“Es interesante pensar en lo que pasa con tantas películas que, como antenas de radio, bajan un montón de mensajes que son propios y nuestros, y que son miradas del mundo. Situaciones hipotéticas que no se vuelven necesariamente realidad. Creo que más allá de la casualidad de que tengamos una pandemia, hay planteos que ya existían, que tienen que ver con una sensibilidad que ya estaba”, explica Ariel Martínez Herrera sobre Tóxico, su película que es estreno en la plataforma Cine.Ar Play (gratis hasta el jueves): https://play.cine.ar/INCAA/produccion/6208 .
Efectivamente, las antenas de ciertos artistas parecen estar misteriosamente atentas. Una película como Tóxico lleva años de trabajo. Sin embargo, al momento de su estreno es la coyuntura más inmediata la que surge de ella: barbijos, pandemia, estados alterados y poco sueño. La coincidencia obliga, una vez más, a desoír que ésta exista; antes bien, se trata de elaboraciones intensas, asumidas desde el acto de creación fascinante que puede ser una película.
De este modo, el estreno de Tóxico no puede ser más que bienvenido, con esa capacidad que el cine tiene de volver cercano lo extraño, o viceversa. Quien no crea lo dicho, sólo tiene que acercarse a la película. En ella, Jazmín Stuart y Agustín Rittano componen a una pareja que huye de la ciudad, rumbo al campo con su motorhome, a raíz de una epidemia de insomnio.
“Tiene mucho que ver con el hogar, con que se trate de una familia. Tenía ganas de poner un poco en abismo todo eso. La trama se terminó desarrollando desde la lógica del contrapunto, como sucede con el motorhome, que es una casa pero no; o con el dispositivo narrativo, ya que viajan pero sin moverse. Esas contradicciones están en el centro. Tuvo que ver con agarrar la casa, con un pareja que de alguna manera u otra está formando una familia, para sacarla de allí -como si fuera la casita de Dorothy- y situarla en un contexto distinto, forzado por la epidemia de insomnio”, cuenta el realizador a Rosario/12.
—A la vez, la película se vale de recursos del cine de géneros, allí hay cierto disfrute.
—Yo disfruto de todos los géneros, aun cuando el cine apunte a algunos de ellos por sobre otros. Me gusta mucho el género en sí, el género como construcción. La película es de un género medio “Frankenstein”, con un brazo de cine de zombies, otro de comedia, cabeza de thriller de pareja, cuerpo de road-movie y piernas de otros géneros prestados (risas). A mí me gusta mucho el cine argentino y veo que está afectado de cierto realismo mágico, sin ser necesariamente cine de género. La mía es como una película que está entre géneros, y obviamente tiene una trama de cine fantástico. Stuart y Rittano son una pareja que se va de la ciudad en un motorhome, porque hay una epidemia de insomnio que comienza a generar caos en la población. Es una premisa de cine fantástico, pero filmada con un tono que también toma prestado mucho de otros géneros, como de cierta comedia oscura y por el lado del absurdo. Hay una tradición del absurdo y del realismo mágico que a mí me encanta. Es ése más o menos el tono que le quise dar.
—Son muchos los que participan del guión.
—Fue mucho el tiempo con el que estuve con el proyecto a cuestas. Terminó por resultar un guión muy raro. Cuando me aprueban el apoyo del Instituto de Cine, leo el guión y ya me parecía muy difícil de resolver. Ahí entró un equipo comandado por Luz Orlando (Brennan), junto a Santiago La Rosa y Lautaro Núñez. Se hizo una escritura de un mes y medio que dio forma a la epidemia, a los personajes, y al guión de producción. De todos modos, después sufrió un montón de recortes y restricciones hasta el final del rodaje. Lo que termina sucediendo es que durante el montaje la película se vuelve a escribir, con Emiliano Serra estuvimos un año y pico trabajando. Luego vinieron los VFX. Fue un trabajo de ensamblaje minucioso. Grabamos material para las transiciones, y escribimos una voz en off para agregar. Se fue armando el guión final con el aporte de mucha gente y a lo largo de mucho tiempo.
—A medida que avanza, el ritmo de la película se calma.
—Ellos se van alejando, en un escape hacia un lugar perdido del campo, que no se dice bien dónde es. Esa idea de viaje hacia el refugio es un motivo del cine fantástico en general, pero la epidemia, al hacer que la gente deje de dormir, convierte al mundo en un lugar cada vez más surrealista. La gente que queda está cada vez más rara, el tono va virando, y a medida que se alejan de la ciudad se van encontrando con menos personajes, cada vez más raros.
—No puedo evitar pensar en la película Fase 7 (de Nicolás Goldbart).
—Fase 7 termina con la pareja saliendo hacia el campo, es muy loco eso. Hay una epidemia y está también Jazmín Stuart. Una termina donde la otra comienza.
—¡Y en las dos, Jazmín Stuart está embarazada!
—Son como primas lejanas (risas). Cuando se estrenó Fase 7 yo ya estaba con el guión de Tóxico. Qué loco.
—¿Cómo estás viviendo estos días, por un lado porque es el estreno, pero también porque la película devuelve imágenes cuasi proféticas.
—Salir a la calle y ver gente con barbijos por todos lados, cuando es algo que está en la película, hace que la distancia entre la realidad y la ficción –la realidad y el sueño, en verdad–, se desdibuje un poco. A mí me está pasando algo con la realidad, porque hay imágenes de la película que pasaron de este lado. Es muy raro. Por otra parte, estoy muy contento de que tengamos Cine.Ar Play, porque tener un Instituto de Cine que, en una situación de emergencia mundial, reacciona con trabajo y con un estreno federal digital, da cuenta de un trabajo bien hecho, que hay que destacar y celebrar.