La oportunidad que tiene este domingo Agustín Pichot de ganar la presidencia de la World Rugby (WR), la organización mundial que regula ese deporte, tiene un solo antecedente entre la dirigencia argentina. El caso de Horacio Muratore al frente de la FIBA –dirigió al basquet mundial hasta agosto de 2019– es semejante al del excapitán de Los Pumas y empresario vinculado a la industria minera. En la historia hubo más directivos de peso internacional. Julio Grondona en la FIFA –en la que fue uno de sus vicepresidentes– y el educador entrerriano José Benjamín Zubiaur, uno de los miembros fundadores del Comité Olímpico Internacional (COI) aunque hace más de un siglo, en 1894. Si el exrugbier del CASI y el club Bristol británico le gana las elecciones por videoconferencia al inglés Bill Beaumont –cuyo resultado se difundirá recién el 12 de mayo próximo– manejará una de las federaciones más lucrativas del mundo. Un dato es ilustrativo: mientras la FIFA repartirá 150 millones de dólares por la pandemia entre sus asociaciones afiliadas, la WR tiene un fondo disponible para lo mismo de 100 millones de dólares.
La World Rugby genera ingresos cada vez más elevados pero se rige en el siglo XXI por el sistema de voto calificado. Esa rémora del pasado le da un status casi colonialista a las potencias mundiales: las que juegan en el torneo de la Seis Naciones y las del Hemisferio Sur suman tres votos cada una en vísperas de una elección que definirá al presidente de la WR por los próximos cuatro años. Es tan controvertido el valor que se le atribuye al sufragio, que países como Escocia o Argentina tienen más peso en la votación que las seis uniones continentales: Europa, Oceanía, África, Asia, Norteamérica y Sudamérica suman dos votos cada una contra los tres de aquel selecto grupo de diez naciones entre las que están los campeones mundiales Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica e Inglaterra.
Pichot ha sido muy hábil en la captación de apoyos a su candidatura con discursos inclusivos. No solo aboga por un rugby donde los países menos competitivos en el deporte vean crecer sus posibilidades de desarrollo. También pretende que las mujeres y el rugby en formato de seven vayan subiendo escalones. El aspirante argentino a la presidencia de la WR apuntó al corazón del problema que intentará superar: "Hay 30 de 51 votos divididos entre 10 países. Eso no es democracia en el Siglo XXI. Fiji tiene un voto y Argentina tiene tres. ¿Por qué? Cualquier niño del mundo preguntaría ¿por qué?".
La elección prevé que Beaumont o Pichot deberán sumar 26 de los 51 votos para imponerse. En caso de empate definirá el presidente. Lo curioso es que el excapitán de Los Pumas es su actual vice y que hubo un distanciamiento entre ellos hace tiempo. El inglés de 68 años representa a las posiciones más conservadoras dentro de la WR y cuenta con el crucial respaldo de los países que juegan el Seis Naciones y le garantizan 18 votos. Su adversario político es apoyado por las cuatro uniones del Hemisferio Sur reunidas en la Sanzaar (Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Argentina) que en total suman 12 votos. Pichot sabe que le costará revertir esa diferencia –porque Beaumont suma dos votos más de la Unión Europea de Rugby– y por eso deberá agregar a los dos votos de la Unión Sudamericana, unos cuantos más apoyos sueltos entre los países que integran el Tier Dos: Uruguay, Estados Unidos –cuya unión pidió la quiebra-, Georgia, Rumania, Fiji, Samoa y Canadá.
La meritocracia en el rugby está dada por la tradición y el nivel competitivo de los países y por eso el voto de Sudáfrica –el actual campeón mundial– vale tres y el de Samoa o Georgia apenas uno. Las naciones del Tier Tres o el rugby emergente como Namibia, Alemania o Brasil ni cuentan. Hacia la superación de estos últimos apuntó la campaña electoral de Pichot, quien consiguió apoyos de peso entre las personalidades del deporte. Incluso sumó un respaldo en el lugar menos pensado, Inglaterra, el país de Beaumont. Por su candidatura se pronunció el entrenador que llevó al seleccionado de la rosa a su único título mundial en 2003: Clive Woodward. También ve con simpatía su postulación una gloria del rugby neocelandés: Graham Henry ex conductor de los All Blacks y asistente técnico de Los Pumas en tiempos de Santiago Phelan.
El candidato argentino a conducir la WR dice: "Quiero ser presidente porque busco un empuje para el rugby global". Y se afirma en la idea de imitar a otras disciplinas: "Miren la NBA, la NFL, el fútbol. Cuando vas a India o Vietnam ves casacas por todos lados. Eso es un deporte global", comentó hace unos días. Pichot regresó de un viaje a Francia y desde hace un mes y medio hace campaña por su candidatura desde su casa en Buenos Aires. Una de las propuestas con que intenta seducir es reforzar la inclusión de las mujeres en el rugby: "Si todos luchamos por un mundo justo, igualitario y más inclusivo. ¿Es cierto? Si es así, es momento de convertir estos sueños en realidad para nuestro deporte, el rugby".
El ex Puma va a una elección que según él debería haberse postergado y donde el voto calificado podría ser determinante. Cuenta que decidió "meterse contra el establishment" y que "no quería seguir calentando la silla de vicepresidente" en la World Rugby. No habla de hacer una revolución en el deporte donde llegó tan lejos, aunque todavía puede dar un paso más hacia la cima: la conducción de una organización que celebra cada cuatro años el evento que sigue en audiencia televisiva a la Copa del Mundo de la FIFA y los Juegos Olímpicos. El Mundial de una ovalada que recauda cada vez más millones.