“Fue un momento donde me sentía enojado por la situación del país, por el macrismo y lo que estaba pasando. Y el guion apareció básicamente a partir de imágenes, siempre pensando en que el protagonista fuera un niño, y en los lugares donde aparecería”, comenta el realizador Blas Zanella. El cortometraje resultante es Coloquio, recientemente distinguido con una mención especial en el Festival de Cine Global Shorts de Los Angeles, California. Estas noticias “internacionales” parecen acompañar al director en su hasta ahora breve carrera. Coloquio es su segunda película –estrenada en junio de 2019 en el festival FIC FILMS, México-, precedida por otro corto, Karma, con galardones en los Premios Latino, organizados por Fundación Mundo Ciudad de España.
En su primera película, Karma, el interés estaba en la sátira sobre ciertos castings de cine, entre el machismo y la falacia que los guía; ahora, Coloquio se detiene en una mirada contemplativa, en el tránsito diario en la vida de un niño de la calle, entre una naturaleza agreste y de abandono, y la ciudad que le mira de soslayo.
“La propuesta también surge de un poema que estaba escribiendo, en donde veía estas imágenes. Las pude llevar a un papel y se las fui comentando a los integrantes del equipo”, cuenta Zanella a Rosario/12. “A Maxi (Poblete, el niño protagonista) lo conocía, es hijo de un amigo. Hablé con él y el padre lo ayudó a que interprete el guion. Hicimos un scouting en Casilda para que se familiarizara con el lugar. Y si bien fuimos encontrando lugares donde filmar, muchas cosas surgieron improvisadas, con otros lugares que también resultaron interesantes”, continúa.
--El trabajo tiene un tono entre risueño y de pesadilla.
--También porque los lugares transitados son de Casilda, y yo soy nacido y criado ahí, son lugares conocidos. Verlos desde un lado cinematográfico fue muy loco, me parece que ahí está la cuestión. Recuerdo mi niñez, de haber ido a la escuela pública, de tener compañeros en situaciones marginales. Te estoy hablando allá por el 2000, post menemismo, cuando ya se sabía lo que pasó. Esas imágenes me quedaron en la cabeza, y uno las termina por largar. Al ser un cortometraje sin diálogos, tuve también que ver cómo contar y llevar un ritmo donde se mezclara la poesía y apareciera la música. Ahí también hubo un proceso con el que seguir probando.
--Trabajaste con niñas y niños de un comedor infantil.
--El comedor es “Pancitas Llenas” (del barrio Nueva Roma, de Casilda). La municipalidad me dio una mano y hubo una actividad con los chicos, donde un compañero hizo un show. Mientras los chicos estaban entretenidos, nosotros hicimos unas tomas. Fue una manera inteligente y rápida de poder trabajar, la organización fue bastante llevadera por suerte.
--Acercar la cámara al margen, a quienes lo habitan, es toda una decisión, ética y estética.
-Y es algo que hay que mostrar, hay que dejar de romantizar la pobreza, algo que por suerte se está hablando mucho. Yo comparto mucho lo que dice (el director de cine y poeta) César González, sobre por ejemplo (la serie) El marginal, donde te das cuenta de que es una puesta en escena en la cárcel de Caseros, con todos sus estereotipos. Hay que mostrarlo también de una forma cruda, porque hay que movilizar a la persona que lo ve. Esto es duro. Por ejemplo, ahora nos tenemos que quedar en casa, pero hay gente que si no sale no tiene para comer. Hay que ponerse en la piel de todos y todas.
En este sentido, Zanella cuenta que no faltaron quienes le cuestionaron la ropa y el maquillaje de su niño protagonista. “Me decían, ¿por qué no lo ensuciaste y le pusiste otra ropa? En realidad se dio así, de esa manera. Pero, ¿por qué hay que caer en mostrar un chico en esa situación, sucio y roto? En la imagen final, el chico que se ve está sucio y es rubio, y eso no fue intencional. Quedó así. Luego, reviéndolo desde ese punto de vista, adquirió otro interés. Pero el mensaje es el mismo”.
Oriundo de Casilda, el director tiene presente recuerdos que lo llevaron a revisitar su ciudad tanto como a sí mismo. Tal como señala: “Hay una foto muy curiosa, que da vuelta por las redes, donde unos chicos juegan en una plaza mientras otro está trabajando, juntando cartones. Es interesante ver los extremos que puede haber en una sociedad, ¿no? Recuerdo cuando era chico que había pibes que no podían entrar a la casa de otros, porque eran de un rango social distinto, y eso era muy fuerte. Me acuerdo de presenciar cómo un amigo le decía a otro pibe, que estaba viviendo en una casa okupa, que su mamá le prohibía verse con él, y que no podía entrar a su casa. En ese momento habré tenido 6, 7 años, y uno no cae, no podía sentir lo que siento ahora, al recordarlo; o en la escuela, con amigos que llegaban llenos de barro los días de lluvia. Son situaciones que uno en algún momento larga, y de diferentes maneras”.
Coloquio cuenta con guión y dirección de Blas Zanella. El reparto lo integran Maxi Poblete, Camila Soletti, Lalo Poblete y Lorenzo Montero. La fotografía y el montaje es de Julián Alfano; y la música es obra de Pablo Jubany, Yuli y los girasoles y Elena Tarabelli.