Entiendo por hipótesis paranoica, después de Freud y Lacan, más que una realidad clínica, una posición del sujeto, pero también una posición colectiva donde todo es interpretable bajo un mismo signo amenazante. La paranoia es una normalidad que se caracteriza por unificar la realidad bajo el signo de una amenaza que se infiltra, tiene conexiones secretas, quiere quedarse con el tesoro de la nación que es su identidad, que está amenazada como totalidad integra por seres bizarros, a medio hacer, infrahumanos: Castro, comunistas bolivarianos y sus diferentes variantes.
Esta ultraderecha no es un fenómeno marginal ni residual. Le ha intervenido la agenda a las derechas clásicas, conservadoras y generalmente católicas. Para apreciar una paradoja de los tiempos, recientemente el ultraderechista líder de Vox en España se refirió al Papa Francisco cómo el "ciudadano Bergoglio" para denigrar su jerarquía, mientras que el líder de Unidas Podemos de la coalición de izquierdas, se ampara en el discurso del "Papa Francisco".
La ventaja de la tonalidad paranoica es construir toda su narrativa política en una permanente imputación al Otro, que es finalmente un extranjero que quiere nuestro Mal.
La gran novedad que se puede señalar con respecto a la hipótesis paranoica es que por distintas razones históricas se ha vuelto perfectamente combinable, estructuralmente compatible con el espíritu neoliberal del capitalismo actual. Razón por la cual es un grave error, como he venido insistiendo, designar como populistas a estos nuevos neofascismos que se extienden por distintas geografías como garantes del curso neoliberal del mundo.
El neoliberalismo ha sido permisivo pero a partir de la pospandemia, donde habrá muchísimos sectores que sólo demandarán gasto público, cuidados y protección, en definitiva gastos del Estado, lo que no es útil para la competencia de la vida neoliberal. Aquí es donde la hipótesis paranoica se vuelve una posibilidad a tomar en serio. Por este sesgo la locura puede demostrarse como una realidad efectiva social, que demanda también combinar una dosis de paranoia con la lectura política.
Las distintas ultraderechas que se preparan en el mundo, provistas en general por jefes y jefas alucinadas no están por fuera de la racionalidad neoliberal sino que son su último reaseguro, si el simulacro democrático no funciona para organizar el caos económico, sanitario y político social después de la pandemia. Que se puede, y muchos calculan, que se está preparando.