Los hermanos Willoughby      8 puntos

The Willoughbys, Canadá, 2020.

Dirección: Kris Pearn, Cory Evans y Rob Lodermeier.

Guion: Kris Pearn y Mark Stanleigh, sobre el libro de Lois Lowry.

Duración: 92 minutos.


Con las voces originales de Will Forte, Maya Rudolph, Alessia Cara, Martin Short, Seán Cullen y Ricky Gervais.

Estreno en Netflix. 

La comedia atraviesa una cuarentena desde mucho antes de la pandemia de Coronavirus. Con el consumo audiovisual monopolizado por franquicias con entregas cada cual más grande que la anterior y riesgo artístico tendiente a cero, el género sortea el confinamiento a través de las series y películas lanzadas en las cada vez más prolíficas plataformas de streaming. Por fuera de eso, una de las pocas áreas con luz verde para permitir(se) libertad creativa e ideas originales en materia humorística es el cine de animación. Así pasaron, entre otras, Lluvia de hamburguesas, Madagascar 3, Trolls, Sing: ¡Ven y Canta! y Las aventuras del Capitán Calzoncillos, todas películas familiares con una pulsión por el gag y un abanico de recursos cómicos inhallables en las multisalas. A esa nómina puede sumarse ahora Los hermanos Willoughby, una producción canadiense de factura casi artesanal al lado de los parámetros ultra industriales de los grandes estudios de Hollywood, que Netflix estrenó la semana pasada en todo el mundo.

Basada en una novela infantil de la escritora estadounidense Lois Lowry, Los hermanos... tiene entre sus tres directores a Kris Pearn, el mismo que siete años atrás estuvo a cargo de Lluvia de hamburguesas 2, con la que aquí hay varios puntos de contacto. El primero es visual y tiene que ver una deliberada estilización de esos cuerpos alargados y cabelleras con forma de lana entrelazada, lo que marca un alejamiento de la búsqueda de realismo fotográfico que suelen abrazar Pixar y compañía y abre las puertas para una batería de gags visuales ejecutados con timing e inteligencia. El otro punto se relaciona con que, al igual que con ese chico científico que inventaba una máquina capaz de convertir agua en comida, hay desde el comienzo una cercanía entrañable entre los realizadores y los personajes, cuatro hermanitos con un supuesto destino de grandeza motorizado por el peso del apellido.

Pero difícilmente quieran parecerse a sus padres, un hombre y una mujer ricos y egoístas cuya despreocupación generalizada hace que los hijos estén dispuestos a cualquier cosa con tal de evitar el camino preasignado por el linaje. Todo esto es contado por un felino que hace las veces de narrador y tiene la voz y el sarcasmo de Ricky Gervais, quien también oficia como uno de los productores ejecutivos. Cuesta imaginar al creador de The Office involucrado en una comedia tradicional pensada para el agrado colectivo, puesto que si hay algo que no puede atribuírsele al británico es un humor cómodo, blanco y fino. Pero Los hermanos... está lejos del tono amable y compasivo del cine de animación medio. Incluso se diría que ese cine es tomado para la chacota, empezando por una noción de familia tradicional que aquí vuelva por los aires mediante una colorida celebración de la disfuncionalidad. 

Todo es mucho más sencillo en una película de este tipo cuando a la cercanía entre directores y personajes se suma la empatía, más aún si es propulsada por una mirada nada paternalista ni pueril sobre la infancia. Lo que hay es todo lo contrario: una fábula que avanza como una licuadora descontrolada, centrada los deseos más oscuros de esos hermanitos que quieren “hacerse huérfanos”, como dicen por ahí. La idea, entonces, es lograr que sus padres viajen lo más lejos posible para quedarse solos en casa, sin adultos a la vista y con luz verde para hacer lo que se les cante. Pero no contaban con que los padres, antes de irse, contrataron a una niñera que, aunque copada y atenta, está lejos de contribuir al libertinaje deseado. 

Donde sí hay libertad es en la inventiva autoconsciente y con referencias a una buena cantidad de películas de su mismo estilo. De Charlie y la fábrica de chocolate toma, por ejemplo, la presencia de un magnate chocolatero al servicio de los chicos. Hay lugar también para Los locos Addams, esa familia que no será muy normal, pero que encuentra aquí unos herederos dignísimos.