La tensa calma de la negociación con los presos de Devoto se rompió este domingo después que dos internos dieran positivo por coronavirus. El primero, Nicolás Cardozo, cayó desde el techo del penal en la protesta del viernes y al ser llevado al Hospital Fernández se detectó que estaba contagiado.
En el centro médico sostienen que la infección se dio en la cárcel, pero el Servicio Penitenciario Federal tiene sus dudas, porque Cardozo estuvo muchas horas en una especie de guardia. Su familia dice que antes de entrar a ese lugar le hicieron un test que dio negativo y que después de varias horas dio positivo.
El segundo detenido contagiado ya estaba excarcelado desde el jueves, pero antes de darle la libertad se lo llevó al hospital Vélez Sarfield, donde se verificó el contagio.
Las novedades provocaron un enorme revuelo en Devoto porque se instaló la duda de cuántos infectados hay en la cárcel, por lo que el domingo al atardecer hubo una reunión de cuatro horas con la viceministro de Salud, Carla Vizzoti, quien le explicó a los 25 delegados de los pabellones que se le haría el test a cualquier interno con síntomas y se evaluó la posibilidad de realizar una muestra para verificar la circulación del virus.
En la mañana de este lunes, médicos revisaron a los internos para detectar síntomas y se hicieron algunos tests, cuyos resultados estarán mañana. Desde este lunes, los internos tienen un teléfono directo al que llamar en caso de tener síntomas. La negociación con los presos continuará el jueves.
Tanto en el Ministerio de Justicia como en el de Salud coincidían en que no tiene sentido debatir dónde se produjo el contagio y que había que moverse con el diagnóstico de que la covid-19 está en Devoto.
El punto de partida, como mínimo, es que hay un penitenciario contagiado y que trabajó en el penal durante varios días, por lo tanto tiene lógica que haya infectados. El preso ahora internado en el Vélez Sarfield estuvo en contacto con ese penitenciario de manera que hay que estudiar la secuencia.
Con el criterio de que el virus ya está dentro de la cárcel, es que se están haciendo las revisaciones, siguiéndole un poco el rastro al virus. Todo se complicó, además, con la revuelta del viernes: los presos se juntaron, se tocaron, se mezclaron, así que habrá que mantener una vigilancia de los síntomas de la totalidad de los internos.
Lo que ocurre en Devoto sucede en todo el planeta. Hay covid-19 en casi todos los penales, con inmensa cantidad de contagiados, tanto entre presos como entre penitenciarios. Eso movió a las Naciones Unidas y a la Organización Mundial de la Salud a recomendar que se otorguen excarcelaciones y prisiones domiciliarias que descompriman las cárceles.
En ese sentido, el juez de la Casación bonaerense, Víctor Violini, firmó un fallo siguiendo los lineamientos internacionales y lo propio hicieron después la Casación Nacional y la Casación Federal. En Estados Unidos, decenas de miles de internos fueron enviados a sus casas a cumplir con el final de sus respectivas condenas.
En la Argentina, los fallos provocaron polémicas, en esencia iniciadas por Carolina Píparo, hoy dirigente del PRO, con el argumento de que Violini le rebajó la pena al hombre que le disparó y le hizo perder su embarazo. El dato es absolutamente falso. Violini se inclinó porque la muerte del bebé fue un homicidio y que los autores no fueron cómplices secundarios sino coautores, o sea que se inclinó por las calificaciones más duras. Las penas luego fueron impuestas por otros dos jueces, Benjamín Sal Llargués y Daniel Carral, y después se concretó la confirmación de la Corte Suprema.
Los fallos de la Casación Nacional y la Casación Federal también fueron en línea con las sugerencias trazadas a nivel internacional. Los criterios básicos consisten en otorgar excarcelaciones y prisiones domiciliarias a los mayores de 60, los enfermos de tuberculosis, HIV y varios tipos de hepatitis, las mujeres con niños pequeños, las embarazadas y todos ellos siempre y cuando no hubieran cometido hechos violentos.
En estos últimos casos --los de hechos graves-- no puede haber medida general, sino que es resorte de cada juez. Finalmente, los presos insisten con una reducción de pena, pero es algo descartado tanto por el presidente Alberto Fernández como por el gobernador Axel Kicillof. En total, en Provincia de Buenos Aires las morigeraciones superarían los 2.000 casos y en Devoto se baraja una lista de 990.
La intervención de Vizzoti calmó mucho los ánimos porque la funcionaria le explicó a los delegados la forma en que se producen los contagios y las maneras de distinguir el efecto en la población carcelaria. Tras muchas horas de idas y vueltas, se acordó que médicos del ministerio de Salud y de Justicia pondrían en marcha una revisión para ver los síntomas en cada uno de los internos. Los resultados estarán al final del día.
Como es obvio, y lo sostienen las autoridades mundiales, la vida carcelaria es contraria a los protocolos de aislamiento que requiere el virus, y por eso la tendencia es a reducir la cantidad de internos en cada unidad. En Devoto hay casos insólitos. Presos que ya salían tres días por semana y que en lugar de otorgarles la prisión domiciliaria los tienen ahora sin salir, en peligro de contagio. Hay internos de avanzadísima edad y en el SPF un total de 1007 presos con penas menores a tres años. Según el Ministerio de Justicia, si los magistrados lo disponen, tienen pulseras electrónicas para monitorear las prisiones domiciliarias.
Este lunes, una medida muy importante, auspiciada por Vizotti, fue destinar un número directo para que los presos llamen en caso de tener síntomas. Sucede que evita todo el trámite burocrático de tener que avisarle al guardiacárcel, éste a la dirección del penal y así sucesivamente. Y la viceministra le explicó a los delegados de los pabellones de manera exacta cuáles son los síntomas que deben motivar un aviso. La medida trajo tranquilidad en los presos, pero --por supuesto-- la tensión sigue, porque el peligro de contagio subsiste.