Alfred Hitchcock murió el 29 de abril de 1980 en Los Ángeles. La muerte lo sorprendió a los 80 años, después de varias problemas cardíacos. Hoy se cumplen 40 años del fallecimiento de quien fue definido como el mago del suspenso, uno de los mayores cineastas de la historia.
Nacido el 13 de agosto de 1899 en Londres, fue el menor de tres hermanos. El temor a la autoridad se originó en su infancia. Una vez su padre le pidió que le llevara una carta al comisario de su barrio. Este lo encerró en una celda varios minutos. "Esto es lo que se hace con los niños malos", le dijo al terminar el escarmiento.
Al final de la Primera Guerra ingresó a la productora Famous Players-Lasky. Más tarde, a mitad de los años 20, pasó a trabajar en Gainsborough Pictures. Ya había conocido a Alma Reville, su futura esposa y madre de su única hija, Patricia.
En 1925 aparecería su ópera prima, inicio del ciclo de sus 53 largometrajes: The Pleasure Garden. En los siguientes cuatro años, Hitchcock filmó películas mudas. The Lodger, de 1927, fue su tercera película y la que dio a conocer algunos de los elementos que se repetirían en su obra. Con Chantaje (1929), llegó al cine sonoro.
Luego de la película musical Valses de Viena, de 1933, Hitchcock se centró en películas de misterio, casi todas de espionaje, en una Europa que ya vislumbraba el ascenso del nazismo en Alemania. El hombre que sabía demasiado y Los 39 escalones cimentaron su fama, al igual que La dama desaparece. Sin embargo, volvió al policial clásico (un inocente buscado por un crimen que no cometió) con Inocencia y juventud, de 1937, donde se aprecia uno de sus más impactantes planos secuencia, desde una panorámica hasta un primer plano.
El director emigró con su familia a los Estados Unidos justo cuando comenzó la Segunda Guerra. Llegó contratado por el productor David Selznick, responsable de Lo que el viento se llevó. Este le encomendó un film de tono gótico: Rebeca. Ganó el Oscar a mejor película de 1940, pero Hitchcock fue ignorado como director, en la primera de sus cinco nominaciones frustradas.
Selznick cedió al director para otros proyectos, entre ellos Ocho a la deriva o La sombra de una duda, que Hitchcock definió como su película favorita. Se reencontraron en 1945 para Spellbound, una película con eje en el psicoanálisis, y para la cual contó con la colaboración de Salvador Dalí en una secuencia onírica.
Un año después de Spellbound, Hitchcock volvió a filmar con su actriz preferida, Ingrid Bergman, y vio la luz una de sus obras maestras: Notorious. Ambientada en Río de Janeiro, Bergman y Cary Grant son dos agentes que investigan una red de nazis que quiere fabricar la bomba atómica. El director volvió a recorrer el camino de lo grande a lo pequeño en una sola toma, que comienza con la panorámica del salón hasta llegar a la llave que Bergman esconde en una mano.
Independizado de Selznick, Hitchcock encaró su primera película como productor y en color, La soga, un hito en la historia del cine. El film de 1948 consta de once planos. Narrada en tiempo real, los cortes son disimulados con puertas que se cierran o la espalda de un personaje. Así, semeja ser un solo plano de casi una hora y media.
En los años 50 aparecerían una obra maestra detrás de otra, Extraños en un tren y Yo confieso. En 1953 comenzó su asociación con Grace Kelly, la protagonista de Crimen perfecto, La ventana indiscreta y Para atrapar un ladrón.
El director se reunió en 1958 con James Stewart para su última colaboración juntos en Vértigo, donde exploró la idea del amor no consumado y la necrofilia. En aquella ocasión trabajó con el diseñador gráfico Saul Bass, responsable de la secuencia de títulos y de la escena del sueño del protagonista. Para entonces, ya había entrado en escena una figura clave: Bernard Hermann, autor de varias de las más importantes bandas sonoras del director.
Un año más tarde, el director culminó su asociación con otro actor fetiche: Cary Grant. Intriga internacional anticipó claramente la estética de un personaje emblemático del cine de los 60: James Bond.
Hitchcock regresó al blanco y negro en Psicosis, en 1960. La película fue un éxito rotundo y le valió su última candidatura al Oscar. La historia de Norman Bates y su "madre" anticipó el cine de terror psicológico, con la actuación de Anthony Perkins. La antológica escena de Janet Leigh en la ducha quedaría en la historia.
Tres años después Hitchcock volvió al color con Los pájaros, un relato fantástico en el que un pequeño pueblo costero es asolado por pájaros que atacan sin motivo a sus habitantes.
En 1964, volvió a filmar con Tippi Hedren, la protagonista de Los pájaros. Se reunieron para Marnie y luego aparecerían Cortina rasgada y Topaz, sin éxito de público ni de crítica. Cuando parecía que no habría más películas del director, volvió al Londres de su juventud y filmó una película con un argumento típico de su primera época, en la que un hombre es perseguido por la policía y debe demostrar que es inocente. El resultado fue Frenesí, alabada en 1972 como una de sus películas más ingeniosas.
En 1976 filmó su última película: Trama macabra. Con ribetes de comedia, significó un magnífico cierre a su obra. Hitchcock dejaba detrás de sí 53 películas y su impronta en cameos ocasionales, que convirtieron esa práctica en un guiño con los espectadores, quienes en los primeros minutos de sus películas esperaban su incursión en la pantalla.
El director murió en medio de la admiración general, considerado uno de los grandes del cine en el siglo pasado. A la masividad de su éxito ayudaron, entre otras cosas, la serie Alfred Hithcock Presents, que en los años 50 popularizó la Marcha fúnebre por una marioneta de Gounod como una banda sonora inescindible de su figura; y El cine según Hitchcock, el libro publicado en 1966 por François Truffaut, producto de una serie de entrevistas en las que el director desglosó su obra ante su admirador de la Nouvelle Vague.