Limpiar, limpiar, limpiar. El imperativo sanitario ha retornado con la misma fuerza que el coronavirus causante de la covid-19. Lavarse las manos, desinfectar las superficies ¿cuál es el límite? El paroxismo llegó al escuchar una entrevista en “Ahora dicen”, por Futurock, en la que el médico infectólogo Tomás Orduna hablaba de “hábitos que llegaron para quedarse” y mencionó, al pasar, “trapear los pisos tres veces por día”. Solo un médico varón podía decirlo, es el primer pensamiento. ¿Tres veces por día? Ese señor nunca limpió los pisos. ¿Cuánto de este nuevo imperativo higiénico recae sobre las mujeres si la democratización de las tareas de cuidado recién empezaba a ser un tema de agenda pública? ¿Hay que sacarse los zapatos cuando se entra a la casa? ¿Es necesario lavar toda la ropa después de viajar en transporte público? ¿Cuáles son los cuidados necesarios y cuáles aquellos que se cuelan como mandatos de pulcritud? ¿Es posible gambetear que eso les complique aún más la vida a quienes asumen el lugar de cuidadoras por imperativo cultural? En la Argentina el 75% del trabajo reproductivo lo realizan las mujeres. Según la Encuesta del Uso del Tiempo del Indec, de 2013, las mujeres dedicaban casi 7 horas diarias a ese trabajo no pago.
“El aislamiento también está haciendo notar que vivimos en una cultura patriarcal hegemónica, eso no es algo nuevo. Esta pandemia está mostrando fuertemente que eso está. El femicidio si bien está registrando un aumento quizás por la condición de aislamiento, es la muestra última y más cruel de que eso existe y no es nuevo. Tampoco es nuevo el hecho de que en nuestra cultura el cuidado recae sobre el rol femenino, y ahí entran muchísimos aspectos además del de la limpieza que vos traes. En nuestra cultura y en todas, si no cumplís con el rol social que se te asigna, hay una cierta sanción, entonces me parece que esta pandemia está haciendo notar la vulnerabilidad de algunos grupos y las desigualdades ya existentes”, expresa Gabriela Zunino, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Lanús y de la Universidad Nacional de Avellaneda, e integrante de la Red Argentina de Investigadorxs en Salud.
Para María Isabel Donet, que es médica generalista con amplia experiencia en epidemiología en la salud pública de la provincia de Santa Fe, considera que “todo discurso higienista excesivo, en cualquier momento, no sólo en pandemia, significa una carga para las mujeres, porque la higiene tiene que ver con el cuidado, y el cuidar en el imaginario social lo llevan las mujeres, cuando en realidad tiene que ser una tarea compartida y si queremos, más en este momento, donde el quedate en casa sí produce una sobrecarga”.
¿Qué cosas sí hacer y cuáles no para evitar la presencia del virus? Los medios de comunicación bombardean día y noche con las medidas que se deben tomar. “La idea principal es que el coronavirus es un virus nuevo, se está investigando. Se sabe que hay similitudes o diferencias con otros virus, esa es la base de la cual partimos. Por lo pronto las recomendaciones se basan en las mismas prácticas de higiene que para cualquier patógeno (lavado de manos mínimo de 40 segundos y con frecuencia si se tocó algo que estuvo afuera y uso de alcohol 70%), solo que las medidas se extreman porque este coronavirus tiene un comportamiento diferente y una alta capacidad de transmisión. Las medidas (extremas) recomendadas son el lavado inmediato de la ropa y la limpieza con lavandina o alcohol de los objetos y alimentos que vienen de la calle, la limpieza del piso y superficies con lavandina, etc. Y bueno, las medidas más extremas son el distanciamiento y el aislamiento social”.
Sobre el punto específico de la consulta sobre el lavado de pisos, Zunino despliega distintas respuestas. “Las recomendaciones son las que hace el gobierno, basado en el consenso de la comunidad científica, que están a nivel internacional elaborando estas recomendaciones. Se apunta a una limpieza diaria, yo en particular no creo que sea necesario limpiar los pisos tres veces por día. Si ningún miembro del hogar sale a la calle, cada familia considerará cada cuánto se hace limpieza”, relativiza y también recuerda que “los productos de limpieza hay que manipularlos con cuidado, ya que muchos son tóxicos, hay que usarlos con prudencia. Circula muchísima información. Lo mejor al momento, lo que yo recomiendo, es manejarse con información oficial, que está bastante bien y se basa en las recomendaciones internacionales”.
Prácticas y costumbres ajenas pugnan por ser adoptadas. “Hay otras culturas que tienen como práctica habitual llegar a la casa y que haya un rinconcito donde dejás los zapatos. Para nosotros no es habitual, y a lo mejor esas medidas al principio nos resultan incómodas. Hay que considerar dos cosas, la posibilidad de que se haga hábito eso en nosotros, porque no sabemos qué va a pasar ahora con este covid 19 o con otros virus que aparezcan. Y por otro lado, que son medidas extremas, porque en el momento lo único que sabemos, la única certeza que se tiene es que es un virus nuevo y que no hay inmunidad poblacional para este virus, por eso se extreman las medidas”.
Entre otros aspectos del cuidado, están las barreras frente a la sobreinformación. “También hay una cuestión de sobrevalorar cualquier discurso que viene desde cualquier representante del ámbito científico. No estamos acostumbrados tener una mirada crítica sobre los conocimientos ya producidos, un investigador lo tiene, pero no es la generalidad. Desde ahí, lo ideal es tener un poco de confianza y de desconfianza, por lo menos de pensar qué es lo que se está diciendo, por ahí circula una información que está sacada de contexto, o que a los investigadores nos cuesta comunicar”, matiza Zunino.
Para la investigadora en Epidemiología crítica, y feminista, no hay todavía certezas suficientes sobre las formas de contagio, y eso lleva a extremar –a veces quizás exageradamente- los cuidados. Cuánto sobrevive y cómo contagia el virus en las distintas superficies. “Sé que se están haciendo estudios al respecto, específicamente por el coronavirus este del covid 19, sobre cuánto tiempo permanece activo en diferentes tipos de superficies, porque al parecer no es igual en todas. Pero es pronto para sacar resultados concluyentes al respecto. Se conocen otros coronavirus, este en particular tiene características nuevas, por el momento las recomendaciones son extremas”, puntualiza.
--¿Este discurso higienista no termina siendo aún más culpabilizador para las mujeres?
--Desde la epidemiología crítica, una corriente que nace de la epidemiología, pero propone una manera diferente de abordar los problemas de salud, sabemos que la idea de discurso culpabilizador está presente, en todos los ámbitos. Ahora quizás lo vemos más o lo vemos desde otro lado, pero me parece que siempre está presente en la sociedad. En particular, en el campo de la salud o de la medicina, la idea que prevalece es que si te enfermás es culpa tuya, porque no te cuidaste. Eso está presente y lo tenemos todos, no hace falta ser trabajador de la salud o profesional del área salud para que eso en algún momento aparezca, aún cuando tengas una mirada crítica de ciertas cuestiones, uno forma parte de esa sociedad y esa cultura.
Zunino considera que “esta pandemia muestra que el cuidado de la salud es una estrategia que es colectiva, y aunque parezca paradójico, el tema del aislamiento o el distanciamiento social también es una estrategia colectiva. La idea es que cuidarte es cuidarnos”.
Lo que ocurre es que amplios sectores de la sociedad –la villa 31 por ejemplo- no cuentan con el acceso al agua potable, que es un derecho humano. “Estas desigualdades y vulnerabilidades eran previas. En este momento, particularmente, considero que la presencia del estado está siendo importante, que el gobierno está tratando de atender a la diversidad de necesidades. Muchas veces hay errores, aún cuando se tengan buenas intenciones, porque todos estamos inmersos en esta cultura hegemónica, patriarcal, y errores no solo a nivel de gobierno sino de cada uno también se puede pensar individualmente. Pienso que las luchas colectivas como el movimiento de mujeres pueden permitir movilizar esas cuestiones, y quizás este sea un momento en el que se pueda aprovechar para visibilizar, hacer todavía más evidentes esas diversidades y esas desigualdades inherentes a esas diversidades”.
Desde la provincia de Santa Fe, María Isabel Donet también pone sobre la mesa esta sobrecarga de las mujeres cuando se trata de hacerse cargo de la salud de otres. El 13 de marzo, el gobierno provincial puso en marcha el 0800 555 6549, de cuyo diseño participó la médica que trabaja en el Hospital Protomédico Manuel Rodríguez. Al principio, recibían llamadas de todo tipo, pero esa demanda se fue organizando. “En el transcurso de este mes y medio, el 60, 65 por ciento, 70 por ciento algunos días, de quienes llaman son mujeres y hemos notado en los registros que muchas consultas de mujeres que llaman por otros, por el hijo, por la hija, por el marido, por la madre, por los padres, por dudas, por clínica, llaman por el seguimiento, para consultar si están haciendo bien esto, si hacen bien lo otro, incluso familiares de contacto. Muchos llamados de mujeres tienen que ver con consultas por otros”, afirmó.
Cuidar, cuidar, cuidar sin descanso. Con la pandemia, quedan más al descubierto los hilos de la sobreexigencia permanente sobre algunos cuerpos, con el mandato de garantizar la continuidad de la vida y la salud ajena.