Desde Caracas
El gobierno venezolano desactivó parte de una operación mercenaria en la madrugada del domingo. Un grupo, del cual aún no se sabe el número exacto de integrantes, intentó ingresar con dos lanchas por la costa de La Guaira, zona marítima más cercana a Caracas. El gobierno informó que ocho personas resultaron fallecidas y dos fueron detenidas.
Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, dio a conocer que la información de la operación había llegado desde Colombia, punto desde el cual partieron las lanchas.
En la acción fueron incautados armamentos de alto calibre, como ametralladoras AFAG, teléfonos satelitales, uniformes y seis vehículos de los cuales dos tenían soporte para las ametralladoras. Ese material estaba “listo para ejecutar acciones sobre instituciones y personalidades”, explicó Cabello.
El dirigente chavista, por quien el gobierno norteamericano ofrece públicamente 10 millones de dólares, anunció que quienes fueron apresados no eran los únicos que venían en la operación. La misma se encuentra aún “en pleno desarrollo”.
Los actores involucrados, según informó, son el gobierno colombiano, norteamericano, agentes de la DEA -uno de los cuales fue capturado-, así como mercenarios ligados al narcotráfico.
Este hecho se conecta directamente con la acción que fue desmontada el 26 de marzo en Colombia, donde participaba el militar venezolano prófugo Cliver Alcalá Cordones, que se encuentra actualmente en Estados Unidos, y había confesado públicamente acerca de la operación que encabezaba.
Uno de los hombres que falleció en el intento de desembarco fue el ex capitán Robert Colina, conocido como Pantera, parte del grupo que Alcalá Cordones comandaba desde Colombia. Colina grabó un video un antes de iniciar el operativo, donde afirma ser el comandante del equipo número 3 de la Operación Gedeón, con el objetivo de realizar “capturas de los elementos que se encuentra perpetrando el poder de manera ilegítima”.
El intento de incursión sucede en un momento de recrudecimiento de las presiones en varios niveles, tanto económicas, como psicológicas, con declaraciones, por ejemplo, del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien afirmó que había dado instrucciones a su equipo de elaborar planes para reabrir la embajada en Caracas ya que el cambio estaba cerca.
Junto con esas declaraciones triunfalistas, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el pasado jueves, para activar las unidades y miembros individuales de la reserva activa en el operativo anti-narcótico con uno de sus epicentros en el mar Caribe.
Elliot Abrams, encargado de la trama fina del plan de asedio y derrocamiento, afirmó por su parte en varias oportunidades durante los últimos días que el círculo de Maduro se ha ido reduciendo, y que muchos se han acercado a negociar con el gobierno norteamericano para acordar el plan de transición propuesto por el Departamento de Estado.
La narrativa norteamericana, así como la de la oposición alineada con Juan Guaidó, adquirió así nuevamente un tono de anticipación de pronta caída de Nicolás Maduro y de consecuente formación de un gobierno de transición.
Sin embargo, la política norteamericana intenta no quedar asociada con las acciones como las sucedidas en la madrugada del domingo. No existe consenso interno para realizar este tipo de maniobras mercenarias en vista de la crisis que atraviesa el país por el covid-19.
La prensa norteamericana ha tenido un rol de crítica a las señales de guerra lanzadas desde la Casa Blanca, afirmando que un escenario de esas características sería un error y no tendría apoyo interno. La misma agencia Associated Press realizó un reportaje sobre la operación militar de Cliver Alcalá dos días antes de este nuevo intento, donde parte del objetivo fue desvincularlo de los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y de Juan Guaidó.
¿Cuán grande dentro del plan golpista era el grupo que fue desmontado en la incursión en las costas de La Guaira? ¿Era un grupo clave? Son preguntas que atraviesan la mayoría de los análisis. Cabello fue enfático en afirmar que el intento de derrocamiento no se ha detenido por lo sucedido: “a nadie extrañe que en cualquier momento insistan”.
Venezuela se encuentra a estas horas bajo un cuadro de asedio en ofensiva. Los hechos se suceden y podrían volver a hacerlo. Antes de este último hecho tuvo lugar, por ejemplo, el día 20 de abril, el intento de robo de un parque de armas por parte de un grupo de militares en un destacamento en Los Teques, en una de las entradas a Caracas.
La situación está bajo tensión. El gobierno ha puesto a los diferentes componentes cívico-militares en estado de alerta. El país vive un nuevo momento de posibles acontecimientos críticos.