Uno de los sectores más afectados por el parate económico producido por la cuarentena es el de los trabajadores de la cultura. En el área del tango se vive una situación especial: la mayoría de los trabajadores de las grandes casas de tango, que en tiempos normales generan ganancias exponenciales gracias a la afluencia turística, no están registrados o abonan un monotributo, por lo que, en plena cuarentena, se han quedado sin ingresos. Y, además, se quedaron sin actividad posible. "Cerca de un 90 por ciento de los trabajadores tiene una relación informal con sus empleadores y ahora, ante esta situación, se quedaron sin nada", explicó Leonardo Barri de la Asociación Civil Trabajadores de Tango Danza (TTD). El, Melina Brufman, y Rodrigo Calvete, los tres bailarines integrantes de la TTD, hablaron con Página|12 para describir la situación actual.
"En la ciudad de Buenos Aires hay cerca de veinte grandes casas de tango que acaparan una gran afluencia de turistas. En esas casas el promedio del cubierto no baja de 100 dólares y en algunos casos asciende hasta 250", comienza por explicar Calvete y agrega que "los bailarines están contratados precariamente, en su gran mayoría en negro o bajo un monotributo. Se trata de trabajadores que, en algunos casos, tienen hasta ocho años en el mismo lugar sin pasar a planta permanente".
Desde el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio en todo el país, las empresas de shows de tango se comportaron de manera diversa: "algunas pagaron los días trabajados hasta el inicio de la cuarentena, otras completaron marzo pero en abril ya no pagaron nada, y otras directamente desaparecieron", señala Barri mientras que Calvete afirma que "solamente una de las empresas, que monopoliza tres casas de la ciudad, se comprometió a pagar el 50 por ciento del cachet de sus bailarines durante la cuarentena. En situaciones como esta se pone de manifiesto que para algunas casas los artistas somos prescindibles, eso no solo es muy cruel, sino que es muy poco legal".
Antes de la cuarentena, los trabajadores del tango ya reclamaban por sus condiciones laborales. Según la TTD, la situación es precaria desde hace muchos años y la pandemia de la covid-19 no hizo otra cosa que ponerla de manifiesto: "hay una idea de que los bailarines 'somos nuestros propios jefes' y eso está mal: no podemos hacer aportes, no estamos blanqueados, estamos por fuera del sistema y queremos sentirnos integrados", señala Brufman. Según Calvete, "un bailarín gana entre 250 y 1600 pesos por show, que acarrea, entre la preparación y el espectáculo, cerca de tres horas de trabajo, si es que no se se extiende como suele ocurrir".
La TTD nació hace tres años, a mitad del gobierno de Mauricio Macri, para hacerle frente a la situación crítica que comenzaba a vivirse: "el gobierno anterior tuvo políticas muy duras para el sector de la cultura, eso hizo que se iniciara un proceso de organización de los trabajadores", señala Calvete. En 2019 , la Asociación consiguió personería jurídica ante la Inspección General de Justicia.
Este año se abrió un canal de diálogo con el Ministerio de Cultura de la Nación. Barri plantea que "en todo lo que tiene que ver con fondos y subsidios no estamos incluidos como sector específico. El tango es patrimonio de la humanidad, bandera de la Argentina, pero, desde el punto de vista de sostener las bases de sus trabajadores y de la formación en tango, no pasa nada". Por su parte, Calvete asegura que "los subsidios están destinados a los espacios culturales, para sostenerlos o pagar alquileres, pero después es muy difícil que eso llegue al bolsillo del trabajador, que se traduzca en salario, sobre todo si se tiene en cuenta la informalidad de las contrataciones".
Ahora, ante la urgencia de la situación, los trabajadores del tango intentan ingeniárselas para subsistir: "muchos son profesores y tratan de dar clases online, pero eso también es complicado porque el tango tiene sus particularidades, es un baile de pareja y, aunque se pueden dar clases de técnica individual por internet, siempre va a estar limitado, eso sin contar todo lo que se pierde al no hacer la clase presencial", señala Barri. Brufman ahora da "clases de entrenamiento corporal, hice un traspaso de la actividad a un plano online. Trato de sostener a los alumnos y ellos me sostienen a mí, es como un acuerdo de solidaridad ante la situación".
Por otro lado, desde la TTD impulsan el Unidos Tango Festival, una experiencia solidaria de los trabajadores del tango a escala internacional, en cuya página web se puede acceder a shows, clases o charlas a cambio del abono de una suscripción: el dinero recaudado se distribuye entre los trabajadores del tango que en todo el mundo sufren el parate por la pandemia de la covid-19: "El tango está en todo el mundo, el espíritu de este festival solidario es ayudar a los trabajadores, cualquier trabajador de tango del mundo puede escribir un mail para anotarse", detalla Barri.
Es probable que la actividad de los espectáculos culturales, por la aglomeración de gente que genera, sea de las últimas en recomenzar una vez finalizada la cuarentena. En este sentido, los trabajadores del tango se encuentran ante un futuro incierto: "Las perspectivas son de desocupación por un tiempo largo, en el caso de que recién hacia fin de año se pudieran abrir las casas, eso sería con turismo interno que deja mucha menos plata que el extranjero. Lo cierto es que lo más probable es que estemos casi el 70 por ciento del año sin trabajar", advierte Calvete.
En este sentido, Barri concluye que "probablemente seamos los últimos en incorporarnos, pero más allá de esto lo que nos interesa es hacer ver que lo que puso de manifiesto la cuarentena es una situación de precariedad a la que estamos expuestos desde hace años". Para Brufman, la crisis provocada por la cuarentena "es una invitación a pensar cómo se sostiene el sistema, los bailarines también nos tenemos que sentir integrados".
Informe: Santiago Brunetto.