Es un 1° de Mayo, Día del Trabajador sin gente en las plazas, sin movilizaciones ni luchas, ni festejos. Es el mundo bajo la órbita de la covid-19. Todo se ha transformado por un virus gravísimo. El mayor disciplinamiento social que se conoce en la era contemporánea, desde la gripe Española, con 20 millones de fallecidos en el planeta junto a las dos grandes guerras mundiales de 1914 y 1945. La covid-19 va a poner un nuevo orden, quizás replicancia de lo antiguo o quizás un modelo innovador con equidad social y ambiental, todo ello dependerá de cómo la dinámica social de los trabajadores y de las personas, vayan disputando el ingreso, la estabilidad laboral, el empleo y el bienestar social en el seno de la comunidad mundial y de Argentina en particular.
El contexto de pandemia genera en principio situaciones de violencia laboral, sea por los despidos, por los salarios a la baja, por las conquistas sociales reducidas o directamente extinguidas. Es decir genera un gran malestar laboral. La garantía de prevención y reducción de violencia laboral de mercado en los lugares de trabajo debe ser realizada por el Estado y los Estados nacionales en el mundo. Reiteramos covid-19 traerá aparejado recesión, más desocupación con salarios y dignidad a la baja. La valla de contención al barbarismo debe ser el Estado del Bien Común. Es decir, el Estado y los Estados nacionales del planeta, con el apoyo de los Estados regionales, provinciales, autonómicos, municipales y comunales. Solo así se podrá mitigar o erradicar la violencia laboral exógena, para evitar que se internalice en las organizaciones laborales.
La situación social actual es preocupante, así en España hay 285 mil empleos destruídos y se paralizaron 500 mil trabajadores por diversos motivos vinculados con la pandemia. En Argentina, entre el 15 de marzo y 15 de abril, se produjeron despidos, suspensiones y bajas salariales que perjudicaron a 309.672 trabajadores y en Estados Unidos, ya se produjeron 26 millones de desocupados.
Los antecedentes de la cuestión laboral mundial no ayudan, ante la irrupción de la pandemia de covid-19, había 3.300 millones de trabajadores en el mundo , de los cuales 700 millones de empleados se encontraban en la pobreza, de los 192 millones de desempleados que había, se le sumarán los nuevos desocupados. Y, se calcula que habrá 500 millones de nuevos pobres pos pandemia, casi el 7 % de población mundial. También hay que señalar que hay países que están estudiando reducir los salarios en un 30% de la actual masa salarial.
Va a ser muy barbárico y depredador para la ciudadanía sino hay fuertes, eficientes y eficaces medidas de los Estados nacionales, protegiendo a la ciudadanía frente a las grandes corporaciones económicas. Porque también todo esto se agrava, dado que la crisis sanitaria viene con un pasado deficitario en materia de salud laboral. Así, se han producido 250 millones de accidentes laborales por año y 3000 fallecidos por día por infortunios laborales en el mundo. Anualmente en el planeta se producen un millón de suicidios por depresión y 300 mil tienen vinculación laboral.
Después de la Primera Guerra Mundial, surgió la OIT, que en sus fundamentos establece la justicia social como norte. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió consolidándose el Estado de Bienestar, para lograr equidad social en las poblaciones trabajadoras. Porque tanto en una como en la otra conflagración, las mayores víctimas fueron los trabajadores. De éstas catástrofes tiene que surgir un Nuevo Pacto de la Humanidad Social y Ambiental. El Nuevo Trato. Los Estados nacionales pos pandemia se van a vigorizar, pero también debemos desde los Estados nacionales y subnacionales fortalecer a la ONU y a la OIT y crear el Consejo Mundial de Protección de los Bienes Comunes Públicos, para el Nuevo Pacto Humanidad, para lograr que la futura vacuna de la covid-19 sea propiedad pública sin fines de lucro, y que la salud, la jornada limitada de trabajo, el trabajo en sí y el salario no sean una mercancía, sino derechos humanos. Son todos bienes comunes públicos que deben ser garantizados por los Estados territoriales y también por los organismos multilaterales.
La covid-19 no nos tiene que someter a adaptarnos a lo peor, sino a luchar por un mundo mejor.
(*) Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Abogado Laboralista. Docente UNR.