Philippe Claudelle construye en La nieta del Señor Linh una nouvelle que describe los sentimientos del pasado, la soledad y la incertidumbre del futuro con sencillez y emoción.

Una reflexión sobre los migrantes forzosos, afectados por las guerras que destruyen sus vidas, sus aldeas, sus familias y los obliga de escapar del horror, dejando atrás su tierra, sus costumbres, sus muertos, sin saber dónde terminarán viviendo, qué se encontrarán en un país que no conocen, con un idioma que no hablan, solos, devastados. Un país de acogida que no siempre es amable o tolerante.

El señor Linh, que ha perdido a su familia, sólo sigue adelante para darle a su nieta de escasos meses una oportunidad de vivir. No entiende el idioma, está solo, perdido en los terribles recuerdos que lo llevaron a un nuevo país, vaga con su nieta en brazos o pasan las horas sentados en un banco del parque. En ese mismo banco hace un nuevo amigo. Sin poder comunicarse, ya que no hablan el mismo idioma, nace y crece una tierna amistad, de comprensión de la soledad profunda.

Su amigo le habla y él escucha. No entiende lo que le dice pero siente en esa voz una ternura que no había escuchado en las otras personas. Como un lazo, esa voz, lo une al Sr. Banks, que a su vez necesita que lo escuchen. Entre ellos crece una amistad inesperada.

La ternura del señor Linh por Sang Diu, que en su idioma significa “mañana dulce”, su nieta, recorre toda la historia y tiñe la soledad y tristeza de lo que dejó atrás pero también del presente que está viviendo y del futuro en un mundo completamente nuevo.

Conmueve y moviliza a meditar sobre la tolerancia de la sociedad tan humana e inhumana al mismo tiempo. A pesar de ser un relato inquietante conserva por momentos pliegues de esperanza.

La nieta del Señor Linh, Philippe Claudel, Ediciones Salamandra, 2006