La lectura de la sentencia por la megacausa Subzona 15, en Mar del Plata, se realizó en una sala vacía. Hubo dos aspectos que hicieron que la presentación de este fallo fuera histórico: por un lado, el tamaño de la causa --por la cantidad de casos que contempla, algunos muy conocidos como el de la Noche de las Corbatas--, y por otro que por primera vez la lectura de la sentencia se hizo durante una cuarentena que impidió que hubiera público. Distintos familiares y miembros de los organismos de derechos humanos contaron, en diálogo con Página/12, cómo vivieron esta jornada tan particular en la que, si bien estuvieron conformes por los resultados, también sintieron algo del orden de la angustia por la falta del ansiado festejo conjunto y el abrazo al finalizar la lectura del documento.

Adriana Metz, de Abuelas de Plaza de Mayo Mar Del Plata, es hija de desaparecidos. Si bien el caso de sus padres no fue parte de la megacausa Subzona 15, ella fue una de las pocas personas --junto a la abogada querellante Gloria León (ver aparte), Ana Pecoraro del Faro de La Memoria y el fotógrafo Marcelo Núñez (cuyo registro está en estas notas)--, que estuvo presente en el juzgado. Cumplió la tarea de ser los ojos de sus compañeros. Ingresó con su barbijo, montó un trípode y a través de las redes sociales de Abuelas transmitió en vivo la hora y media que duró la lectura de la sentencia para cientos de familiares y público que, por cuestiones sanitarias, no pudieron estar presentes en ese momento tan importante para sus vidas. 

“Cuando me enteré que la audiencia iba a ser sin público, propuse hacer la transmisión en vivo. Si bien lo iba a transmitir el Centro de Información Judicial, estaba la posibilidad de que no lo hicieran y no podíamos no estar ahí”, explicó Metz. "Todavía estoy con la sensación de no haber podido desahogar en el grito y el abrazo el resultado de la sentencia, porque estuve con el celular todo el tiempo. Sin embargo, me dijeron que la transmisión salió muy bien así que estoy contenta”, se consuela. “Salir de la audiencia y no poder abrazarnos fue raro. Éramos solamente cuatro y, al finalizar, uno dijo que ya se iba. Entonces con un nudo en la garganta le dije: 'no, por lo menos choquémonos los codos' y lo hicimos emocionados. Después de toda esa adrenalina es muy difícil irte solo a tu casa”, reflexionó.

Los padres de Juan Candeloro fueron víctimas de La Noche de las Corbatas, como se conoció el secuestro y desaparición de siete abogados laboralistas entre la tarde del 6 de julio y la madrugada del 13 de julio de 1977, en Mar del Plata. “Esta megacausa no solo tomaba un montón de causas vinculadas a la Base Naval y Prefectura, sino también los casos de los abogados laboralistas entre los que estaban mis padres”, contó. "No era el caso principal porque el autor de la muerte de mis padres y del doctor Norberto Centeno ya fue juzgado en 2008 y el genocida fue condenado a perpetua en cárcel común. Sin embargo, 43 años después, aún se siguen juzgando responsables del brazo armado y quedan por juzgar del brazo civil”, explicó.

En cuanto a la modalidad virtual, Candeloro contó que “lo vivimos como la mayoría de los familiares. Por un lado con mucha alegría de que llegue, por fin, el momento de la lectura de la sentencia, pero por otro tristes porque no pudimos acompañar el debate oral y público”. Además, remarcó que “nos angustió porque los familiares, desde que comenzaron los juicios en Mar del Plata en 2008, hicimos campaña para que asistan, no solo familiares o víctimas, sino el público en general, porque hay tribunales a los que no les gusta que el pueblo los observe, aunque no era este el caso. Pero entendimos la situación y de todos modos lo pudimos seguir por los distintos canales”. “Transmitimos desde Abuelas de Plaza de Mayo, también lo hizo el colectivo El Faro de la Memoria, el portal Subzona 15 y el MPF. Ibamos siguiendo cada trasmisión y se generó una red de familiares que seguimos las instancias de cada una de las 28 perpetuas que se dieron”, señaló.

Rodrigo Miguel, hijo de Lilia Mabel Venegas, quien fue secuestrada y asesinada en el balneario Luna Roja, resaltó que, en general, estan conformes con la sentencia. "En el caso de mi madre hay una condena a reclusión perpetua y me parece importante destacar que lo que buscamos es justicia y no venganza. Con estas sentencias, si bien no se sanan las heridas, se siente un poco de reparación”, indicó. En su caso, no tuvo conexión de internet en casi todo el día pero detalló que “lo viví por lo que iban comentando los compañeros por el grupo de Whatsapp”. Miguel considera que “es elogiable que a pesar de la situación, los jueces hayan decidido llevar adelante el enjuiciamiento”.

Yo tengo desaparecido a mi hermano, Omar Alejandro Marocchi, a su compañera Susana y al bebé que llevaba ella en la panza”, recordó Anahí Marocchi. Su historia hoy también fue un poco reparada. “Estuve en todas las sentencias de los juicios por delitos de lesa que se hicieron en Mar del Plata y siempre se viven con mucha emoción”, resaltó y añadió que “el momento de la sentencia es único porque es una forma de coronar todo lo sucedido. Todos nos abrazamos y nos hermanamos en los sentimientos y en las luchas”. “Sabíamos que esta vez iba a ser distinto y lo vivimos con angustia porque nos iba a faltar ese abrazo, esa presencia. Sin embargo nos unimos tanto --y en ese sentido las redes ayudaron--, que de todas formas estuvimos presentes y juntos”, concluyó.

Informe: Melisa Molina.