Todos los miércoles, entre 3 y 4 camiones salen de la localidad salteña de Los Toldos, ingresan a territorio boliviano, cuyas autoridades revisan que tengan la autorización del municipio local, y vuelven a cruzar hacia el lado argentino para llegar a la también salteña ciudad de Orán. En el mercado de abasto de esa urbe, que es la segunda más grande de Salta, los dueños de los comercios toldeños compran verduras, lácteos, pollo, harina, maíz, y gaseosas, entre otros productos que son básicos para el sustento de su comunidad.

Al día siguiente, los camiones regresan a Los Toldos bajo estrictos controles. En el paso fronterizo de Aguas Blancas-Bermejo las aduanas de ambos países abren los vehículos, controlan que la mercadería transportada se corresponda con las facturas en poder de los transportistas y que sean productos autorizados, y luego los cierran con un precinto. Además, vuelven a controlar las autorizaciones, les miden la temperatura al chofer y a su acompañante, y los dejan recorrer  territorio boliviano hasta regresar nuevamente a Los Toldos, del lado argentino. Recién allí, agentes de Gendarmería Nacional rompen el precinto para que los comerciantes descarguen la mercadería.

“Cuando comenzó la cuarentena tuvimos bastantes inconvenientes que tuvimos que sortear más que nada porque nosotros no tenemos un camino por territorio propio (argentino) y debemos sí o sí recorrer 90 kilómetros por la ruta panamericana de Bolivia y reingresar a Los Toldos”, explicó a Salta/12 el intendente de esa localidad, Virgilio Mendoza. Para que los comercios locales pudieran abastecerse, la Cancillería argentina tuvo que tramitar una autorización del gobierno boliviano para permitir la circulación de camiones hasta la ciudad de Orán, una vez por semana.

Uno de los que hace este recorrido es Arnildo Vaca, propietario hace 25 años del “Super 1”, uno de los 10 comercios locales que venden alimentos. “Yo tengo mi propio camión”, cuenta Arnildo con orgullo, y agrega que otros comerciantes que tenían camionetas se vieron obligados a alquilar un camión entre todos porque el convenio con Bolivia no permite la circulación de este tipo de vehículos. El acuerdo con el vecino país tampoco les permite comprar bebidas alcohólicas, lo que provocó una suerte de “ley seca” local. En Los Toldos nadie consume alcohol, y nadie realiza obras, porque tampoco están habilitados a adquirir materiales de construcción.

Los comerciantes que no poseen un vehículo habilitado deben pagar 30 mil pesos para alquilar un camión, con chofer y combustible incluido, que viaja hasta Orán con los pedidos de los almaceneros. Sin embargo, según Arnildo, logran mantener precios razonables. “No por estar aislados vamos abusar de los precios”, reflexiona.

Frontera permeable

Antes del cierre de las fronteras, los toldeños iban a abastecerse a la localidad más cercana, que pertenece a Bolivia: La Mamora. Según el diputado local, Francisco Acosta, los habitantes del pueblo salteño compraban allí sobre todo víveres frescos, gas envasado y materiales de construcción, por dos motivos: “primero por los precios, que son más baratos del lado boliviano, y después por la cercanía, ya que Orán está a 170 kilómetros y La Mamora a solo 18”.

Pese a los intensos controles en el puente internacional que cruza el río Bermejo, algunas familias continúan cruzando a pie por caminos no habilitados desde Los Toldos a La Mamora y viceversa, para abastecerse de productos que se consiguen en uno u otro lado de la frontera. “Como acá hay casi 6 kilómetros de caminos que se pueden transitar por cualquier lado, porque es una playa y los ríos han bajado un poco, la gente intenta hacerlo peatonalmente y es riesgoso”, se mostró preocupado Acosta.

“El paso hormiga de la mercadería es lo normal de ambos lados”, agrega el intendente Mendoza, quien reconoce que ese tránsito, aunque en menor medida, sigue existiendo y es imposible de controlar. “Los vecinos más próximos son los de La Mamora y ellos también están sufriendo el cierre de las fronteras”, se solidariza con sus vecinos bolivianos.

Billetes aéreos

Otro de los logros de la comunidad de Los Toldos para paliar el cierre de las fronteras fue poner en funcionamiento el cajero automático local el 9 de abril pasado. Esto permitió que los trabajadores bancarizados (municipales, docentes, personal de salud, agentes de fuerzas de seguridad, empleados del Parque Nacional Baritú) pudieran cobrar sus haberes sin tener que viajar hasta la ciudad de Orán.

“El Banco Macro (agente financiero de la Provincia de Salta) vino, dejó habilitadas las terminales y cargado el dinero, y el municipio le está haciendo las tareas de mantenimiento hasta que se solucione todo este problema”, cuenta el diputado Acosta. Cuando se acaba el dinero, como ocurrió hace 3 días, el municipio avisa a la ciudad de Salta, y mediante un convenio firmado entre la Dirección General de Aviación Civil de Salta y el banco, un helicóptero realiza un viaje para reponer los billetes, que es costeado por el gobierno provincial y la entidad financiera.

“Habilitar el cajero fue muy importante”, se enorgullece el intendente Mendoza.

Problemas de combustibles

El gobierno boliviano autorizó la circulación de los camiones que viajan hasta Orán para comprar mercadería, de las ambulancias del hospital local, y el vehículo de la empresa de energía eléctrica EDESA para que lleve el combustible necesario para abastecer la central que le da luz a la localidad de Los Toldos.

Sin embargo, no han conseguido la habilitación para trasportar garrafas de gas. “Nosotros acá en Los Toldos no tenemos gas envasado y para atravesar el paso internacional tendríamos que tener camiones habilitados internacionalmente para el transporte de combustibles”, se lamenta el jefe comunal toldeño.

Para solucionar parcialmente esa necesidad, el municipio coordinó con un comercio de La Mamora que lleven las garrafas hasta el limite del puente internacional. Allí, un camión municipal recoge el gas envasado, desinfecta los cilindros, y se los vende al costo a los pobladores de Los Toldos: 600 pesos cuesta cada garrafa de 10 kilos, ya que el tipo de cambio bilateral “perjudica” a la Argentina.

El otro inconveniente es la falta de combustible. Antes de que cerraran las fronteras, representantes del municipio viajaban hasta Tarija, la capital del departamento del que depende la región boliviana colindante, hacían allí un depósito bancario y obtenían una autorización para el transporte de “sustancias controladas”. Ese papel, les permitía traer nafta de Orán. Hoy, imposibilitados de llegar a Tarija, no tiene abastecimiento de combustible para los vehículos municipales ni particulares. “Nos estábamos moviendo con los depósitos (de nafta) que tenían Parques Nacionales y Vialidad Nacional”, explica Mendoza, pero reconoce que necesitan solucionar este inconveniente antes que se queden sin reservas.

Estudiantes y trabajadores varados

Gladis Ustarez y Alexandra Cruz son dos de las más de 50 toldeñas y toldeños que se encuentran estudiando magisterio o profesorados en los institutos terciarios de la ciudad cordobesa de Laborde. Al parecer, la existencia de un albergue para estudiantes del interior, la gran ayuda que reciben del equipo docente, y el hecho de que el título tenga validez nacional, hicieron de esta ciudad cordobesa un lugar ideal para que estudien los jóvenes del interior y muchos toldeños lo eligieron como lugar de estudio.

Pero, a diferencia de los estudiantes de otras jurisdicciones que volvieron a sus casas cuando se suspendieron las clases presenciales, los oriundos de Los Toldos no pueden regresar. Es que para ello deben contar con una autorización del gobierno boliviano que los autorice a cruzar la frontera con ese país y eso debe ser tramitado a través de la Cancillería argentina.

“Hoy se fue un grupo de alumnos que eran de Orán, Irigoyen, Pichanal e Isla de Cañas. Vinieron a buscarlos en colectivo”, cuenta Alexandra con envidia a Salta/12. La estudiante toldeña vive hace 4 años en Laborde, donde estudia magisterio, y reside en un departamento alquilado junto con su hijo de un año y 4 meses. Comparte el alquiler con Gladis, que comenzó a estudiar este año.

Saben que son más de 50 los toldeños en esa situación porque crearon un grupo de Whatsapp con todo los estudiantes de esa localidad, y al que agregaron a las autoridades locales en busca de una solución.

“Tenemos ayuda de nuestros padres, pero a mi mamá ya se le complica mandarme plata”, relata Alexandra, quien le agradece la ayuda a los habitantes de Laborde que le colaboran con mercadería, aunque aclara que “no es una ayuda grande”.

“Estamos necesitando una autorización para viajar. Estamos a disposición de que nos digan, nosotros armamos los bolsos y nos vamos, porque acá se termina todo. Hay un montón de chicos que ya están económicamente mal. Acá los alquileres son caros, hay que pagar los servicios, hay chicos que no tienen comida…”, se desespera. En la misma sintonía, Gladis confiesa: "para mí es muy difícil porque cómo es mi primer año, estar en un pueblo nuevo ahora aislada….”, y le piden al gobernador salteño, Gustavo Saénz, “que nos escuche y pueda ayudarnos a volver todos a nuestra casa”.

Según el relevamiento que está realizando el municipio, a los más de 50 estudiantes toldeños que están en Córdoba, se suma otra veintena que está en la Rioja, y calculan que en la ciudad de Salta son más de 60 los que quedaron varados por motivos de estudio. “Como ven que esto se sigue prolongando quieren volver para estar con su familia y para no tener tantos gastos”, explica el intendente Mendoza, que ya inició los trámites para conseguir la autorización internacional.

En una situación similar se encuentran 39 trabajadores “golondrina” que estaban trabajando en la vendimia mendocina cuando el virus comenzó a propagarse.

El empresario (de la finca en la que trabajaban) los embarcó en colectivo y los mandó a Orán, sin medir las consecuencias y deslindando responsabilidades sobre el personal a su cargo pese a que todos sabíamos que había que cumplir la cuarentena en el lugar en el que estábamos”, se irrita el intendente toldeño. “Tenemos problemas con el paso migratorio en Aguas Blancas porque se dictaron los decretos de cierre de las fronteras del lado argentino y del lado boliviano y nos encontramos presos por ambas leyes”, agrega.

Al parecer, después de dos semanas de iniciado el trámite para la repatriación de los trabajadores, ya consiguieron la autorización de la cancillería boliviana, pero por cuestiones burocráticas les volvieron a solicitar el listado de los empleados toldeños para que puedan cruzar la frontera. “Ya está coordinado el transporte de los trabajadores, del equipaje y el vehículo que los va a custodiar, tal como marca el protocolo que nos exige Bolivia”, asegura el jefe comunal.

Una oportunidad

La falta de un acceso por territorio argentino es un reclamo histórico de los habitantes de Los Toldos. Por ese motivo, estos inconvenientes que les generó la pandemia del Covid-19 y el consecuente cierre de las fronteras entre países, los viven como una oportunidad para visibilizar esa demanda.

“La próxima vez que se dicten leyes, espero que los diputados y senadores a nivel nacional lo tengan en cuenta a Los Toldos”, pide Mendoza. “Capaz que ni el Presidente tiene conocimiento de esto y dictó un Decreto de Necesidad y Urgencia sin saber que nos estaba cerrando el paso”, agrega.

Lejos de afligirse, el jefe comunal toldeño se ilusiona: “esta situación por ahí puede servirnos para que los legisladores nacionales o el gobierno nacional puedan intervenir para que estos problemas que vivimos a diario puedan ser solucionados”.