“La pandemia y la cuarentena que hoy busca protegernos supone un reto nunca antes visto para quienes hacemos libros”, se plantea en el comienzo de “Los libros son esenciales”, una iniciativa de los editores del grupo Planeta que convoca a los trabajadores del mundo del libro. A más de un mes del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, por primera vez en el país no se publicaron las novedades editoriales de abril en papel y tampoco saldrán las de mayo porque las imprentas están cerradas. “El libro es esencial para la cultura, el conocimiento y el entretenimiento; ofrece a los niñxs y jóvenes en cuarentena historias e imágenes que pueden compartir con sus familias y pares. Que abrir un libro nunca es peligroso; que contar y leer historias nos hacer fuertes y resilientes, así fue desde el inicio de los tiempos y así será en este desafío. Que impulsar la lectura es una forma de ofrecer sostén emocional a las personas. Que hoy, como siempre, los libros son ventanas, puentes, naves espaciales, barcos que nos llevan a otras orillas”, postula este manifiesto, que está circulando por redes sociales con la esperanza de que las imprentas puedan ser incluidas entre las actividades exceptuadas.

“Creemos que los libros nos llenan el alma, nos dan ilusión, sueños de futuro: tejen el hilo invisible que nos une como comunidad”, concluyen en el manifiesto. “El libro es un bien esencial; verlo como esencial es muy importante porque también nos va a permitir poner entre las prioridades lo que tiene que ver con la cultura, con las industrias culturales, que siempre son vistas como secundarias, y yo creo que no, que son parte fundamental de lo que tiene que ver con el ser humano, con lo cotidiano, con lo que nos alimenta”, dice el historiador Felipe Pigna a Página/12. “Me parece que estaría muy bueno que se puedan abrir las imprentas, con los cuidados del caso, como están abiertas las empresas que producen alimentos; podría adoptarse el mismo criterio, el mismo protocolo con las imprentas, para que podamos seguir teniendo novedades, para que la industria editorial no decaiga, para que la gente siga teniendo libros. Tenemos que instalar esta idea de que el libro es un elemento esencial; por supuesto sabemos que la prioridad es que la gente coma, pero también que la gente se eduque, que tenga cultura, que alimente su espíritu, su intelecto y su imaginación. Que eso es un libro: una puerta infinita hacia la imaginación”, reflexiona el autor de Mujeres insolentes de la historia.

Adriana Fernández, gerenta Editorial del Área de Literatura infantil, juvenil y contenidos del Grupo Planeta, cuenta que la idea de escribir este manifiesto surgió entre las editoras y editores de Planeta para visibilizar el tema y generar “una acción escrita y viralizable”. “Tenemos la esperanza de que, sin quebrar las políticas sanitarias de cuidado de la población que nos están protegiendo, podamos ir reiniciando la actividad de alguna manera”, sugiere Fernández. “Somos los que hacemos libros y humildemente quisimos representar a todos aquellos que trabajan en esta industria que levanta como producto final un libro tangible y un alto valor simbólico intangible que circula entre nosotros sosteniendo saberes, entretenimiento y, como bien decimos, ilusión. Todo esto, lo sabemos por esta experiencia sin precedentes, es esencial en estos días”, agrega Fernández.

Natalia Zito, psicoanalista y escritora, analiza el comportamiento de las personas en las redes sociales. “La gente busca a los otros acaso justamente donde no están, porque si estuvieran efectivamente allí, ¿por qué vemos tantos efectos negativos como ansiedad y depresión ante el exceso de redes? Necesitamos tener de dónde agarrarnos para pasar este invierno. No soy amiga de los eslóganes que ofrecen la lectura como un viaje hacia algo superior. Yo prefiero decir que los libros sirven. Los libros acompañan duelos, separaciones, miedos”, reconoce la autora de Rara. “Esta es una oportunidad única que tiene el gobierno para transmitir que la lectura es el eje de la educación y para reforzar que leer es un derecho. Todos estamos escuchando lo que nos dice Alberto Fernández cada vez que aceptamos que serán quince días más, es un momento privilegiado para sembrar lo que vendrá después. ¿Por qué no sembrar libros? Estoy convencida de que las respuestas están en los libros, no porque las expliciten sino porque la literatura es esa vuelta en la que, gracias a otro, podes pensar por vos mismo y si eso pasa estamos a salvo. No solo tenemos que cuidarnos del Covid-19, también tenemos que estar atentos a los efectos colaterales y la cultura es el antídoto perfecto contra la ansiedad, las fake news y el sinsentido”.

Guillermo Martínez subraya que “el libro es un bien cultural esencial”, más allá de las discusiones que puedan hacerse sobre cuál es el subconjunto de los bienes realmente esenciales y cuál el de los prescindibles. “Me parece muy razonable que dentro de la administración de la cuarentena se permita la reapertura de las imprentas, que con los desarrollos tecnológicos tienen poco operarios, para que los libros vuelvan a la circulación. Hay miles de familias que dependen para subsistir de todo el trabajo a veces invisible que hay detrás de un libro. Creo que con una política de seguimiento responsable se podrían establecer protocolos de seguridad para la cadena de producción, de modo que vuelvan a llegar a las librerías, tal como se hace con la cadena de producción alimentaria -compara el autor de la novela Los crímenes de Alicia-. Los libros han demostrado más que nunca durante la cuarentena que son una compañía importantísima, a veces la única, un medio de comunicación, una forma de compartir, un plan de evasión, un consuelo y un último refugio”.