Este sábado a la medianoche Warner Channel inaugurará el bloque de animación Adult Swim, un espacio tradicional de animación para jóvenes adultos, conocido por sus propuestas absurdas e irreverentes. El bloque –que también irá de lunes a jueves en el mismo horario- incluirá Final Space, Robot Chicken, Aqua Teen Hunger Force y una de las principales joyas que dio la animación comercial estadounidense en la última década: Rick & Morty. Ácida y delirante a más no poder, la creación de Dan Harmon (el cerebro detrás de la adorablemente incorrectísima Community) y Justin Roiland, una dupla que asombra por su capacidad para llevar a los personajes siempre un paso más allá. En conversación telefónica con Página/12, es Harmon quien recorre los principales elementos que sostienen el show.
Rick & Morty cuenta las aventuras de un científico loco (o más bien, un sociópata de cuidado) y su retraído sobrino (Morty). Juntos recorren, sabotean y reinventan este y otros universos, mientras lidian con las inseguridades evidentes o encubiertas de ambos y dejan de lado la vida familiar. Y cuando el espectador cree que la locura alcanzó un punto de no retorno, la dupla creativa se las arregla para ir todavía más allá.
“Todo empezó de un modo muy sencillo: cuando terminé Community la gente de Adult Swim me dijo que podía hacer un programa, que no me iban a cuestionar porque me respetaban mucho, pero la verdad que me daba miedo hacer algo yo solo”, se sincera Harmon. La animación no era lo suyo, consideraba, así que llamó a un amigo que sí era un total apasionado por los dibujitos: Roiland. “Justin quería hacer algo con dos voces tontonas que tenía para dos personajes, una imitación de Doc Brown y Marty McFly de Volver al futuro, así que empezamos a jugar con esa idea, así comenzó todo”, rememora.
La relación entre tío y sobrino es fundamental para el programa. Tanto que si por algún experimento –exitoso- alguno de los personajes supera un trauma, su relación se va al tacho. Comprender esa construcción es indispensable para engancharse con la serie. Harmon imita las voces al teléfono, aunque ese sea uno de los roles de su compañero (Roiland le da las voces a muchos personajes de la serie, protagonistas incluidos). “No sé si debería hacer eso, creo que no, Rick!”, dispara y es imposible no reírse o imaginar la cara llena de acné juvenil de Morty angustiado ante una nueva expedición al espacio o una dimensión paralela. “La construimos a partir de eso, medio a lo Laurel & Hardy, Los Tres Chiflados, los Muppets o Peanuts”, explica el guionista. “A partir de eso, de un genio brusco y enérgico y su sobrino que vive disculpándose fuimos pensando el resto”, desarrolla. “Y que a Justin le funcionaran tan bien esas voces ayudó mucho, claro, porque imaginate tener una voz como la de Rick diciéndote todo el tiempo ‘hacé esto, hacé aquello’, así que ambos sintetizan a los personajes y a la sociedad: son un forajido y un tipo recto, las dos facetas”.
Si bien en Warner se estrenará la cuarta temporada, Rick&Morty ya viene con una nutrida base de fans que la siguen desde sus comienzos. Pero Harmon asegura que rara vez vuelve sobre los capítulos ya emitidos. “Hace años que no la miro, me cuesta mirar cosas que ya terminé, no sé por qué, pero creo que es porque hay un peligro”, especula. ¿Un peligro? “Es que empiezo a compararlo en mi cabeza con lo que estoy haciendo ahora, por ejemplo: si estoy escribiendo la temporada 4 y me pongo a ver la 2, voy a pensar que la 4 es horrible, pero es una trampa –profundiza–, porque en realidad el problema de la 4 será que no terminé de trabajar en ella, que no está pulida ni la dejé tal como quería, así que no es ni perfecta ni nada”.
Si bien la dupla creativa tiene contrato para varias temporadas más (se habla de siete), sus fans también saben que pueden tomarse su tiempo para dejarla a punto. Y aunque la espera vale la pena, eso también habla de cómo y cuánto trabajo le ponen a cada capítulo. Justamente enfrentan el desafío que otros programas evitan: cómo sostener un nivel creciente de locura en sus planteos. “Nosotros no lo evitamos, es una trampa que deliberadamente no tratamos de eludir”, sorprende Harmon. “En la TV norteamericana hay una frase que es ‘saltar a los tiburones’, una referencia a la serie Happy Days, que cuando los personajes hicieron eso ya no pudieron volver a generar el mismo interés, fue su momento cumbre y no volvieron a hacer nada relevante”, cuenta. “Pero nosotros desde la primera temporada decidimos saltar a los tiburones en cada capítulo, sin tratar de proteger al programa, todo lo contrario, fingimos que cada episodio es el último para no preocuparnos por su futuro”. ¿Cómo lograr que todo eso funcione en el tiempo? Harmon regresa a la pregunta anterior. “Es un programa sobre dos personajes, ¿esa demencia es algo que Rick haría? ¡Bien! Puede desarmar el universo o traer gente de entre los muertos, pero lo único que nos tiene que preocupar es que la historia sea sobre los personajes y su relación”.
Para Harmon, esa fue la mayor enseñanza que le dejó su experiencia de seis temporadas como creador de Community. “Aprendí que no hay límites a qué podés hacer en un programa, al menos en lo que a historia se refiere, nada hará que sea menos creíble excepto que los personajes no reaccionen como deberían, pero si los personajes son consistentes, podés hacer lo que se te cante, esa fue la lección más valiosa de cara a Rick & Morty, que es una serie sin límites”.