Parte del vicio de ser investigador social es que a veces nuestro objeto de estudio lo
puebla todo. Lo cotidiano se llena de gestos y de símbolos con que referenciarlo. Esto puede ser más agudo cuando el prisma es la guerra por las Islas Malvinas, un hecho de excepción dentro de la historia argentina. Y más aún cuando la realidad se tiñe de la pandemia del coronavirus y la cuarentena obligatoria, también excepcionales. En ambas circunstancias, pero desde posturas ideológicas antagónicas, la dictadura cívico militar y el actual gobierno democrático tomaron la idea de “unidad” para generar consensos, necesarios para que una parte importante de la sociedad acepte lo que ocurre y decida actuar en consonancia.
Desde que comenzó el aislamiento muchos ciudadanos colgaron banderas en sus balcones, han propuesto aplausos a los profesionales de la salud, han cantado el Himno desde sus hogares. Un sentimiento de unidad invadió un país atravesado por “la grieta”. De repente todos nos sentimos hijas e hijos de una misma tierra. Fuera de los mundiales de fútbol, no habíamos visto tal manifestación de argentinismo desde la guerra por las Islas Malvinas, en 1982. Una vez más, un acontecimiento crítico funciona como dispositivo de cohesión social, otrora, impensado.
Durante la guerra, los cuerpos de soldados, enfermeras profesionales y estudiantes, y médicos se enfrentaron al enemigo británico. Pero para quienes vivieron el enfrentamiento desde sus casas, a través de los medios de comunicación, también hubo una instancia en la que se les permitió participar y de alguna forma ser protagonistas.
Este evento fue el Fondo Patriótico Malvinas Argentinas: una colecta creada por decreto presidencial a fin de “solventar el esfuerzo que demanda el ansiado cometido”, para sostener a los combatientes frente al frio, el hambre y las duras condiciones que estaban atravesando en las Islas. En medios radiales y televisivos se publicitaron los eventos que donarían sus recaudaciones a dicho fondo.
El más conocido de estos fue el realizado en Buenos Aires llamado “24 horas por Malvinas”, transmitido por ATC el 20 de mayo de 1982. Este formato de programa, televisado con gran concurrencia de público y transmitido a su vez por radios y publicitado en diarios, se realizó también en Córdoba. Se llamó “Córdoba para Malvinas” y convocó a amplios sectores. Así, diferentes actores sociales donaban un día de su sueldo, los artistas entregaban obras que serían subastadas a beneficio de la causa, diferentes personas donaron joyas u objetos de valor para el mismo fin. En plena crisis económica se recolectaron 54 millones de dólares en donaciones, cuyo destino aún se desconoce.
A 38 años, se nos pide incesantemente que seamos patriotas “quedándonos en casa”. Pero para salvar vidas y vencer al enemigo invisible.
La dictadura y la democracia se diferenciaron a la hora de enfrentar la excepcionalidad. Los primeros apostaron a “la unidad” en torno al sacrificio de vidas por la patria. La segunda apuesta a “la unidad” a fin de preservarlas, porque entienden a la patria como el cuidado del Otro. Y porque de esta excepcionalidad nadie se salva solo, como afirmó el Presidente hace algunos días.
M. Elena Otero : Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).