* Emmanuel Farina, de la escuela 11 de Bajo Flores: "El aula es irreemplazable"
La escuela Fermín Rodriguez es la Número 11 y corresponde al barrio Padre Ricciardelli, conocido como el asentamiento “1 11 14”. Allí da clases Emmanuel Farina. Docente de séptimo grado, este año le toca cubrir las cuatro áreas. Y lidiar con las condiciones de pandemia. “Estoy grabando un audio para subir al portal de la escuela, aunque solo 7 alumnos de los 25, tienen posibilidad de seguir las clases por internet", cuenta. "Mantenemos el ritmo y tratamos de buscar alternativas para llegar a todos y sostener el aprendizaje”.
Entrevistado por Página/12, Fariña cuenta cómo lleva adelante el proceso de enseñanza en cuarentena. Y expone posibles soluciones ante las desigualdades que evidencia la cuarentena: “Liberar el uso de datos o poder contar con wi-fi libre en los barrios, podría equilibrar esta gran diferencia de oportunidades”.
-¿Cómo ve hoy el proceso de educación en su escuela?
-Parte de los alumnos recibe los contenidos y otra parte queda afuera. Porque esto exige conexión a internet y una compu. Eso condiciona el derecho a la educación. Y aunque el cuadernillo viene a suplantar eso, lo presencial es irremplazable.
-¿Cómo fueron detectando esa diferencia?
-Cuando entregamos los bolsones de alimentos, cada quince días, vemos a las familias. Así nos enteramos que muchos no tienen internet. Se conectan por celular. No tienen wi fi, ni computadora. Hay whastapp gratis pero no pueden abrir enlaces. Esa es la complejidad que vemos, tenemos y padecemos día a día.
-¿Cómo atraviesan esa barrera tecnológica y económica?
-Modificando actividades. Y trabajando con los cuadernillos de Nación para el que no tiene acceso a la web. El derecho a la educación está limitado a las nuevas tecnologías. El cuadernillo es una opción pero no alcanza. Y el vivo, como decimos, preguntar y repreguntar, el encuentro cara a cara, es irremplazable.
-¿Las familias plantan esa dificultad, lo ven como problema?
-Sí. Y muchos no saben ingresar al portal. Armamos tutoriales para orientarlos. Algunas mamás van ir al ciber a imprimir la tarea. Pero mandan foto del cuaderno y a veces, no se lee. O el alumno manda un mail pero ponen toda la consulta en el asunto. Aunque la tarea no se ve, reivindico su responsabilidad, su esfuerzo.
-La brecha digital queda expuesta en la pandemia…
-De primero a cuarto grado no recibieron computadoras, en CABA el gobierno no las entregó más. Y el que la recibió hace cuatro años, no está en condiciones. En el centro están hiper conectados, acá no. Ahí volvemos a los cuadernillos. Y al programa “Seguimos educando”. Promocionamos eso y la radio. Justo séptimo grado está en Canal Encuentro, lamentablemente no todos tienen cable pero usamos esa herramienta también. Y las FM barriales pusieron a disposición varias horas de contenidos educativos, también las usamos.
-¿Puede hacer devoluciones o evaluarlos de alguna manera?
-Hoy no hay posibilidad de devolución porque no tengo intercambio con los chicos. Nosotros en la clase sabemos qué pasa, el que no entendió levanta la mano y explico de nuevo. Ahora no. El profe no se compara con una plataforma virtual, el vínculo afectivo de una clase no se reemplaza con nada. Yo extraño a mis alumnos y sé que ellos me extrañan a mí. Revalorar ese vínculo, es una de las pocas cosas positivas de este proceso.
Lara Nesis, de "la Mafalda" de Colegiales: Un nuevo rol docente
“Soy profesora de primaria y este año, por la continuidad educativa, tengo segundo grado, ya los conozco, los tuve en primer grado y pase con ellos a segundo” explica Lara Nesis. Su actividad docente en la escuela Raúl Scalabrini Ortiz de Colegiales ("la Mafalda"), se ha transformado con la cuarentena. Ahora, sus alumnos no sólo reciben poemas y cuentos, también saben que cuentan con ella a toda hora. Y las familias encuentran en ella una escucha que los conecta a la escolaridad, de otra manera.
-¿Cómo evalúa de esta modalidad de educar a distancia?
-Educar a distancia no es lo mismo, porque en esa modalidad la institución y el alumno están preparados con recursos y acceso. Aquí asistimos a una virtualización de la educación. Y no todos pueden hacer video llamadas o Zoom. Hay familias que solo tienen celular para acompañar a los niños en este proceso. Pero lo transitamos tratando de resolver lo que se presenta. Es loco el rol que estamos teniendo los docentes. Cada dos semanas reparto bolsones de comida. Imprimo las tareas. Preparo materiales para los que no tienen internet. Trabajamos con los cuadernillos.
-¿Con la pandemia se exponen los conflictos?
-La pandemia exacerbó las desigualdades. La docencia mira a la familia y al barrio, se ven los padeceres. Hay compañeras docentes que no tienen compu. Hay familias que no tienen trabajo. En CABA sufrimos muchos recortes en los últimos 12 años. No todo el mundo tiene wi fi, no todos tienen datos móviles. Yo envío por mail un enlace a las familias. Pero un alto porcentaje no puede verlo. Ahí hago dos cosas: Reenvío por whastapp y además trato de imprimirla y llevarla cuando vienen a buscar la comida. El rol cambia.
- ¿La docencia quedó expuesta a nuevas problemáticas?
- No alcanza con la didáctica ni la sensibilidad docente, cuando falta comida. No alcanza tu predisposición cuando falta una compu, la escuela no tiene impresoras, no llegan los cuadernillos. Tener datos móviles o wi fi libre sería una solución, yo podría mandar un link de un cuento y podrían verlo todos. Hoy no pueden.
-¿Cree que es productivo seguir mandando tarea?
- La escuela tiene que seguir presente. Mandar tarea permite que la escuela trascienda las fronteras del edificio escolar. Lo veo en los audios o los videos que mandan los niños. Construir el lazo entre maestros y niños es una condición de posibilidad. Es un trabajo valioso y es extra, pero se está construyendo, con un esfuerzo gigante de los docentes por aprender a filmarse y dar clases con herramientas virtuales.
-¿Se puede calificar a los alumnos?
-Calificar ahora suena ridículo. Porque se calificaría quien tiene acceso a wi fi, una computadora o una familia que acompañe en la tarea. La necesidad de poner nota no corresponde al periodo de pandemia. Eso preocupa a los niños y a las familias.
-¿Ve algunas cuestiones positivas que puedan surgir de todo esto?
-Se puso en valor el rol docente, tan vapuleado que venía. Cuando las papas queman se puede ver quien juega en lo social, más allá de lo didáctico. Y espero con ansia volver al aula y trabajar por la igualdad de oportunidades. Quedó claro que una computadora es tan importante como un plato de comida. Y que el wi fi es parte del derecho básico a aprender. Hoy, esto es una oportunidad.
* Natalia Goldín, del Insituto Platerillo de Villa del Parque: Construir la virtualidad
“Pasar la escuela a la virtualidad nos excede. No tenemos en general herramientas tecnológicas. Empezamos a construirlas. Y ese fue el objetivo desde el lunes en que cerraron las escuelas” recuerda Natalia Goldín sobre el inicio de la cuarentena. Maestra de primer grado en el Instituto Platerillo, en Villa del Parque, cuenta con elementos para hacerlo. El colegio, de gestión privada sin subsidio del Estado, le ofrece herramientas para mantener el vínculo educativo en esta modalidad de Escuela en casa, y ella organiza otros recursos.
-¿Cómo comenzó a trazar esta virtualidad educativa?
-Primero recurrí a mi lugar seguro, una lista de whatsapp, porque los conocía poquito y había que priorizar el vínculo. Que sepan que estaba. Mandarles un mensaje con mi voz. Me pareció que eso podía ayudar para que se sigan acordando de mí, porque fue muy poquito el tiempo que transitamos juntos.
-¿Resultó una buena idea, fue productivo?
-Si pero con el correr de los días empezó a faltar lo pedagógico, porque yo no soy la tía. Y a pesar de todo tenemos que tratar de enseñar. Nos capacitamos en el uso de herramientas virtuales. Esta población tiene lo básico resuelto. Es más sencillo. Hay acceso a wifi, compu.
-¿Considera que puede llevarlo adelante en esta situación?
-Estamos desarrollando esa perspectiva. El compromiso docente se mantiene y se desarrolla la creatividad. Porque es difícil el vínculo al no tener presencia física.
-¿Cómo resuelve eso, en lo diario?
-Empecé a usar herramientas un poco bizarras. Grabo tutoriales para los papas, hago videos que les indican qué hacer cuando los niños preguntan. Actúo una intervención para ser clara y les pido: no les den la respuesta. Los papás pasaron a ser mis cómplices. Tienen que confiar en mí porque no conocen el proceso de alfabetización. Pero solo con ellos, puede darse hoy ese proceso.
-¿Siguió activa al lista de whatsapp?
-Sigue funcionando para cosas informales. Compartimos unas fotos o un feliz cumpleaños. Usamos zoom también para vernos. Es prioritario. Sino acá, todo lo otro no ocurre.
-¿Cree que el proceso está dando resultado?
-Lo podremos ver con el tiempo, con mayor certeza. Como es primer grado, el proceso igual sucede. No es lo mismo en grados superiores con otros contenidos que necesitan más explicación. Hoy en primero se activan cuestiones creativas con las familias. Las familias ven el proceso y desde ese lugar es interesante también este momento.
-¿Cuál es la rutina de la semana?
-Empieza la clase a las 9 y hacemos video llamadas con grupitos. Una vez a la semana nos vemos todos. Arme una pared del comedor como si fuera el aula para que el ambiente alfabetizador se perciba. Y me sorprende como se cuela la intimidad, por los videos: tanto la mía, como la de las familias. Ven a mi compañero o mi hijo que van a desayunar. Veo sus casas. Hay una convivencia de la intimidad que es divertido pero también es raro y será para trabajar. Forma parte de las clases en cuarentena.
-Como rasgo positivo respecto al rol docente ¿qué rescata?
-Que el docente se revaloriza. Muchas veces se lo subestima, desde lo salarial y desde el conocimiento, se desvaloriza como profesional, pero hoy las familias son testigo de cómo cada docente pudo armar casi desde la nada, una manera de sostener el proceso de aprendizaje desde el compromiso y la seriedad.