¿Cómo le va lector, cómo anda? O, mejor dicho, ¿cómo dice que le va? Claro, porque quizás usted nos diga que le va “Fantástico como globo amarillo” o “Como el mismísimo tujes antes de la videocolonoscopía”, pero su certera afirmación no deja de ser una opinión, un punto de vista.
¡La mayoría de los argentinos, de los terrícolas, de los seres vivos, no sabemos cómo nos va! A algunos les va bien, a otros “mal pero acostumbraos” como Inodoro Pereyra, y a otros ni siquiera “les va”: “les viene”. Y después, diría yo que la peor situación es la de aquellos a quienes “ni les va, ni les viene”.
Pero volvamos al meollo (vendría a ser “ el nudo”). Esta aclaración necesaria para quienes presumen dobles sentidos ante cualquier cosa que desconocen. Ya sabemos que no es usted de esos/as, lector, pero por las dudas que algún globófílo lo este leyendo de arriba.
Bien, ya volvimos: quizás usted no esté verdaderamente en condiciones de confirmarnos más allá de la duda razonable, de que le va bien, mal, o más o menos. Puede ser que usted esté hablando sobre usted mismo sin ser necesariamente un experto sobre el tema. Es posible que le hayan hecho creer, durante doce años, que usted tenía derechos. Y que ahora le estén haciendo creer que en esos años le habían hecho creer.
Y usted va, y así nomás, ingenuamente, con la certeza de la impunidad del anonimato, o la de la fama, y dice “bueno, me va bien” o dice
- Me iría bien, si no fuera porque López y Báez se robaron todo
- Menos mal que no tengo que escuchar a la yegua en la cadena nacional, porque con lo que aumentó la luz, no puedo encender más la tele
- No me va a comparar, antes yo tenía laburo, casa, auto, salía, pero ¡no sabía que era pobre!
- ¡Me va genial… soy masoquista!
- Estamos mal, pero ahora el rabino Bergman va a rezar un poco, y nos va a ir mucho mejor
- ¿Como me va? depende del canal
- Estoy tratando de darme cuenta de cómo me va, porque a cada rato me lo preguntan en una encuesta, y no se que contestarles
- ¡Querida, podes venir un momento y decirle a este hombre como me va!
- ¿Cómo me va? ¡no se, yo en política no me meto
- Mire, considerando las variables socioantropometricas cruzadas con las mediciones psicofácticas, ¡me va como el tujes!
- La voy llevando, aunque no sé a dónde
- No sé, todavía no me lo dijo el INDEC
- Según Mauricio, me va a ir mejor en el segundo semestre
- Estoy muy contento porque gracias al gobierno ahora soy pobre, así que de mi será el Reino de los Cielos
- Tengo un emprendimiento: me dedico a venderles camellos que pasan por una aguja, a los ricos ¡Espero zafar!
- No sé… por favor, digámelo usted
Y así podríamos seguir y seguir… sobre el puente de Avignon todos opinan y yo también.
Pero mas allá de sus respuestas, sería aceptable que uno opinara sobre uno mismo. Al fin y al cabo, se conoce desde que nació. Es esperable que sea protagonista, o al menos testigo de su propia vida, y pueda interpretar las variables que le dan contexto a su propio quehacer cotidiano. O algo parecido.
“Uno es uno y su circuncisión”, ya lo sabemos.
El problema, es que cada vez hay menos opiniones, y más certezas. Certezas que se convierten en “sentido común” al ser compartidas por miles de repetidores acríticos (ya sabemos que este gobierno no tiene presupuesto para la crítica, y de algo hay que vivir), y entonces van a parar al tacho de las posverdades.
Y luego, se vuelven consigna, himno. Certeza
Y entonces, van por más. No tienen límites. Ya no se trata de hablar de uno mismo, si no de cualquier cosa, de todo.
Afirmar. Sostener. Certificar. Decretar. Establecer. Ordenar. Determinar. Asegurar Esgrimir. Garantizar. Axiomar (si se me permite el neologismo). Y no hay tu tía ni tu abuela que lo discuta.
Se terminó (si alguna vez la hubo) la discusión, la polémica, el debate. Cada uno grita, y ¡quien quiera oír, que no oiga!
Todos somos expertos en todo, todos sabemos por que siempre que llovió paró, Todos podemos ser mejores que el otro. Sin movernos de nuestra silla.
El que hoy sabe todo sobre la política, mañana pontificará de fútbol, y pasado será profundamente critico de las costumbres lituanas.
Sin solución de continuidad. Si le pagan mejor, pero si hay que pagar para pertenecer… se paga.
Se los digo yo.
Hasta la semana que viene, lector.
@humoristarudy