El Forum del Cine Joven de la Berlinale acostumbra a sorprender con sus descubrimientos, pero el caso de Un joven ruso –que hoy estrena la plataforma cinéfila Mubi bajo su título de distribución internacional, A Russian Youth— fue muy especial. La opera prima del ucraniano Alexander Zolotukhin estuvo sin duda entre lo mejor de la Berlinale del año pasado y confirmó que los discípulos del gran Alexander Sokurov –como Kantemir Balagov, el director de Tesnota (2017)-- son cosa seria. Nacido en Zaporozhye hace 31 años, Zolotukhin vivió con su familia en varios lugares remotos en Kazajstán, Bielorrusia y en la región del Cáucaso, y estudió ciencias de la computación en Ucrania, pero su vida cambió cuando se inscribió en el taller de cine del director de El arca rusa . De esa experiencia es fruto Un joven ruso, la historia de un adolescente enrolado en el Ejército Imperial Ruso durante la Primera Guerra Mundial, que Zolotukhin enaltece con dosis equivalentes de lirismo y experimentación (ver crítica aparte). Desde su cuarentena en San Petersburgo, donde vive actualmente, el director dialogó con Página/12.
-¿Cómo comenzó a tomar forma Un joven ruso?
-La idea de esta película nació hace siete años cuando accidentalmente me encontré con las imágenes de un dispositivo de localización acústica. Fue una primera revelación inesperada e increíble. No sabía lo que era. Pero soy una persona muy curiosa, así que empecé a buscar más información sobre ese dispositivo. Esto es lo que encontré: estos radares se utilizaron durante la Primera Guerra Mundial y los que trabajaron con ellos fueron llamados "slukhachi" ("oyentes"). El ejército tuvo que encontrar nuevas formas de luchar contra la aviación, que era rápida y móvil. Y esos radares localizados permitían oír cuando los aviones hostiles estaban cerca. Me sumergí en este período histórico, leí memorias de los tiempos de guerra. Y entonces nació la idea. Quería mostrar cómo el carácter nacional se manifiesta en condiciones militares severas.
-¿Por qué eligió la Primera Guerra Mundial como escenario de su película?
-La Primera Guerra Mundial fue un detonante de una serie de acontecimientos trágicos que golpearon tanto a Rusia como a Europa. Toda una misma generación vivió tantos sufrimientos: la Primera Guerra Mundial, la Revolución, la Guerra Civil, el hambre, las represiones, la Segunda Guerra Mundial... Me interesaba la gente de esa generación y sus personajes. Quería encontrar una respuesta a preguntas como “¿Quiénes eran esas personas?”, “¿Cómo lograron sobrevivir a todos esos sufrimientos?”, “¿Qué aspectos de sus personalidades les ayudaron?”. Me concentré en la gente. La guerra me interesó como una especie de paradoja: revela algunos rasgos terribles del carácter del hombre, pero también saca a la luz sentimientos de afecto, hermandad y cariño. Si el primer aspecto ha estado representado en el cine de manera muy amplia, el segundo no se ha discutido tanto.
-El candor, la energía y el coraje de su protagonista recuerdan a algunos clásicos del cine de guerra soviético con soldados jóvenes, como La balada del soldado y La infancia de Iván. ¿Cuánto tuvo en mente estas películas?
-Mientras estudiaba en la escuela de Sokurov vimos muchas películas clásicas, pero Sokurov nos enseñó a leer más y a ver menos. Por eso confiaba más en las tradiciones literarias. Aunque no puedo dejar de pensar en La balada del soldado, La infancia de Iván, A la guerra como en guerra, de Viktor Tregubovich, o el documental Un soldado caminó, de Konstantin Simonov. Me impresionaron estas películas por sus respetuosas entonaciones y noble actitud hacia los soldados. Sería injusto hablar de las personas que arriesgaron sus vidas a diario de cualquier otra manera. Hay otra película, dedicada a la Primera Guerra Mundial, que me gusta, se llama Okraina / Suburbios, de Boris Barnet. El director tuvo el valor suficiente para contar una historia delicada y conmovedora con un poco de humor en lugar de describir los horrores de la guerra que él mismo había presenciado. Me gusta este enfoque.
-Parece que trabaja basado en la tradición para explorar nuevos territorios. ¿Ese es su modo de concebir el cine?
-Sí, ese es un principio que Sokurov nos enseñó: es necesario basarse en las tradiciones clásicas: literatura, pintura, música. Por ejemplo, el tema de nuestra película es bastante clásico. Es la historia de un hombre pequeño, físicamente frágil. Por otro lado, este personaje -un joven, en nuestro caso- es muy resistente de corazón. Tiene un carácter duro, conoce la empatía, el cuidado, el amor, pero se encuentra con circunstancias que son más fuertes que él. Trata de oponerse a ellas y su carácter brilla a través de esa lucha. Creo que grandes ejemplos de personalidades semejantes son Charlie Chaplin, o los personajes de las historias de Dostoievski, Tolstoi, Hemingway, Remarque.
-La pintura parece también ser una inspiración para sus imágenes. Si es así, ¿puede mencionar algunas fuentes?
-Absolutamente, me gustaba pintar en mis años escolares. En ese entonces asistía a la escuela de arte y teníamos un extenso curso sobre pintura e historia del arte. Es por eso que más tarde, cuando Sokurov se refería a la tradición de la pintura en sus talleres pude entender bien de qué hablaba. Un director puede aprender mucho de un pintor: cómo encontrar el ángulo correcto, qué es una gran composición, cómo usar los colores y la luz o cómo se describe la personalidad en un retrato. Mientras trabajábamos en nuestra película, el director de fotografía Ayrat Yamilov y yo miramos las pinturas de Levitan, Shishkin, Surikov, Sargent, Petrov-Vodkin y los retratos de los campesinos de principios del siglo XX. Era importante para mí entender cómo los pintores retrataban la apariencia y el carácter de la gente de su época.
-¿Filmó en digital y luego le dio a la película una textura de época? ¿De qué manera?
-Filmamos con una cámara digital Alexa y luego trabajamos mucho en corrección de color. Queríamos crear un efecto de sustracción, para que el espectador no pudiera verse involucrado en esos eventos, que lo histórico funcionara más bien un recuerdo de la época. Tratamos de dejar algo fuera, y es por eso que prestamos atención a la textura de las primeras fotos de la Primera Guerra Mundial, que son un poco borrosas porque las lentes eran imperfectas. Pensamos que también era interesante desde una perspectiva artística: no era sólo un pastiche para dar cuenta de esa época, sino una herramienta que se podía utilizar. Algunas escenas tienen más “ruido” de película, arañazos y sobreexposición. Por ejemplo, imitamos el proceso de corrosión de la película en la escena de un ataque de gas. Nos permitió crear un efecto de la realidad documentada, como si un camarógrafo se sentara en la trinchera con los soldados. Además, era difícil filmar a una persona ciega con esas quemaduras en la cara. Provocaría rechazo y la vez sería naturalista. La textura de la película analógica y la borrosidad nos permitieron dignificar las imágenes, para hacer menos visibles las heridas del personaje principal. Durante el período de edición, trabajamos con el material como si fuera una crónica. Por ejemplo, si queríamos tener un plano más sostenido, simplemente lo ralentábamos. Otras tomas, a su vez, podían repetirse y recortarse. De la misma manera que se podría hacer en una crónica. Hicimos todo eso para llegar al efecto de la sustracción y también para hacer que nuestro material fuera verdadero, confiable.
-El sonido y la música son esenciales en su película. ¿Podría decirme cómo fue el proceso? ¿Cómo decidió incluir estos conciertos de Rachmaninoff como parte orgánica de A Russian Youth? La forma en que los incluye es absolutamente original y funciona muy bien.
-El concierto de piano número 3 de Sergei Rachmaninoff fue creado en la víspera de la Primera Guerra Mundial, y esta música es realmente intensa, apasionada y dinámica. La gente de esa época -cuando escucharon esta música por primera vez- simplemente no podía creer que la orquesta sinfónica pudiera sonar tan tormentosa, estridente y dinámica. Tampoco podían imaginar que la guerra más mortífera de esa época en Europa, que se cobraría tantas vidas, comenzaría tan pronto. En los episodios de batalla de la película, escuchamos varias melodías superpuestas, fundiéndose entre sí, como si se escaparan de su época. Parece que la música entrara en el mundo y luego se detuviera de repente. No hay armonía en una guerra, la guerra es aterradora, repugnante y grotesca. No queríamos que la música romantizara la guerra, esa es la razón por la que enfatizamos su elemento destructivo con la música. Pero allí también hay elementos tiernos y románticos en la música de Rachmaninoff, vienen y luego se detienen, parece que los elementos caóticos absorben estos elementos tiernos. Creo que el personaje del héroe principal reverbera en esta batalla.
La segunda composición que se puede escuchar en la película son las Danzas sinfónicas. Es una música aún más intensa y dinámica. Rachmaninoff la escribió al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y es su última obra. Esta asonancia fue muy importante para nosotros, porque cada película histórica es también una historia sobre nuestro tiempo. Sabemos que había grandes artistas, poetas, músicos a principios del siglo XX, crearon hermosas piezas, pero entonces comenzó la guerra. Hubo artistas que se encontraron con el entusiasmo de sus contemporáneos, otros con resentimientos, pero de cualquier manera un número enorme de vidas se quebraron. En la película, vemos a jóvenes músicos que hoy ejercitan su pasión y energía buscando la perfección y el desarrollo humano. Pero hoy en día, el mundo es inestable, la situación es dura, las noticias nos abruman todos los días, los políticos flexionan los músculos. Y todo esto genera mucha ansiedad, porque nadie pensó que el mundo se volvería de golpe absolutamente diferente. Y nuestra película expresa ahora la ansiedad por estos jóvenes que interpretan a Rachmaninoff. ¿Cuál es su futuro?
-Sus actores parecen no profesionales. ¿Cómo los elegió?
-Fuimos muy cuidadosos con la selección de rostros y tipos de caracteres. Hay muchos actores no profesionales en la película: muchos de ellos los encontramos en el campo militar, en las fábricas, en las calles. Era importante para nosotros mostrar que las personas que vivían a principios del siglo XX eran diferentes de nosotros incluso en apariencia, debido a una forma de vida difícil, a la mala comida, al agotador trabajo diario. Todo esto se refleja en la postura y la movilidad corporal. El ser humano contemporáneo es diferente, y cuando tuvimos que hacer el casting, nuestro objetivo era comprender que el ser humano de principios del siglo XX era muy distinto. Probamos a muchos jóvenes por el papel principal, pero todos ellos nos parecían contemporáneos, no daban la época. Los adolescentes de principios del siglo XX crecían muy rápido debido a la vida difícil, y esto se podía notar en su apariencia y en su mirada adulta. Encontramos esta edad adulta en Volodia Korolev. Es un actor no profesional. Su vida es trágica, pero es muy abierto, ingenuo, llano y le atrae la gente. Fue crucial para mí como director ayudar a Volodia a mostrar su individualidad y su temperamento y que eso quedara registrado por la cámara. Fue una tarea muy difícil, porque es la historia de un joven que pierde la visión, significa que lo privamos de uno de los sentidos más importantes, su mirada. ¿Cómo mostrar su individualidad en este caso? Decidimos trabajar a través de la postura corporal y a través de su voz. Esa es la razón por la que hay muchos planos medios y generales y hay un montón de episodios con movimientos, caídas, encuentros. Estos episodios ayudan a establecer un héroe en circunstancias que exponen muy bien su actitud corporal.
También hay actores profesionales en la película. Por ejemplo Mijaíl Buturlov, Nazarka en la película. La dificultad era que un actor profesional y un actor no profesional son naturalezas realmente diferentes. La primera o segunda toma de un actor no profesional suele ser la más interesante, original y espontánea. Por el contrario, un actor profesional perfecciona su caracterización con cada nueva toma. Así que fue un desafío combinar estas diferentes naturalezas de actuación.
-Estudió con Alexander Sokurov y los créditos de su película lo incluyen como productor. ¿Puede contarme cómo es trabajar con él? ¿Qué tan cerca estuvo de su proyecto? ¿Asistió al set o asesoró en la edición?
-Sokurov tiene su propia filosofía: un estudiante termina su educación no con un diploma, sino con una película debut. Creo que Sokurov siente que su responsabilidad es ayudar a cada estudiante que tiene un guion listo a desarrollar su producción. Una primera película es un asunto muy difícil, que implica mucha responsabilidad, hay numerosos escollos, incluso si un director ya ha hecho antes un cortometraje. Esa es la razón por la que una tutoría artística es muy importante. No podríamos hacer una película sin la ayuda y el apoyo de Sokurov. Estuvo junto a mí cuando escribí el guion, pude pedirle consejo durante la preproducción y el casting, asistió al set de rodaje, ayudó durante la postproducción. Sokurov no sólo es un director excepcional, sino también un profesor muy talentoso. Nunca da nada por hecho, algo que podría ser fácil por su nivel de maestría; propone una dirección de sentido, la posibilidad de pensar.
-¿Cómo funciona el fondo "Ejemplo de Entonación" que creó Sokurov?
-Es una pequeña organización que apoya primeras películas. Hay un equipo editorial, leen muchos guiones y ven muchos cortometrajes de directores principiantes. La idea es buscar gente talentosa y ayudarlos con el rodaje de un largometraje debut. Por ejemplo, acaban de anunciar una nueva convocatoria.
-¿Ya está trabajando en una segunda película, para cuando esta crisis nos de a todos un respiro?
-Sí, estamos trabajando ahora en una nueva película, la acción tiene lugar en la era actual. Es una historia de dos hermanos, estudiantes de la escuela de guerra aérea. Estoy realmente interesado en las relaciones entre las personas, no en las motivaciones sociales, sino en cosas más profundas. Cuando estudiamos, Sokurov nos dijo: “Nunca busques una razón en las cuestiones sociales, trata de mirar en el alma de un hombre y encuentra una fuente de sus acciones en el alma”. Trato de seguir este lema.
*Gracias a Sasha Ahmadshina y Vlada Lodesk por su colaboración en la traducción del ruso.