El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés) apoya las investigaciones que la empresa Gilead SciencesInc está realizando con remdesivir como droga para combatir al coronavirus. Luego de difundir esta noticia, la compañía farmacéutica incrementó su cotización en un 6% en Wall Street. ¿El mundo debe ilusionarse o, más bien, mantener la cautela al respecto? Ernesto Resnik es un biólogo molecular y biotecnólogo argentino que reside en Estados Unidos. "Para la empresa no sirve mucho difundir noticias falsas porque de la misma manera que hoy suben las acciones mañana se desploman si la droga, finalmente, no tiene éxito. Su reputación está en juego”, señala a Página/12.
“Los primeros experimentos que se realizaron fueron in vitro. Las pruebas con remdesivir fueron realizadas en ratones y obtuvieron buenos resultados en el laboratorio. Hasta el momento todo lo que vemos son preprints, es decir, artículos que aún no pasaron revisiones por pares ni ninguno de los canales formales que siguen las investigaciones comúnmente. Hay que tomarlo con pinzas pero sin descartarlo, porque la droga ya está siendo probada en humanos en muchos centros de salud del mundo”, advierte por su parte Juan Manuel Carballeda, experto del Conicet en el Laboratorio de Virus Emergentes que corresponde al Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes.
Del próximo ensayo participarán 800 pacientes que serán distribuidos en dos grupos distintos: unos recibirán el medicamento mientras que otros un placebo. Como serán sometidos a un examen randomizado, ni los médicos ni los pacientes sabrán qué tratamiento tuvieron. Mediante este trabajo, los expertos de la compañía monitoreados por miembros de la NIAID chequearán si las personas que consumieron remdesivir se recuperan más rápido de la enfermedad que causa el SARS-CoV-2. El proceso aún no fue concluido pero desde la empresa cultivan expectativas y, en pocos días, podrían afirmar con contundencia cuántos individuos internados dejaron sus respiradores y las camas de terapia intensiva tras probar la droga.
La estrategia basada en este fármaco es contemplada como una de las vías que también se utiliza para Solidarity (el programa para comprobar la efectividad de medicamentos elaborado por la OMS, del que participa Argentina), así como también, para tratar otros coronavirus (Síndrome Respiratorio Agudo Grave, SARS por sus siglas en inglés, en 2002 y el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente, MERS, en 2012) y Ébola. “Personalmente tengo muchas esperanzas en esta droga, creo que puede servir. Fue desarrollada anteriormente para Ébola y había demostrado ser bien tolerada en la medida en que no generaba daños colaterales significativos. Había exhibido una buena performance al inhibir este virus, solo que después fue reemplazada por un anticuerpo monoclonal que funcionó mejor. Además, el mecanismo de acción de remdesivir tiene sentido: interfiere con la polimerasa, la enzima que hace que el patógeno se replique adentro de las células”, detalla Resnik.
En su ciclo normal, el virus ingresa a una célula con el propósito de replicarse en miles de copias e infectar y acabar con otras. “Si se comprueba que el fármaco puede inhibir este mecanismo sería vital porque el virus ya frenaría su replicación inevitablemente”, afirma.
Desde esta perspectiva, Carballeda apunta: “Es un antiviral que conocemos desde hace un tiempo porque se desarrolló para el Ébola y parece tener resultados prometedores. Esto representa una ventaja enorme que puede permitir a los expertos saltearse varios pasos. Sabemos mucho más de remdesivir que de vacunas, porque allí necesitamos arrancar de cero. Los experimentos con humanos darán la pauta en unos días de cuán efectiva es realmente. Hasta el momento debemos tener cuidado y no anunciar una cura mundial porque todavía no se sabe ciento por ciento nada. Esta pandemia nos ha enseñado a ser cautos con las comunicaciones”, admite.
Aunque son dos virus que no se parecen demasiado, la polimerasa de SARS-CoV-2 es idéntica a la del Ébola. Esto habilitó a miles de científicos en el mundo --y a la empresa Gilead, claro-- a pensar que remdesivir podría funcionar también para el coronavirus actual. “Es una droga que tiene sentido apoyar, la esperanza número uno entre todas las posibilidades que se barajan. Los primeros tests realizados a escala pequeña parecían demostrar su éxito pero no tenían controles. El examen más controlado realizado hace un tiempo en China, lamentablemente, demostró que no tenía efecto. Ahora bien, pienso que eso sucedió porque fue probado en pacientes que estaban muy graves. Se trataba de personas que ya tenían una carga viral gigantesca, con el virus durante días y semanas replicándose en sus cuerpos. Si la carga viral es impresionante se requiere mucha droga para poder inhibirla y ello, en cualquier caso, es tóxico para cualquier antiviral”, explica Resnik. De aquí que la compañía farmacéutica propusiera suministrarla durante las primeras fases de desarrollo de la enfermedad.
En el estado de emergencia sanitaria, los Estados habilitan --y en muchos casos promueven-- los estudios de diferentes fármacos que en otra coyuntura no serían considerados. La cloroquina, desde la perspectiva de este experto, constituye un ejemplo al respecto. “Desde su acción biológica nadie entiende muy bien por qué la cloroquina debía tenerse en cuenta. Solo que en el escenario en el cual nos encontramos se prueba todo. La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.), incluso, había habilitado su uso de emergencia y el propio Trump había depositado su confianza en ella. Ahora habrá presión para utilizar remdesivir. Hay que ser cautos, no queda otra”.
La cautela como arma
Las pruebas con esta y con otras drogas, sin embargo, no deben generar falsas ilusiones en el corto plazo. La ciencia avanza a partir de procesos de largo aliento y el hecho de que se esté en una pandemia y se acorten los lapsos, no implica que en un mes la cura ya estará disponible para ser adquirida en la farmacia más cercana. De hecho, Tedros Ghebreyesus, el titular de la OMS, ha comunicado que el mundo no debería ilusionarse con una solución definitiva al coronavirus antes de 2021. “Todo lo que se estudia se hace a partir de tres fases. En primer lugar, la droga se prueba en poca gente para verificar su efectividad. Con remdesivir ya estaba el antecedente de Ébola. Luego siguen la fase dos y la tres que, últimamente, se están realizando de modo conjunto para apurar el trámite. Se aplica a muchísimas personas y se evalúa su éxito y también la dosis que se requiere. Si se usa un montón es tóxico, si se usa poco no es efectivo; por eso, hay que encontrar el punto de equilibrio y ello conlleva tiempo”, plantea Resnik.
Hoy en día, la crisis sanitaria que experimenta buena parte de las naciones del planeta empuja a que diversos esquemas de drogas sean empleados para pacientes hospitalizados, sin todavía estar completamente evaluados y certificados. Los equipos científicos se saltean pasos y comienzan a respetarse otros estándares. Se modifican las reglas porque cambia el escenario y la maquinaria burocrática que suele obstaculizar el procedimiento adquiere una dinámica de excepción. “Habitualmente si uno prueba una droga en 1000 pacientes y se mueren dos, no puede salir a comercializarse. No obstante, una pandemia plantea otras reglas. El virus está acabando con la vida de miles de humanos, entonces, si el fármaco potencialmente mostrara buenos efectos al salvar la vida de un 50% de los que hoy fallecen, la ecuación sería distinta. Esto es lo que las compañías explotan con el uso de emergencia”, expresa Resnik.
Por caso, de manera reciente, Scott Gottlieb, titular de la FDA entre 2017 y 2019, comenzó a fomentar el “uso de emergencia” para remdesivir. Eso se traduce en un impulso fenomenal para que todos los pacientes en centros de salud estadounidenses empiecen a recibir el fármaco. Aunque por el momento solo es aplicado en personas infectadas con SARS-CoV-2 y enroladas en estudios clínicos, la empresa comunicó que había producido millones de dosis y que iniciaría envíos de muestras gratuitas a China e Italia. La presión y el lobby ya fueron puestos en marcha. Será cuestión de ver en las próximas semanas cómo sigue.