. Historias sobre la certeza de la muerte y cómo la sobrellevamos, el devenir del tiempo, el sufrimiento y la creatividad narradas en las diáfanas voces de sus propios protagonistas.
“Ha tenido la experiencia de ser reverenciado por muchísima gente”, declara Trussell sobre Pendleton Ward. “Y supongo que cuando eso te pasa, tienes dos opciones: puedes crear un ego tan grande que eventualmente te destruye o puedes convertirte en una persona increíblemente agradecida y compasiva: en alguien que ama a los humanos. Creo que eso es lo que intentamos con esta serie."