La cuarentena ya excede hasta su propio nombre y lleva 45 días, que serán por lo menos 52 a la espera de lo que decida el presidente Alberto Fernández el próximo domingo. Igualmente el paisaje actual dista mucho de aquel 20 de marzo en el que las ciudades desiertas fueron tapas de todos los diarios y solamente médicos, fuerzas de seguridad y algunos pocos más, eran los eternautas autorizados a enfrentar el coronavirus por las calles.
De a poco las restricciones se van levantando y por lo menos en Salta durante el día el ritmo se acerca cada vez más a una jornada habitual. Mañana otra tanda de actividades exceptuadas incrementará aún más esa sensación, que igualmente se mueve con las reglas del juego de la Oca; se avanza casillero por casillero y siempre con la amenaza de caer en la casilla de “vuelve al inicio” si cambia la situación epidemiológica.
Sin salidas recreativas en Salta, es hasta ahora la medida de mayor peronismo explícito implementada por el gobernador Gustavo Sáenz: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa.
Niños y adultos mayores, habituales prioridades en otras circunstancias, en esta pandemia pinta a que quedarán al final de la fila de exceptuados; los primeros serán los últimos manda la Biblia. Todo muy coherente para una provincia que estuvo a centímetros de sacar las imágenes de los santos patronos en procesión motorizada por las calles de la capital, pero los argumentos dados por entendidos en cuestiones de epidemiología y seguridad a los popes de la curia tiraron atrás esa idea. Un nuevo capítulo en la histórica puja entre fe y ciencia, que en esta oportunidad anotó los porotos para el lado del racionalismo.
Cuándo iremos a parar... y dónde
Más allá del cimbronazo del cuarto caso confirmado hace una semana, y las circunstancias que lo rodearon, la circulación viral en Salta se declara nula y relaja la atención casi exclusiva puesta en el Covid-19, que de a poco cede lugar a la economía.
La duda existencial es qué pasará cuando el coronavirus pase. Un índice creado por la consultora porteña Analytica dejó a Salta de mitad de tabla para abajo en cuanto a las medidas que se tomaron para contener Pymes, familias y municipios.
El estudio dice que enfrentó la ola de la pandemia casi exclusivamente con la tabla de surf que representan las medidas nacionales, pero a su vez enfatiza que la provincia es una de las peores posicionadas fiscalmente para poder innovar con medidas propias y sobre todo sostenerlas en el tiempo, básicamente por la poca capacidad de recaudación (casi nula en esta época), la deuda ($9.600 millones en vencimientos en 2020, aunque con chances ciertas de renegociar una parte) y el déficit en las cuentas del Estado (más de $ 1.100 millones según lo anunciado por Gustavo Sáenz el 1 de abril).
En una reunión con los intendentes, el ministro de Economía Roberto Dib Ashur les describió la mishiadura con números concretos: la plata que llega por coparticipación bajó un 58% y el monto que queda sin cubrir es de 2.000 millones (que se reduce a la mitad si se cuentan los ATN que llegaron en estas semanas) y por otro lado Sáenz habló de una caída de ingresos provinciales que llega al 40%.
Los intendentes no se quedaron atrás y llevaron su listado de preocupaciones, la principal es cumplir con el pago de sueldos y el cronograma de aumentos, que a nivel provincial tiene pendiente un 4% en mayo y un 10% en julio. Hecha la advertencia, nadie se sorprenderá si a futuro se les pide comprensión a los estatales, aunque si se llega a cumplir en tiempo y forma seguramente se festejará a lo grande.
Mario Cuenca, el intermediario del gobierno con los intendentes, con vocación de bombero dijo que la provincia no va a permitir que se incendie ningún municipio y que por ahora la plata que se les manda alcanza.
Por lo pronto aplicando una vieja máxima del fútbol, que indica que "ante la duda, el despeje", el intendente de San Carlos, Raúl Vargas, hizo gala de sus habilidades de alquimista y mezcló dos cucharadas de los viejos bonos de cancelación de deuda lanzados por Romero I en 1984, un puñado de los no tan añejos ticket canasta y una pizca de modernos bitcoin para crear una cuasimoneda virtual a la que bautizó con un nombre digno de una zamba: “El Sancarleño”.
Con esto se pagará, mediante acreditación en una tarjeta, parte del sueldo a los empleados contratados del municipio y a los que reciben asistencia social (a caballo regalado...), según el intendente ya son varios los comercios que dieron el visto bueno y aceptarán sancarleños, con los que después podrán pagar los impuestos municipales.
Es altamente probable que Vargas no sea nominado para el próximo premio Nobel de la Economía, pero sí es digno de recibir una felicitación de la Iglesia, porque con el panorama actual, que cada sancarleño en el futuro sea canjeable por un peso de los de verdad entra en la categoría de milagro. Pero como la fe es lo último que se pierde y con una actual economía mundial en estado de ebullición, no es descabellado que el creador del sancarleño devenga en un futuro en gurú internacional.
Igualmente el presidente del Foro de Intendentes y jefe comunal de Vaqueros, Daniel Moreno, descartó de cuajo que en su municipio vayan a existir "Vaquereños" y piensa que ninguno de sus pares tomará las enseñanzas de Vargas.
En la misma línea de preocupación se pusieron los gastronómicos, que aguantan los trapos con el servicio de delivery pero que no les alcanza. Las medidas y créditos nacionales y provinciales se anuncian, pero demoran, en cambio las facturas y el alquiler no esperan.
El ministro Dib Ashur pide aguantar la tormenta y prende una vela a San Rebote, para que la economía suba luego de pegar contra el fondo.
Con hambre no hay futuro
El hambre en Salta tiene su expresión
más brutal entre las comunidades originarias del norte, pero abarca a
los 60 municipios. El 1 de mayo cientos de locros convertidos en
ollas populares se multiplicaron por la provincia, el pedido
inmediato es que se abran los comedores, el de fondo, que se acabe
de una vez con la falta de alimentos. El reclamo que partió desde
organizaciones sociales y se ejecutó junto con los referentes
barriales, interpela a los gobiernos nacional, provincial y
municipales.
Solo en el conglomerado urbano de Salta la pobreza en 2019 llegó al 45,5 %, la segunda más alta del país, y, cuarentena mediante, se descuenta que suba en este primer semestre junto con el desempleo. La frase que se repitió durante las ollas populares fue "sin comida no hay cuarentena", pero si decía que no hay futuro, también hubiese sido acertado.
Y en eso de ganarse el mango que en su provincia no consigue andaban los trabajadores salteños cíclicos (golondrinas) desparramados por Cuyo y la Patagonia cuando los sorprendió la cuarentena. Sin posibilidades de volver, aguantan como pueden la espera para que se habiliten colectivos que los traigan de nuevo, aislamiento mediante, a sus pueblos.
Dos de esos trabajadores temerariamente se colaron en un viaje que iba a Jujuy luego de tener contacto con un enfermo de coronavirus en Río Negro. Detectados en Güemes, los arrestó la Justicia, pero cuando se confirmó el positivo de uno de ellos, fueron condenados por Sáenz, que los tildó públicamente de delincuentes y los mandó sin juicio previo directamente al noveno círculo del infierno.
No importó el contexto que los llevó a actuar de manera imprudente, tampoco la falta de control de un colectivo que viajó 2 mil kilómetros sin tocar tronera, muchos menos la ausencia de consideración para facilitar la vuelta de los desperdigados por la Argentina. Por ese motivo se “cerraron” los límites de la provincia (excepto para autos particulares, aviones, motos, bicicletas, monopatines y cualquier otro vehículo que no sean colectivos con trabajadores golondrina o estudiantes), hasta que en origen no sean capaces de garantizar qué es lo que están mandando.
Por lo pronto el Inadi, que en estos cinco meses ya tuvo más intervenciones que en los cuatro años anteriores, sentó postura con los dichos del gobernador y pidió no estigmatizar, fundamentalmente porque eso está mal, pero además por el riesgo de que la gente deje de avisar en casos de síntomas por miedo a la reacción que puede haber.
Si no, que lo digan los intendentes y legisladores güemenses que denunciaron penalmente a la ministra de Salud, Josefina Medrano, para evitar que dejen a los sospechosos que llegaron de Río Negro internados en el hospital local.
El dengue también tiene su propio archienemigo: el dueño de un baldío sin mantenimiento. Entre el Municipio salteño y el Ministerio Público Fiscal amenazaron acorralarlos económica y penalmente por facilitar la proliferación de mosquitos.
Ahora falta conocer cuales serán las penas que aplicarán para los funcionarios que duermen con las medidas que se deben tomar durante todo el año, no solo en verano, para que el aedes aegypti no se reproduzca y aquerencie.
La municipalidad anunció que desde febrero se recolectaron 2 toneladas de cacharros, lo que deja entrever que el trabajo es mucho y que definitivamente se arrancó tarde.
El otoño ya frenó el ritmo de crecimiento de los yuyarales y la acumulación de agua en los baches, ahora queda esperar que el General Invierno, que ya supo ganarle en Rusia a Napoleón y Hitler, se cargue al dengue una vez más, y otorgue por lo menos un par de meses para reorganizarse.
Bienvenidos al Show
En estos tiempos donde todo es pandemia y solo se habla de sintomáticos y asintomáticos, decir peronistas, radicales, kirchneristas o macristas es casi una rareza. Por eso la movida “abramos el Congreso” del radicalismo sonó algo exótica. No solamente porque se llevaron puesta la cuarentena, sino también porque ambas cámaras muestran movimiento virtual con reuniones en videoconferencias.
Es verdad que desde el 1 de marzo, cuando abrió el período ordinario el Presidente, no se volvió a sesionar. Pero lo curioso es que la queja la plantee un sector que fue responsable en 2019, año en el que no hubo peste alguna, de que solo se hagan 8 sesiones en Diputados y 7 en el Senado, la mayoría de ésas, de carácter especial empujadas por la oposición. De los peores registros legislativos en décadas.
Aquí por Salta el elegido para la cruzada de los correligionarios fue el cafayateño Miguel Nanni, que con el tucumano José Cano de chofer, tuvieron como mayor proeza recorrer 1600 kilómetros con un barbijo puesto. Ni Sáenz, un pionero en esto de llevar tapabocas, se había animado a tanto.
Lo último que se supo en las redes sociales del propio Nanni es que llegó sano y salvo a la Ciudad de Buenos Aires, pero del resultado de la misión se desconocen detalles, así como tampoco de cual será el lugar elegido para los 14 días de aislamiento que deberá cumplir cuando vuelva a estos pagos.