Hablo con S., a quien no conozco y quien no me conoce. Vive en Lakhnaū y pronto cumplirá 30 años. Ella tenía previsto viajar a Croacia para celebrar pero, por motivos que no hace falta explicar, la fiesta devendrá videochat. Es abogada y trabaja en una organización que se ocupa de los derechos de la mujer en India. Le gustan los musicales, la poesía, la arquitectura. Ha recibido amenazas por la manera de ejercer su profesión, pero no le hacen mella. Tampoco el confinamiento: dice que, en todo caso, la reclusión la ha hecho más consciente de su vida confortable, que tanto dista del día a día de tantas mujeres vulnerables del norte. Tiene una perra llamada Lhamo en honor a “la diosa protectora de los corazones”. Hablamos de Bollywood. Hablamos de mis gatas. Hablamos de nuestros viejos. Y nos preguntamos más de una vez: ¿Cómo estás? No sé su nombre real, ella tampoco sabe el mío; y nunca nos veremos las caras. Es la primera y única charla que tendremos, y eso vuelve la conversación aún más especial. Si esos 60 minutos -una bocanada de aire fresco y un cachito de sol en pleno encierro obligatorio- sucedieron, es gracias a una iniciativa online motorizada por Jasmeen Patheja, artivista y entrepreneuse social, fundadora de la organización Blank Noise.

Desde su India de nacimiento, Jasmeen es la creadora de How Are You, tal es el nombre de este proyecto tan peculiar que conecta a personas anónimas del mundo para que charlen durante una hora. Solo hay que llenar un petit formulario con preguntas base (edad, idiomas, identidad profesional…) y conectarse vía Zoom el día señalado, a la hora señalada, a fin de ser vinculada por un lapso no tan breve con alguien de algún sitio remoto. Eso sí: con la cámara apagada, a pura voz. Una propuesta que se suma a la larga historia de Blank Noise, que lleva ya 17 años diseñando performances, intervenciones, acciones que abordan tópicos tan peliagudos como el acoso callejero y la agresión sexual, persiguiendo sonada meta: acabar con la culpabilizacion de las víctimas y con la violencia de género.

Meet to Sleep

Entre sus obras/acciones más comentadas -que se han llevado adelante en Bangalore, Mumbai, Delhi, Calcuta, Lakhnaū, Patna y tantísimos otros lugares de India, además de ciudades internacionales-, está Meet to Sleep, convocatoria que invita a mujeres a dormir la siesta en plazas para apropiarse de un espacio frecuentemente hostil. Being Idle, que llama a ocupar un lugar público y quedarse quieta, haciendo contacto visual con transeúntes para afirmar la propia presencia y confrontar los propios miedos. El digital Museum of Street Weapons Of Defence, que reúne objetos cotidianos que las mujeres llevan siempre consigo a modo de protección. Graffitis en calles peligrosas con frases empoderantes. Demoledores testimonios de sobrevivientes reunidos en Todo lo que quiero decirle a mi acosador. O Safe City Pledge, que pide a ciudadanos que se comprometan a cambiar algún aspecto de su hacer cotidiano para volver las ciudades más seguras, libres de violencia de género, remarcando el poder de pequeños gestos y cómo impactan en un cambio mayor. Apenas algunas de sus obras artivistas en calles, campus universitarios, salas de exposición, la web…, además de charlas y talleres que lleva años ofreciendo a lo largo y ancho de mundo.

“Hay un recuerdo que a menudo tengo presente: cuando tenía 10 años y vivía en Calcuta, quise hacer algo bueno para la gente sin techo que pedía ayuda en las paradas de autobús. En ese momento, tejía y cosía mucho, y se me ocurrió que podía confeccionar bolsos para regalarles. Pero cuando le entregué uno a una mujer, me respondió: ‘Si no tengo nada, ¿qué voy a guardar?, ¿qué uso le puedo dar?’. Fue un momento clave que me hizo entender que, para que una intención buena se concrete, lo fundamental es escuchar realmente a los demás, conocer sus necesidades”, confiesa Jasmeen Patheja en charla con Las12, donde repasa su más reciente proyecto, entre otras cuestiones.

¿How Are You surge en respuesta al confinamiento, como un modo de hacernos compañía a distancia?

- A decir verdad, How Are You son tres palabras en las que llevo pensando largo rato; por lo menos, algunos años… “¿Cómo estás?” es una frase tan del día a día, del cotidiano, que se ha acabado desvirtuando su sentido profundo, convertida en mero saludo cordial. Porque a la pregunta, generalmente le sigue la misma respuesta: “Bien”, y se pasa a otro tema, se sigue de largo. ¿A quién no le ha pasado necesitar compartir cómo se siente en realidad con alguien, y que ese alguien no tenga la capacidad de escuchar de verdad? Entonces, venía barajando desde hace un tiempo este proyecto: que gente desconocida tenga una conversación de una hora en la que pueda decir francamente cómo está. Dadas las difíciles circunstancias actuales, me pareció el momento adecuado para que sucediera, porque el mundo entero está atravesando una situación de incertidumbre y ansiedad que, de alguna forma, nos hace sentir conectados, más allá de las distancias, independientemente de que cada realidad sea distinta. Vivas sola, con una familia numerosa o en pareja, los sentimientos que provoca la pandemia son similares, no conocen nacionalidades, fronteras. De eso se hace eco esta propuesta, en la que una persona de Pakistán puede conversar con, por ejemplo, alguien de Alemania. De hecho, en las dos primeras ediciones de How Are You participó gente de 34 lugares diferentes, entre ellos Harvard, Londres, Katmandú, Berlín, Delhi, Calcuta, Buenos Aires, Bruselas, Bangalore… Es un proyecto que explora además qué es la solidaridad colectiva en estos tiempos atípicos, cómo la generamos, cómo la ponemos en marcha; algo en lo que realmente creo y que venimos trabajando con Blank Noise. Tender puentes para incentivar la confianza y abordar el poder que tiene una persona desconocida, cómo puede impactar positivamente en alguien más, son aspectos que me interesan especialmente, amén de desarticular la narrativa del miedo con la que hemos crecido.

En este sentido, ¿algunas consecuencias de la pandemia afectan más específicamente a las mujeres?

-Bueno, la historia del miedo está empapada de políticas patriarcales, de prejuicios raciales, religiosos, de género… Es más la gente que tiene miedo que la gente que hace daño. Y sin embargo, estés en el sur asiático o en cualquier otra parte del mundo, te inculcan desde pequeña a sentir temor: a las consecuencias de caminar sola, a transitar ciertas calles, a vestir de tal o cual manera. Y con ese temor viene el “vos te lo buscaste”, la culpa atribuida para justificar y perpetuar la violencia contra las mujeres. Lo contrario a que te echen culpas es que te escuchen y te crean; por eso generamos comunidad, un espacio donde todas seamos oídas y comprendidas. How Are You nace de este ideario, es otro modo de acercarnos al problema, de ofrecer un posible futuro feminista. Todas nuestras acciones apuntan en esa dirección: son una invitación a comprometerse con los demás de una manera ligeramente distinta a la que se nos ha enseñado, en pos de un mañana igualitario donde la narrativa enraizada en el miedo ya no exista.

Jasmeen Patheja

Se propone como un primer y único encuentro con una persona anónima ¿Por qué no seguir en contacto?

- Porque precisamente estamos cuestionando la narrativa instalada que remacha y remacha que alguien desconocido es peligroso o amenazante. Virar esa concepción también implica preguntarse qué tipo de desconocida soy yo, cómo me vinculo con el otro, de qué manera afecta a la forma en la que transito el espacio público… Algo sobre lo que no suele reflexionarse, menos en términos de relación. Como si por el mero hecho de no conocer a alguien, no se estableciera ninguna forma de vínculo; como si no tuviese responsabilidad sobre lo que puedo ofrecerle a esa persona. Antes de la pandemia, lo habitual era toparse a diario con gente que probablemente nunca volveríamos a ver: en la tienda, el autobús, la calle… How Are You intenta que asumamos conscientemente que ese “no volverse a ver” no significa que no deba haber cuidado. O empatía. O confianza. Por otra parte, el proyecto también es una exploración sobre cómo pueden vincularse personas de culturas aparentemente distintas, de geografías y husos horarios diferentes ¿Conectan hasta qué punto?, ¿no conectan? El anonimato, por otro lado, da una sensación de seguridad tácita al momento de abrirse. Y cierto es que el no saber quién está del otro lado ayuda a desactivar cualquier tipo de prejuicio…

Has contado que, tiempo atrás, una palabra alentadora de una desconocida te ayudó en un momento difícil.

- Sí, pasó varios años atrás en una estación de metro en Londres. Una chica me gritó “¡Escapá!” al observar que mi pareja me trataba de modo abusivo, controlador. Y esa palabra me dió el impulso que necesitaba para irme, romper esa relación. A pesar de que esa muchacha no tiene nombre ni rostro para mí, recibí y agradecí su solidaridad y su apoyo. Ese es el poder que puede tener alguien desconocido. Una persona anónima que interviene, da un paso al frente. A eso me refiero cuando hablo de asumir responsabilidad aún desde el anonimato.

Una de las pautas que propone la acción es preguntar 3 veces “¿Cómo estás?” durante la hora de charla ¿Por qué la reiteración?

- Para que se expresen los sentimientos conscientemente, no mecánicamente. Con intención. Y para escuchar y registrar la pregunta con un sentido más profundo. Una participante comparó la experiencia con ver una película: tuvo un pantallazo de la vida de alguien, una versión resumida de su realidad. Es cierto que es una alternativa, pero no es lo que buscamos. Nuestra premisa es que aprovechen esos 60 minutos para contarle a una persona anónima, desde el anonimato, cuál es el estado de ánimo, si hay una problemática particular. Algo infinitamente más desafiante, que te deja en una posición más vulnerable, donde la escucha es honda, la conexión más cercana porque funciona la empatía. Recién estamos empezando, todavía tenemos que ajustar detalles, ver cómo facilitar que todo suceda mejor en próximas oportunidades. Ya hemos logrado que se produzca el intercambio entre estas personas desconocidas, que aflore un sentimiento de interés mutuo.

¿Qué tipo de devoluciones has recibido hasta el momento?

- Ser capaz de zambullirte en lo ignoto, con la ansiedad y el temor que conlleva, y encontrarte con alguien que pone la oreja, es muy satisfactorio. No digo que para todos haya sido igualmente gratificante, pero de momento los comentarios son muy alentadores. La gran mayoría que ha participado -con buenísima disposición, dicho sea de paso- nos cuenta que ha sentido una conexión y que ha sido maravilloso. Cuando termina la charla, pedimos que describan la experiencia con una palabra, algunas que han dicho: calma, agradecimiento, apoyo, atención, consideración, relax, energía, belleza, motivación, esperanza, inspiración, sinceridad, consuelo, alianza… Alguien mencionó haber sonreído de oreja a oreja todo el rato. “Intercambiar desde la empatía y la compasión con alguien desconocido hizo que reconsiderase qué significan realmente esas palabras” y “Hablar de temas personales con una extraña receptiva te permite abrirte de una manera que no aplicarías con gente conocida”, fueron dos comentarios que recibimos, ambos de varones.

Sabemos que culturalmente, incluso entre amigos, los hombres le escapan a confiar sus fallas, sus zonas vulnerables ¿Mostraron disponibilidad al diálogo?

- Te diría que, a grandes reasgos, un 25 por ciento de las personas que participaron fueron varones; el resto, la mayoría, mujeres y personas no binarias. De todas las edades, dicho sea de paso: de 18 a 80 años. Al respecto, te cuento que históricamente Blank Noise ha sido construido por gente de todos los géneros y todas las sexualidades. Nuestra invitación es abierta: que todos formen parte. Aunque How Are You no aborde específicamente el trauma de la violencia de género como sí lo han hecho anteriores proyectos, partimos de otro trauma: el que nos atraviesa a todos hoy día, causado por la pandemia, el confinamiento, el aislamiento, la incertidumbre.

De momento han hecho tres sesiones de las que surgen estas conversaciones de una hora, persona a persona, ¿cómo sigue el cronograma?

- Haremos una pequeña pausa para analizar lo que ha sucedido hasta ahora, para procesarlo, y retomaremos lo antes posible, en diez días aproximadamente. Parece haber un interés creciente en el proyecto y hay que estar con la disposición más efectiva en términos operativos. De seguro, a fines de abril será la próxima edición.

Por su sistema de salud deficiente, la pobreza, el hacinamiento en grandes urbes y la altísima densidad poblacional se temía que la pandemia hiciese estragos en la India. Por ahora, se registran alrededor de 20 mil contagios y más de 600 muertes por coronavirus, pero voces expertas critican la correlación entre los datos oficiales y sus casi 1300 millones de habitantes, por falta de tests, déficit alimentario y de higiene…

- No hay suficientes testeos, es cierto. La situación es especialmente complicada para millones de migrantes, trabajadores que quedaron varados en metrópolis sin salarios ni transporte para regresar a sus aldeas. Porque desde que el primer ministro, Narendra Modi, anunció el confinamiento obligatorio y efectivamente se puso en práctica solo pasaron 4 horas. No dio tiempo para que regresaran a sus hogares. El aislamiento no deja de ser un privilegio en un país como India, con tantos habitantes y tantos grupos vulnerables, que no tienen fácil acceso ni a la salud ni a las provisiones. Sin más, la pandemia llega en un momento de mucha discriminación hacia los musulmanes, cuya ciudadanía estaba siendo cuestionada por el Citizenship Amendment Act, lo cual llevó a meses de protestas y manifestaciones.

Además de recrudecer la violencia doméstica -que según ciertos estudios, afecta al menos al 70 por ciento de las mujeres del país-, el encierro obligatorio ha devenido atroz cautiverio para niños y niñas: la línea de ayuda Childline India informó recientemente que recibió más de 92 mil llamados pidiendo protección contra abuso y violencia…

- Efectivamente, 92 mil llamados en apenas 11 días… Es terrible…. Organizaciones y casas de acogida se han puesto en acción, pero la situación es muy dramática, dificilísima.

En 2018, la Fundación Reuters declaró que para las mujeres, la India era el país más peligroso, en parte por las altas tasas de violencia sexual.

- Esa forma de violencia, lamentablemente, es algo que sigue sucediendo, en mayor o menor escala, en el resto del mundo. Aunque cada contexto es distinto, en cada lugar se trata de justificar esa violencia de modo ligeramente diferente. Aquí, la presión de casar a las chicas y la práctica de la dote imponen un sistema de valores que, desde el vamos, vuelve a las mujeres una mercancía. Para no hablar de cuando no se les permite nacer y se practica infanticidio o aborto discriminatorio, consideradas -como lo son en tantos sitios- una carga para sus familias. Se las cría para ser “buenas esposas”, virtuosas, respetables, modestas; se les niega el derecho a la autonomía, a cumplir una vocación; se las alecciona a través de tantos tipos de vergüenza y castigo.

How Are You recuerda a Talk to Me, acción que iniciaste en 2012, donde transeúntes varones que caminaban por zonas peligrosas, donde se habían registrado agresiones sexuales, eran invitados a sentarse a merendar y entablar conversación con una action sheroe durante una hora…

- La primera vez lo hicimos con estudiantes universitarias del Srishti Institute of Art Design and Technology, del que soy artista residente. Habíamos entrevistado a mujeres sobre los lugares dónde se sentían inseguras, y tras mapear la zona de Yelahanka, decidimos llevar adelante la acción en una calle que ellas llamaban “la vereda de las violaciones”. Diferentes factores la volvían insegura: falta de iluminación, que se usase como meadero por hombres, que bebiesen allí constantemente, que constantemente acosaran a mujeres que pasaban… Instalamos cinco mesas e invitamos a extraños a participar entregándoles panfletos. “Querido extraño, habla conmigo”, rezaban, en distintos idiomas. La idea era que charlasen de lo que quisieran, salvo violencia sexual, durante una hora. Propuesta que inducía ansiedad, pero también era muy bienvenida. A menudo ofrecemos la conversación como una travesía que, a su vez, genera conexión. A través de la conexión, se crea empatía. Y con empatía, el miedo se disuelve. Aunque no podría asegurar que esa calle se volvió más segura, sí modificó el recuerdo del lugar para muchas personas a partir de esta experiencia positiva.

¿How Are You estaría muy ligado a otros proyectos tuyos, como I Never Ask For It o Meet to Sleep?

-Sí. Tanto I Never Ask For It como Meet to Sleep son un ejercicio del cuidado, la confianza y la calidez, que pueden modificar tanto la narrativa dominante del miedo como la sistemática culpabilización de las víctimas de violencia de género. Son rupturas a la lógica imperante, donde el temor está naturalizado. Meet To Sleep es un acto de solidaridad colectiva, donde mujeres, niñas, personas no binarias, identidades feminizadas aparecen en parques públicos, espacios abiertos, campos para dormir una siesta, reclamando así su derecho a despojarse del miedo, a no sentirse vulnerables. Es un nuevo guión hacia un mañana distinto, habilitado por una acción participativa poderosa, que ayuda a crear un nuevo imaginario colectivo. Moverse libremente es un derecho, que equivale, claro está, a autonomía. Recuerdo el testimonio de una niña de unos 12 años: “Nunca me alejé tanto de mi aldea para dormir. Me siento como un pájaro en el cielo”.

I Neber Ask For It

¿Cómo surge I Never Ask For It, un proyecto que tiene ya unos 15 años, donde piden a mujeres que les acerquen las prendas que llevaban cuando fueron víctimas de agresión sexual para exponerlas colectivamente?

- En I Never Ask For It, cada prenda es testigo, recuerdo y voz de la experiencia de violencia de las sobrevivientes. La idea es reunir 10 mil para exhibirlas en 2023 en lugares públicos de importancia. Trabajamos mucho con campus universitarios, nos gustaría contar con más aliadas, incluso de otras geografías. Surge a partir de escuchar sus historias. En charlas, en talleres, solía preguntarles si querían compartir sus experiencias de agresión sexual, y muchas me respondían: “¿Cómo decís semejante cosa? Yo no soy ese clase de mujer”. Hay mucha vergüenza, mucha negación… “Ese clase de mujer” es una noción profundamente arraigada: las chicas “buenas” no reciben violencia; si la sufriste, algo habrás hecho. En paralelo, noté que las que sí se abrían, describían qué llevaban puesto cuando fueron abusadas: sus uniformes de escuela, su sari tradicional… Sentían la necesidad de justificarse, de decir “Yo no lo provoqué”. Porque tradicionalmente la culpa ha recaído en la víctima, no en el agresor. Se ve también en los matrimonios abusivos: “Me sacás de quicio, por eso te pego”, “Si me porto así con vos es porque me hacés perder la paciencia”…

I Never Ask For It

Llevás 17 años trabajando el acoso callejero y otras problemáticas específicas de género a través de tu artivismo, ¿has registrado cambios, un despertar de conciencia a nivel social?

- Cuando Blank Noise empezó, el acoso callejero no era entendido como un problema en India. De tan normalizado, estaba invisibilizado. Hoy no solo es visto como un problema sino que se le da más importancia a la relación de las mujeres con el espacio público en general, a su derecho a moverse libremente. Muchas otras organizaciones, afortunadamente, trabajan al respecto; algunas, por ejemplo, a través del deporte. Otro cambio positivo es que la culpabilización de la víctima ya no es una expresión nueva, lo cual es fundamental para terminar con la violencia de género. Porque lo opuesto a culpar es hacerse cargo de las propias acciones. De modo que, sí, observo que el salto ha sido grande: de no existir la conversación, de pronto la conversación devino global. Aunque, ojo, no podemos relajarnos, la negociación es diaria. La narrativa dominante frecuentemente desvirtúa nuestros reclamos de libertad y pide que las mujeres seamos “protegidas”, y esa idea de protección, desde una mirada patriarcal, es muy peligrosa. No necesitamos un salvador: necesitamos que no nos ataquen.

El año pasado, fuiste la ganadora del prestigioso Visible Award, premio internacional que destaca la labor de artistas socialmente comprometidos. Resaltó el jurado de qué manera has logrado que tus proyectos “se conviertan en un movimiento al repensar el rol del artista horizontalmente y transformar a los participantes en coautores”.

- Como te decía: son muchos los corazones y las mentes que, a lo largo de estos últimos 17 años, han hecho posible que Blank Noise se sostenga y crezca, no solo a través de toda India, también en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Pakistán, Colombia o Japón. Muchas heroínas y héroes de acción (action sheroes o action heroes, como les llamamos) que se han involucrado generosamente. Por darte un ejemplo: Meet to Sleep comenzó en 2014: desde entonces, más de 2 mil mujeres han dormido en casi 90 plazas de 38 pueblos, ciudades, aldeas, de India, Pakistán, Finlandia. Solemos llevarlo a cabo el 15 de diciembre, aniversario de la muerte de Jyoti Singh (la estudiante de 23 años, recordemos, que fue violada en grupo y golpeada brutalmente en un colectivo de Nueva Delhi, en 2012).

Meet to Sleep

¿Entendés el arte como una herramienta para el cambio social?

- No como una herramienta sino como un lenguaje que puede enriquecer la conversación, el debate. El arte puede ofrecer nuevos vocabularios, nuevas formas de decir que incentiven la participación popular. Puede también ofrecer metodologías de impacto en pos de una visión distinta de mundo, que sirvan para poner en foco ciertos contenidos esenciales y hacernos nuevas preguntas. Creo que ahí reside su poder. Pero para ser parte del proceso de cambio, no puede tratarse de una obra o acción solitaria: tiene que hacerse colectivamente, comunitariamente, con múltiples aliados, y así articular y comunicar otros futuros posibles. Como artista y entrepreneuse social, mi objetivo es que las voces de más y más mujeres e identidades feminizadas se escuchen: de la India urbana y también de la India rural, además de otras partes del mundo, y que a su vez se apropien de estos proyectos y los hagan avanzar en sus propios términos.

Jasmeen Patheja y su abuela Inderjit Kaur

Hablemos, por favor, de Indri, encantadora colaboración en curso con tu abuela, Inderjit Kaur, donde despuntás el vicio de la fotografía retratándola en diferentes personajes: diseñadora, reina, hada… En tu web, hay un video donde la filmás como científica que explica cómo cocinar pickles, reivindicando así ese oficio tan noble y tan poco acreditado cuando lo practican las mujeres como tarea del hogar.

 

- (Risas) ¡Ay, mi abuela!, tiene 89 años y, por suerte, ahora mismo está viviendo con mis padres en Calcuta. Es una mujer sensacional que marcó mi infancia, siempre incitándome a soñar despierta, a ser una idealista. Pasé muchas tardes jugando y charlando con ella. Un día me decía: “Cuando crezcas, podrás ser maestra”. Y al siguiente: “Cuando seas grande, podrás ser primera ministra”. Y así cada día, siempre algo distinto. Cuando efectivamente crecí, me di cuenta de que en realidad ella estaba proyectando en mí sus propios deseos. Como tantas personas de la generación de la Segunda Guerra Mundial, tuvo que abandonar sus estudios; dejó su Birmania natal y viajó a India. Juvenil como es, nunca perdió las ganas, y sigue soñando: con ser arquitecta, actriz, enfermera… “Hagamos que suceda”, le dije hace unos años, y así empezamos esta serie donde la fotografío interpretando todas esas profesiones y oficios que le hubiera gustado seguir. Negociando sus límites, con qué está cómoda, porque ella cree que una buena mujer no muestra sus necesidades… Uno de los roles que interpretó fue el de presidenta de un partido político, y esas imágenes las proyecté con un audio en el que daba un discurso hablando de los derechos de la gente mayor, denunciando cómo son invisibilizados. La verdad es que estoy muy agradecida por ese costado lúdico suyo, que es contagioso, que me recarga las pilas. ¿Sabés que casi participa de How Are You? Llenamos el formulario, pero a último momento se echó para atrás porque la noche anterior no había podido dormir de los nervios. Le gusta involucrarse, y se compromete con las causas justas. Lástima que se quite méritos, que no se la crea; yo intento recordarle todo el rato que es actriz, ¡una flor de artista! 

Indri