Cuando, en 2009, Donald Glover se hizo conocido por la sitcom Community –sobre un grupo de estudiantes preuniversitarios–, nadie imaginó que se iba a convertir en una figura de televisión importante. Su personaje, Troy, era un chico popular que jugaba al fútbol y estaba becado para ir una universidad prestigiosa, pero se había lastimado a propósito para perderlo todo, salir de esa presión y poder descubrir su personalidad. Cuando, en 2011, Glover también empezó a publicar música hip hop como Childish Gambino –con un alias de juguete, se diría, creado online con el viejo generador de nombres de Wu-Tang Clan–, mucho menos se vio venir a un ícono, a un rapero que marcaría un momento en la cultura y después se apagaría.
La popularidad pudo haber llegado de distintos modos. En Saturday Night Live: Donald Glover como Barack Obama al comienzo del mandato, por ejemplo, pero no pasó la audición. Sus primeras apariciones en televisión fueron antes, en sketchs de otro late show, como un aborigen suicida y un ladrón al que le pegan un tiro. Glover también integraba un trío de comedia de Internet, Derrick Comedy, con dos actores y guionistas blancos. Tienen un video más comentado sobre una investigación sobre varones que violan varones –“Bro rape”: los blancos con dildos negros–, y una película, Mistery Team (2009), que sumó a la hora de ganarse el papel en Community, originalmente escrito para un actor blanco. La filosofía de Glover: no hay temas prohibidos para un comediante.
La comedia y el rap
Nació al comienzo de lo que se dice generación millennial: 1983. Creció en Stone Mountain, un suburbio de Atlanta conocido como “el Monte Rushmore del Ku Klux Klan”, en una casa de testigos de Jehová que también funcionaba como hogar de menores –chicos con padres incompetentes o que habían sufrido abusos–. Donde no se festejaban cumpleaños ni navidad y había un televisor prendido pero no se podía mirar; o solo, a veces, los Looney Tunes, que también le gustaban al padre, y para Glover era el único momento en que lo veía pasarla bien. Por eso quiso ser comediante, dice. Cuando empezaban Los Simpsons, dejaba cerca su Talkboy –la grabadora de Kevin en Mi pobre angelito 2– y a la noche escuchaba los diálogos. Era el único alumno negro de su clase, y andaba en skate, escuchaba Limp Bizkit y Korn, le gustaban los títeres; su esfuerzo era ser auténtico y caerle bien a todos: quería romper prejuicios.
Se fue a estudiar escritura creativa a la famosa Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York. Se puso al día de golpe. Ahora era el chico negro en los show de Sufjan Stevens, Animal Collective, Beach House. Todavía vivía en el campus universitario cuando lo contrató Tina Fey para sumarse al equipo de guionistas de 30 Rock, la sitcom que se estrenó en 2006, sobre el detrás de escena de una sitcom mala, que se burlaba del detrás de escena de la industria televisiva nacional, y anticipó las denuncias de abuso sexual contra Bill Cosby.
El rap siempre fue parte de todo. Glover quería hacer muchas cosas. Películas, por ejemplo, pero no tenía cámara. Rapear, como hacer stand-up, era divertido y gratis. Y también era contar historias. Al principio mezclaba él mismo los beats en la laptop, en un programa copia del Fruity Loops. Su primer mixtape –autoeditado en CD en 2005– se llamó The Younger I Get (cuanto más joven me hago). Después, todo gratis online, siguió con discos de remixes de Sufjan Stevens y Fiona Apple, y otros tantos mixtapes, hasta presentar lo primero con la asistencia de Ludwig Göransson, compositor y productor sueco de su misma edad, que musicalizaba Community.
Armó un show “para la generación déficit de atención”, que combinaba música, video y stand-up, y durante 2011 lo giró por 23 ciudades. Estaba hiperactivo y apenas dormía. “No se llega a donde están mis héroes sin resignar parte de quién sos. Ahora mismo, no quiero perro ni novia. Nada que me ate. No me veo límites. Quiero hacer todo. Nunca creí que era este tipo de persona. De chico siempre tenía miedo de morirme”, dijo en su primera entrevista importante, en Village Voice. Más tarde ese año lanzó Camp, el debut comercial de Childish Gambino –a través de Glassnote, el sello de Phoenix y Mumford & Sons–, donde pregunta si hay lugar para un rapper que usa shorts y hace chistes de vez en cuando. “Fuck el rap cool” solía ser su hashtag en Twitter. Un año antes se había viralizado “Donald para Spider-Man”, que escribió pensando que un Spider-Man negro sería interesante, a modo de chiste más que de llamado de atención: “No sabía que era un tema”, dice.
El mixtape de 2012, Royalty, tiene colaboraciones de los Wu-Tang RZA y Ghostface Killah, y de las nuevas figuras Schoolboy Q y Chance the Rapper, además de, por ejemplo, Beck. La carrera musical despegó, y en 2013 Glover renunció a Community, aunque repite que no dejó una cosa para hacer la otra: “Solo quería estar solo”. Alquiló unos meses la mansión de una estrella de la NBA en Pacific Palisades, Santa Monica. Fue el entorno inspirador, estudio de grabación y set de filmación de todo Because the Internet, la frase que explica el mundo, su siguiente proyecto. Primero salió un corto, la primera colaboración con Hiro Murai, Clapping for the Wrong Reasons , y más tarde el disco, acompañado de un guión de 73 páginas y visuales sin música. La portada: un retrato GIF de él.
Otras situaciones lo hacían crecer de otros modos. La aparición en Girls con una memorable –e improvisada– puesta de puntos a Lena Dunham. O la catarsis que escribió porque el sello no quería lanzar el disco en diciembre; todos sus miedos y angustias enumerados a mano en papeles del hotel Merriott y subidos a Instagram, hoy un perfil vacío. “Me quiero convertir en algo que cuando la gente sepa que tengo un proyecto, piense que va a ser interesante sin saber de qué se trata. Quiero ser una idea. Las ideas son lo único que perduran. Eventualmente se convierten en negocios pero yo siempre quiero pasar a otra cosa antes de que se vuelvan solo negocios. Solo me interesan las ideas porque siento que es lo único que nos ayuda a crecer como personas”, decía en 2013, a los 30 años, en la revista Time.
Glover actúa en El efecto Lázaro, Magic Mike XXL y Misión Rescate, todas estrenadas en 2015. El año siguiente, sus nuevos trabajos se destacaron más. FX estrenó Atlanta, la historia de Earn y Alfred; un autoexpulsado de Princeton (Glover) que vuelve a su ciudad sin un peso, donde tiene una hija, y quiere ser el manager de su primo, el rapero conocido como Paper Boi (Brian Tyree Henry), que empezó a sonar en la radio local. Con una crew 100% negra, filmada con una sola cámara, dirigida por Hiro Murai, que no tenía experiencia en televisión, Atlanta es lánguida, violenta, divertida, hiper realista con toques de terror. Es la serie más vista en la historia del canal. Ganó una cantidad de premios, entre Emmys y Globos de Oro. Habrá tercera y cuarta temporada.
Temporada de feriados
Otra vez en diciembre –le gusta sacar música en temporada de feriados: no piensa que no entran en los Grammy del año que entra–, lanzó el tercer disco de Childish Gambino, Awaken, My Love!, donde canta más que rapear y toca el xilofón; un disco de funk, soul, psicodelia, canciones de amor –para la mujer y el hijo: poco más hace saber de la vida privada–, con un coro impresionante y una gama total de teclados a cargo de Ludwig Göransson; un disco que todavía no se terminó de escuchar. Presentó “Redbone” en el late show de Jimmy Fallon, descalzo con el torso desnudo, pantalón plateado: canta en falsete con un aplomo notable. El tema, sí, se llevó un Grammy en febrero de 2018. Meses antes, la revista Time lo ubicó entre las 100 personas más influyentes del mundo.
“¿Hay algo en lo que seas malo?” Le pregunta el periodista de The New Yorker en el perfil que se publicó entonces. “La verdad que no”, dice él. “Por ahí con la gente. A la gente no le gusta que la estudies o que la superes. Pero todo bien. A mí tampoco me gusta tanto la gente. Ahora me aceptan porque tengo poder pero todavía piensan: 'Ah, se cree la flor dorada de la comunidad, se cree tan distinto'. Pero lo soy. La verdad es que me siento elegido. Mi trabajo es usar mi humanidad para crear obras clásicas, pero no sé si la humanidad lo merece o si vamos a durar mucho más. No sé si nos queda mucho tiempo”.
Algo salió mal con Glassnote, y a principios de 2018 Glover firmó un contrato por un disco con RCA. Con tanta suerte para el sello que acá aparece “This Is America”, la canción que terminó de hacerlo famoso en todo el mundo. La estrenó en su debut, por fin, como presentador de Saturday Night Live. El video –otra vez Hiro Murai– circuló en formato memes, GIFs, ensayos académicos y críticas sin fin. 50 millones de reproducciones los primeros cuatro días. Eran las palabras perfectas –“esto es Estados Unidos”–, la musicalidad justa –cómo se convierte en trap cuando aparecen los tiros: te obliga a divertirte en un contexto oscuro–, y los movimientos y rostros de los bailarines, la expresión de una cultura ancestral ultradigerida; y cómo las armas son tratadas con cuidado, propio de un país que les rinde culto; y cuando él acribilla al coro recuerda la masacre de Charleston en 2015, pero también muestra que la violencia es un objeto de consumo más. “Solo quería hacer una buena canción para el 4 de julio”, desdramatizó él en una alfombra roja.
No le dieron –todavía– un Peter Parker, pero fue el villano con historia Aaron Davis en Spider-Man: de regreso a casa (2017). Sí, lo convocaron para el joven Lando Calrissian en la precuela Solo: una historia de Star Wars (2018). En 2019 protagonizó un musical con Rihanna, Guava Island, la historia de un músico en una isla gobernada por un dictador. Un guión de su hermano y colaborador Stephen, el primer largometraje de Murai, aunque dura menos de una hora. Su mejor momento: la súper performance unplugged de “This Is America”.
Glover bromea que sus mejores skills de actuación son llorar y vomitar. Pero tiene más. Un tiempo personal, un gran manejo del cuerpo y una mirada que sabe posarse en la situación y transmitir profundidad. También un tono de voz agradable y un decir elegante y gracioso que le hizo ganar nada menos que la voz de Simba al lado de Beyoncé como Nala en la nueva versión de El Rey León (2019), ya la película animada más taquillera de la historia.
En cuanto a música, se estuvo hablando muy bien de 3.15.20, el disco trabajado a lo largo de dos años con DJ Dahi, que salió el 15 de marzo y, se supone, es lo último de Glover como Childish Gambino –esa web ahora lleva al sitio: Donald Glover Presents–. La portada es toda blanca y la mayoría de los temas no tienen nombre; esto es: se llaman como los minutos-segundos en que empiezan a sonar. No se lo destaca. No se piensa en cómo se piensan a futuro canciones llamadas “12.38” o “24.19” o “42.26”; si tienen posibilidad de impactar en la memoria. Pero tampoco sería la búsqueda. El disco también se lanzó como track único. Y hay dos temas que sí tienen nombre: se llaman “Algoritmo” y “Tiempo”.
También está por ahí una del EP Summer Pack de 2018. La hermosa y melancólica “Feels Like Summer”, con un video animado donde Glover camina tranquilo por la ciudad, se cruza a distintos personajes del rap, mientras piensa en lo mal que está el mundo y las pocas chances de que cambien las cosas. “Lo que me imagino haciendo a futuro no existe todavía. Ojalá fuera 'ser Oprah' o 'ser Dave Chappelle'. Pero no es eso. Es algo diferente. Es algo que tiene que ver con la justicia y con recobrar cierto sentido de honor”, decía en ese perfil de The New Yorker. En otras noticias, Glover y su equipo diseñaron el merchandising de campaña de Andrew Yang, el candidato demócrata que ideó la primera asignación universal de Estados Unidos, para las familias más golpeadas por el COVID-19.