“Con el nene no” fue la frase tajante del guardia de seguridad de una importante cadena de farmacias ante los ojos de otras personas que esperaban en la cola.
—Pero no tengo con quien dejarlo.
—Es un problema suyo, no podemos ponernos en riesgo todos—respondió el guardia e invitó a la madre y al hijo a retirarse sin poder comprar.
La escena se repite, dolorosa, como si fuera posible sumar sufrimientos a esta cuarentena que cada vez tiene más días por delante para tachar en el calendario y esa sensación de apocalipsis permanente. Estamos hablando de alimentos, de remedios, de dar una vuelta a manzana… derechos básicos de las personas que sí están contemplados para lxs adultxs, incluso para quienes tienen mascotas, en un país con un 18 por ciento de hogares donde solo una persona mayor convive con uno o más hijxs, y de los cuales el 85 por ciento está comandado por mujeres-madres-trabajadoras, y otra gran porción de la población es quien cuida a los más chicxs cuando el otro adulto responsable se va de la casa. Que quede claro: no está prohibido circular con niños y niñas pero su sola presencia incomoda al resto. Al cierre de esta edición, el gobierno estaba evaluando flexibilizar la cuarentena para lxs menores pero todavía no se anunció ninguna medida .
Para muchxs es una pesadilla llevar el día a día sin saber cómo pagar las cuentas, qué pasará cuándo se reanude la actividad y, por supuesto, si no tendremos que enfrentarnos con el virus del momento. ¿Cómo se supone que estas familias se proveen de comida? ¿Qué hacen si en lugar de tos y mocos tienen diarrea y vómitos y necesitan ir a la guardia? Ni hablar de querer dar una vuelta a la manzana o salir a la vereda a ver el sol. Según el infectólogo Pedro Cahn, uno de los asesores médicos más cercanos al presidente, este tema es prioritario en la mesa de debate sobre la pandemia pero para la sociedad la duda es una certeza: lxs niñxs no son buenvenidxs.
“Los chicos afuera”; “disculpe mami, pero tiene que dejar a la nena en casa” o “yo solo cumplo con mi deber de informarle que los niños no pueden circular” son algunas de las respuestas que llegaron a este suplemento de diversos agentes del orden público y privado que supuestamente resguardan la seguridad de todes. Mirar a les niñes como sospechosos de portar una peste son parte de las respuestas de una sociedad que se puso la gorra, con las plazas cerradas al público y miles de pueblos y pequeñas comunas donde el toque de queda es parte del paisaje sonoro.
Lo cierto es que bajo el manto de lo que es seguro para la salud de la población no se contempla que las infancias son un grupo social que requiere la máxima protección. A la suspensión de clases se suma el confinamiento, que en muchos casos es hacinamiento o violencia, y en muchos otros ansiedad, angustia, terrores nocturnos, accidentes domésticos... Efectos de los que no sabremos su alcance hasta mucho tiempo después de terminada la cuarentena, en un contexto de clases suspendidas por tiempo indeterminado y esta presión social porque los menores no circulen. Los femicidios, que ya cuentan más de veinte en lo que va de la cuarentena, se cobra en les niñes una cuenta mucho más cara: quedarse solxs, o ser ellxs mismos asesinadxs. Como el hijo de Fátima Acevedo, de tres años, quien actualmente se encuentra en el Consejo Provincial del Niño, el adolescente y la familia de Entre Ríos. Su madre fue asesinada por su padre a pesar de las denuncias que ella le hizo al agresor.
“Lo que se está poniendo en la espalda de los chicos es muy pesado” dice Juana Ghersa, fotógrafa. Ella viene haciendo un seguimiento de los casos de discriminación en los comercios desde el grupo Maternidades feministas, espacio que albergó decenas de historias que se canalizaron en otro grupo de Facebook (Aislamiento y niñes - Coronavirus Argentina) y en una petición de change.org para que el Estado se pronuncie. “Pedimos que el Estado Argentino implemente medidas urgentes destinadas a proteger y regular el desarrollo integral y el crecimiento saludable de niños y niñas, según lo acordado en tratados internacionales, aún en medio de la pandemia Covid 19”: al cierre de esta edición había más de tres mil firmas en un texto que explica, además, que otros países elaboraron estrategias de sociabilización y recreo para lxs chicxs.
A pesar de que la OMS negó que los más chicos sean mayores transmisores del virus que lxs adultxs, en Bahía Blanca, el Colegio de Farmacéuticos y la Asociación de Empleados de Comercio empapelaron la ciudad con un pedido raro pero cada vez más extendido, entre el lavado de manos y la indicaciones para toser, “no concurrir a comprar con niños”, como si eso fuera siempre una posibilidad. La titular de Inadi, Victoria Donda, tuvo que salir a aclarar esta semana que el gobierno no prohibió la circulación de niñes, ante la avalancha de denuncias por discriminación que llegaron entre la semana pasada y esta y habilitó líneas telefónicas para recibir estas denuncias. Pero además sumó la información de otras violencias: enfermeras a quienes los vecinos amenazan con quemarles la casa, personal de la salud secundario que es perseguido por sus comunidades, personas de origen asitático que son agredidas… Todas ellas pueden ser, también, padres o madres de niñes que en este momento son discriminadxs.
Consultada por Las12, la Secretaria de Políticas de Igualdad y Diversidad del Ministerio de las Mujeres Géneros y Diversidad, Cecilia Merchán, aclaró que desde sus redes hicieron circular un video donde se aclara que quien necesite hacer las compras estando con un/a niñx, puede hacerlo acreditando el vínculo con el menor y aclaró que el tema fue abordado por la Mesa Interministerial de Cuidados. “Existen numerosas familias en las que sólo hay una persona adulta, en la gran mayoría de los casos mujeres, que debe salir de sus casas a hacer las compras. El objetivo de esa recomendación es aclarar que pueden hacerlo con tranquilidad y sin temor a que alguien les demuestre malestar o incluso hostilidad. Esto es muy importante para visibilizar cómo las tareas de cuidado, en este caso a niñas, niños y niñes, son esenciales y no se puede abandonar” explicó y dijo que el video fue enviado a la federación de supermercados de Argentina a través de la Secretaría de Comercio.
Por el asco que da, tu sociedad
Aparentemente no alcanza. I Acevedo vive con su hijo y fue rechazado en la puerta del supermercado Día: el guardia de seguridad le dijo que podía entrar pero dejando al niño, de seis años, bajo su cuidado. Hizo las compras en tiempo récord y tuvo que esperar la cola porque nadie le cedió el lugar. Cuando elevó una queja, le respondieron, informalmente y con una generalidad: “Te pedimos disculpas, estamos viviendo una situación de riesgo y tratamos de cumplir con todas las medidas de seguridad implantadas por el gobierno para resguardar la salud de todos nuestros clientes” pero en Día siguen rebotando a las personas con niñes. “No permitir el ingreso a una persona, tenga la edad que tenga, es realmente el colmo del error” dice y cuenta que el guardia le pidió al niño “que no se moviera ni tocara nada”. “Esta situación abre muchas preguntas nuevas: en mi caso, traté de dejarlo en casa para evitarnos estas situaciones, al cuidado de alguna amiga que pudiera verlo por cámara. Pero la única persona que accedió a cuidarlo sin peros fue quien limpia en mi casa. La pregunta era ¿se va a portar bien? Esa pregunta es patriarcal y ridícula, ningún niño “se porta” mal. Me terminé peleando con amigas, todas estaban llenas de demandas: que sonría, que tire un beso, que la pase bien... En el lazo de amistad hay una incondicionalidad que está ausente, y eso me parece sintómatico de lo que pasa a nivel social. No es fácil salir de las lógicas de la gente que cuida siempre: las personas que trabajan en servicio doméstico, o las abuelas… Con la cuarentena lo que se pone sobre la mesa es el cuidado”. Gaby P, del grupo sobre covid e infancia, escribió “Podrían estar produciendo solo con esta experiencia la memoria histórica emocional de miedo y sumisión al poder. El acatamiento estricto a la norma sin lugar a la duda. Una generación rebaño sin desarrollo a la duda y la disidencia. Estoy leyendo todo tipo de casos de niños miedosos a la policía y a salir de sus casas” y el testimonio de Marcela Brunetti, psicoanalista y docente de la UBA, lo reafirma: fue rebotada en los supermercados de su barrio pero además abordada por un oficial que amenazó con llamar a un patrullero si no volvía a su casa, frente a la mirada aterrorizada de su hijo. “Las decisiones en las estrategias de planificación que tome el Estado en estos días serán fundamentales para mitigar perjuicios más serios. Con esto digo, fundamentalmente, que no se propicie que los niños se autoperciban como peligrosos, y su madre o equivalente, una transgresora. He escuchado que los pequeños ya no quieren salir, y esto responde a la incorporación de una política de miedo en la cual la crueldad de algunos recayó sobre ellos más que en cualquier otro grupo. Y no se trata de casos aislados, es una constante que se repite”. Brunetti está contactando a gente que haya vivido experiencias similares para armar un colectivo y demandar una respuesta más firme por parte del Estado, que suspendió las clases como medida inicial pero todavía no pudo elaborar una respuesta sobre esas sensibilidades puestas en suspenso que deberían poder conformarse con las tareas online, algo a lo que cientos de niños y niñas no tienen acceso en nuestro país. “Esta biopolítica y la consecuente intervención policíaca sobre los cuerpos da lugar a un totalitarismo en el cual los niños quedan como chivo expiatorio. Esta cara perversa del uso de los menores es absolutamente refutable. Si se necesita de una población asustada para que se cumpla la cuarentena, no podemos permitir que se use a la infancia como recurso. La cuestión entonces, no es sólo el confinamiento, sino fundamentalmente, el uso político-mediático de los niños en tanto peligrosos. Si este imaginario se instala, no podremos ya afirmar que la cuarentena ha sido eficaz. No se puede permitir que ellos sean funcionales a políticas que necesitan nutrirse de imperativos ligados al cuerpo padeciente y a la muerte”.