El sábado en un canal de televisión de Hong Kong afirmaron que el líder norcoreano, Kim Jong-un, ha muerto. La CNN y medios surcoreanos afirmaron que Kim fue operado del corazón. “Está en estado vegetativo”, agregó una revista japonesa. China mandó un equipo de médicos de urgencia. Su amigo Dennis Rodman -el ex basquetbolista de la NBA que lo visitó varias veces en Pyongyang- está rezando por él. Pero al gobierno de Corea del Sur no le consta que Kim esté enfermo y el Pentágono comunicó que Kim Jong-un “está en pleno control de sus armas nucleares”. Kim, según la foto satelital de su tren privado, está en la costa este del país, lejos de la capital. La radio estatal de Corea del Norte dijo este domingo que Kim Jong-un manda saludos a los trabajadores de la ciudad de Samjiyon: una manera de decir “está vivo”.
El líder norcoreano no aparece en público desde el 11 de abril. Ni siquiera fue al acto por el aniversario del nacimiento de su abuelo -la navidad norcoreana- cuatro días después. La opacidad es el rasgo principal de este país. Pero más allá de la falta de información hay una lógica que impera desde 1948: el régimen es un asunto familiar. Si Kim Jong-un muere, lo más probable es que el poder recaiga en su hermana tres años menor, Kim Yo-jong, hoy a cargo de organizar la propaganda estatal.
Los guías del tour en el viaje que hice a Corea del Norte en 2016 me llevaron a una librería. Todos los libros eran de Kim Il Sung, Kim Jong Il y Kim Jong Un: el fundador del régimen y sus sucesores. Para simplificar los llamaremos Kim I, Kim II y Kim III. En uno de esos libros llamado Anécdotas de Kim Jong II se dice que un día Kim II visitó una granja en el Distrito de Taehongdan y un granjero pidió un brindis diciendo: “Aunque nunca he creído en la resurrección de Jesús, no abrigo ninguna duda de que el Presidente es inmortal”. Entre los presidentes norcoreanos no hay una sucesión en el poder sino una “reencarnación”.
Kim III tiene 36 años, mide 1,52 centímetros y pesa 136 kilos. Según su índice de masa corporal es “extremadamente obeso”. En 2014 ya había desaparecido durante seis semanas y reapareció usando un bastón. Cuatro años después, cuando se reunió con su par del sur, los medios surcoreanos midieron su respiración: exhaló 35 veces en un minuto cuando lo normal es hasta 16. Podía haber estado nervioso ya que era su primera vez en público fuera de su país y jugaba de visitante. Pero a Kim III se lo ha visto fumando varias veces, hasta inaugurando un hospital en 2013. Además, tiene antecedentes familiares de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Kim III cursó la secundaria en la ciudad suiza de Berna bajo el seudónimo Park Chol. Allí lo acompañó su hermana Kim Yo-jong: siempre fue su confidente, su mano derecha, su escolta y por eso suena como la sucesora natural. Recientemente Kim Yo-jong estuvo al lado de su hermano en los encuentros con los presidentes de Estados Unidos, Corea del Sur y China. Fue ella quien lo representó en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Corea del Sur y quien promovió que las delegaciones coreanas desfilaran juntas. El mes pasado la hermana de Kim III fue por primera vez la vocera del gobierno en los medios estatales para decir que Corea del Sur es “un perro que ladra porque está asustado”, tras recibir quejas del presidente surcoreano Moon Jae-in por los últimos ejercicios militares norcoreanos. La imagen de Kim Yo-jong va en ascenso pero, como dijo el especialista Leonid Petrov, tiene un límite: “Corea del Norte es un país confuciano donde se respetan la autoridad y la masculinidad. Ella es la aliada más confiable de Kim, pero no más que eso”.
Kim II se había casado por primera vez en 1974 con la hija de un General con quien tuvo su primera hija. Luego se casó con la madre de Kim III con quien tuvo dos varones y una mujer. El varón mayor, Jong Chul, tiene 38 años y nunca fue muy querido por su padre. El chef de Kim II, el japonés Kenji Fujimoto, contó que había una marcada discriminación de Kim II: “solía decir que Jong Chul tenía el corazón de una niña”. En 2015 la prensa inglesa mostró a Jong Chul de la mano de un hombre y muy lejos del régimen en un recital de Eric Clapton en Londres.
Kim II también tuvo un hijo extramatrimonial que fue reconocido: Kim Jong-nam. Ese podría haber sido el heredero del “trono” por ser el primogénito varón. Pero en 2001 fue interceptado con un pasaporte falso de la República Dominicana en el Aeropuerto Internacional de Tokio cuando se dirigía a Disneylandia: como castigo su padre lo condenó al exilio. En 2017 Kim Jong-nam fue envenenado por dos mujeres mientras caminaba por el aeropuerto de Kuala Lumpur, Malasia. Con una línea de sucesión compuesta por dos hijas mujeres, un hijo desheredado y otro homosexual, Kim II ya había elegido heredero antes de morir en 2011: el poder recayó en su hijo fanático de la NBA, Kim Jong-un.
En la prensa internacional se ha caracterizado al nuevo “Gran Líder” y tercer “Presidente Eterno” como “un loco sanguinario y bufón”. Pero quizás solo sea como dicen los medios oficiales: un tipo tranquilo y fiel a su joven esposa Ri Sol-ju, una científica y cantante, fanática de Dior y Padra, con quien tuvo su única hija (reconocida oficialmente) hace 7 años.
Kim III es el jefe de Estado más joven del mundo. Tanto él como su hermana nacieron aislados en cuna de oro, han tenido una infancia privilegiada no muy diferente a la de los hijos de algunos multimillonarios occidentales. En el gobierno intentó modernizar la sociedad norcoreana y derritió el hielo de las relaciones diplomáticas con Corea del Sur y Estados Unidos. Pero al mismo tiempo continuó fabricando armas nucleares y arsenales balísticos. De manera cíclica recurre a estrategias de provocación como lanzar misiles para después invitar al diálogo o simplemente como señales de humo. Dirige un país bloqueado y embargado que comercialmente depende de China.
Kim III ha dicho varias veces que su mayor deseo es reunificar Corea. Pero el régimen norcoreano es un fin en sí mismo, un proyecto político sin salida. Para la periodista Anna Fifield, que publicó una biografía del líder norcoreano, “el objetivo de vida de los Kim es simplemente conservar el poder y mantener el sistema intacto para la familia y su entorno”. Pero esa estabilidad, que podría verse amenazada si Kim desapareciera del mapa, no depende solo del gobierno de un país con un PBI similar al de Honduras: también deciden sus sponsors y sus antagonistas. Corea del Norte es un contrapeso a la influencia norteamericana en la península que favorece a China: su principal fuente de financiamiento y abastecimiento. Y si Corea del Norte no fuese una amenaza latente, Estados Unidos no tendría cómo justificar tanto despliegue militar en Corea del Sur y el mar de China. La dinastía Kim sostiene un punto de equilibrio útil para el tablero geopolítico desde los tiempos de la vieja Guerra Fría.
Daniel Wizenberg es autor con Julián Varsavsky de Corea: dos caras extremas de una misma nación (Continente, 2017).